El diario argentino "Página 12" en su edición de hoy, martes 24 de julio, publica un artículo de Oscar Ranzani que plantea los problemas de la exhibición de películas en Argentina. El título del artículo es "Caminos posibles para que los tanques no arrasen con todo" y aquí está:
"En lo que va del año, los estrenos extranjeros y nacionales llevan recaudados alrededor de 750 millones de pesos, con 28 millones de espectadores. Pero esas buenas cifras son sólo la punta de un iceberg que exige un análisis profundo.
Si se tienen en cuenta algunos números, el mercado cinematográfico de la Argentina está pasando por un gran momento: contando estrenos extranjeros y nacionales ya se llevan recaudados alrededor de 750 millones de pesos en las boleterías de todo el país y la cifra de espectadores trepó durante 2012 hasta 28 millones. Pero no hay que dejar de lado la concentración del mercado cinematográfico para establecer un análisis completo. Y entonces, en esta época de vacaciones de invierno, es donde más se nota cómo los tanques hollywoodenses arrasan en las boleterías y asfixian a las películas argentinas hasta quitarles bocas de salida. Basta recordar que de las 760 pantallas que operan actualmente en todo el país, La era de hielo 4 –que este fin de semana superó los tres millones de espectadores– y Valiente estrenaron con 284 y con 233 copias, respectivamente. Si el análisis se circunscribe exclusivamente a la ciudad de Buenos Aires, se estrenaron 51 largometrajes nacionales, de los cuales sólo 23 lo hicieron en cinco o más salas, es decir, menos del 50 por ciento. A estas cifras brindadas gentilmente a este diario por la consultora especializada en estadísticas cinematográficas Ultracine, hay que sumarles algunos que esta empresa no computa: el Cine Cosmos-UBA estrenó sólo en su pantalla cinco películas argentinas y la Sala Lugones del Teatro San Martín, una: Tierra de los padres, de Nicolás Prividera. La cifra total, entonces, son 57 estrenos argentinos, de los cuales 34 no alcanzaron las cinco salas al momento del estreno. Como no sólo los números hablan, Página/12 consultó a directores, productores y distribuidores para que tracen un panorama de la exhibición de acuerdo con sus miradas, pero para que también aporten y sumen una solución factible para mejorar el circuito cinematográfico argentino. Las condiciones de exhibición
Un cineasta experimentado en el campo del documental como Andrés Di Tella, fundador del Bafici, compara el fenómeno de aquel momento iniciático de 1999 con el actual del cine argentino. “Cuando lo creamos, de alguna manera, fue pensando en darle un marco a un cine que no tenía donde encontrar al público”, explica el director de Fotografías y Montoneros, una historia. Y la gran sorpresa para Di Tella que le dio el Bafici –y que ahora parece evidente– fue que “encontró al público”. Desde el primer momento, “fue un éxito extraordinario de convocatoria para un tipo de cine que, según decían los distribuidores, los exhibidores y todo el mundo, no tenía público. Entonces, me hace pensar que quizás el sueño no sea tan utópico. Y como la gente realmente se mata para ver películas argentinas en el Bafici, que después se estrenan y no va ni el loro ni la tía del realizador, pienso que el problema no está en las películas, sino en el contexto”, razona Di Tella. Como solución al problema de exhibición de cine nacional, este cineasta cree que tanto el Instituto de Cine como la ciudad de Buenos Aires y las distintas ciudades importantes del interior “pueden jugarse a crear espacios que sean tan atractivos para la gente como ir al Bafici”. ¿Cómo se los imagina? “Se puede generar una sala donde haya buena calidad de proyección, de sonido, que sea un lugar lindo, que haya un bar, una programación, una movida, invitados, ciclos. Y sobre todo, publicidad y difusión de eso”, explica.
En cuanto a la necesidad de mejorar las condiciones de exhibición coincide Agustina Llambi Campbell, productora de El estudiante, de Santiago Mitre. “Algo básico para atraer público es que las películas se vean y se escuchen bien. Hoy por hoy, eso sólo pasa en los grandes complejos que, por supuesto, no programan películas argentinas que no sean grandes bombas comerciales. Entonces, me parece que debería haber una política muy clara, enérgica y efectiva, más allá de que el 35 mm está dejando de existir en el mundo y si la Argentina no empieza a equipar salas nos vamos a quedar sin cine.” El director y productor Horacio Maldonado –secretario de Directores Argentinos Cinematográficos– sostiene que otra medida posible de la que se ha hablado muchas veces en las asociaciones de directores y productores “es que si tenés un complejo de dieciocho cines que dispongas como mínimo de una o dos salas para la exhibición del cine nacional”. Uno de los mayores distribuidores de cine nacional, Pascual Condito, titular de Primer Plano, no coincide con esta mirada: “Al contrario, hay salas que tienen que dar una película por trimestre y casos como las de Recoleta, Palermo y Caballito dieron algunas de más. Tenían que dar diez y, a lo mejor, dieron doce”, señala.
La documentalista Carmen Guarini sostiene que si el análisis se limita a la ciudad de Buenos Aires el tema “es complejo”. Y lo argumenta de la siguiente manera para el caso de los documentales: “Hay una sola pantalla importante, interesante y con un público cautivo: el Gaumont. Pero al ser la única, se produce un cuello de botella”, afirma Guarini, quien admite que el Instituto “tendrá que apoyar otras salas como el Gaumont y, al mismo tiempo, mejorar también las condiciones de exhibición porque, a nivel técnico, son bastante deficientes. Quiero dejar constancia de que existe apoyo por parte del Instituto, lo que sucede es que en este momento es tanta la producción que es inabarcable”, comenta Guarini.
Soluciones alternativas
El productor Juan Pablo Gugliotta aporta una posible solución al respecto: “Hay algo que siempre se dice desde la teoría que es la creación de un circuito alternativo. Sé que el Incaa está trabajando en eso y me parece que el circuito alternativo es una urgencia”, considera. “Me lo imagino amplio y federal. No me imagino un circuito que quiera competir con las salas comerciales ya establecidas, sino un circuito en salas nuevas, en espacios alternativos y por todo el país, buscando el público de todo el territorio y no sólo al de cierto sector de la ciudad como Palermo, Barrio Norte, Recoleta o Abasto”.
El productor Diego Dubcovsky también cree que la solución al problema de la falta de pantallas para el cine argentino podría ser la creación de un circuito alternativo “más ligado al tipo de cine que hacemos nosotros”. Dubcovsky comenta que “la experiencia del Gaumont es superexitosa” y que en la actualidad “el del Gaumont es un fenómeno aislado relativamente porque cuando el Incaa tomó Arte Cinema, bajó el valor de la entrada y le dio una programación más atractiva, estando en una zona que a la gente mucho no le gusta ir, el público se duplicó y hubo meses en que se triplicó”, explica uno de los titulares de BD Cine. Este productor cree que para sostener cierto tipo de cine argentino “sería genial”, por ejemplo, que el Arteplex Belgrano y los Atlas Santa Fe que cerraron sean ahora Espacios Incaa..."
El artículo sigue aquí:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-25935-2012-07-24.html
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