En dos horas y media de duración la película da su versión de la guerra cristera. Un conflicto entre seres buenos y abnegados que se enfrentan a villanos de una crueldad que raya en la abyección. Los buenos son los cristeros, por supuesto. Los perversos, en cambio, marchan a las órdenes del irracional y autoritario Plutarco Elías Calles y de los miembros de su jerarquía militar, de arriba abajo, desde el general hasta el último de los federales.
Ese rotundo maniqueísmo marca las acciones de la película y la definición de cada uno de los personajes. Incluso los que muestran claroscuros, dudas o titubeos en sus conductas terminan alineándose de este lado de la verdad dogmática.
Y así transcurre el relato, entre secuencias de acción filmadas con la solvencia profesional de un director que tiene en su expediente el haber cumplido labores técnicas en “Las crónicas de Narnia” y en “El señor de los anillos”, y episodios emotivos, mejor dicho, votivos, entregados como ofrendas de piedad cristiana y sacrificio redentor. Porque los dirigentes cristeros no solo son personajes positivos. Están movidos además por la pureza y el espíritu de sacrificio. Son mártires en defensa de su fe. Viven en olor de santidad.
“Cristiada” está producida por una empresa que pretende difundir valores religiosos. En ese afán convierte una recreación histórica y épica en estampita de devoción adolorida y propagandística. El episodio del sacrificio del muchacho es inenarrable, digno de cierto cine español de los años cuarenta. La descripción de su vía crucis resulta tan cargada de efectos visuales, de tiempos dilatados, de tonantes apoyos musicales, de énfasis dramático, que transforma la piedad en caricatura.
Ricardo Bedoya
2 comentarios:
¿Soy el único que siente cólera al ver como producciones de un nivel tan bajo reciben tanto dinero mientras otras tan buenas tienen que luchar años para completar su presupuesto?
dímelo a mi...
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