Reflejos en un ojo dorado, de John Huston, 1968
Esta cinta está incluída en una decepcionante colección de películas de Marlon Brando editada por Warner. Reflejos en un ojo dorado es una “especie rara” en el cine norteamericano de los años sesenta. Basada en un relato de Carson McCullers, Huston aprovecha a fondo el derrumbe del código Hays de censura y se lanza a hacer una “película adulta”, con un Marlon Brando encendido de deseo sexual por Robert Forster. Todo ocurre en un destacamento militar sureño, convertido en "caldera del diablo" por culpa de una Liz Taylor insaciable y un Brando que sobreactúa por momentos, arrastrando el divismo que afectó su carrera en los años sesenta. Pero, de pronto, cuando nadie lo espera, el gran Brando sale a flote para quedar desvalido, echado de la montura de un caballo, o frágil y celoso en un final memorable.
Esta cinta está incluída en una decepcionante colección de películas de Marlon Brando editada por Warner. Reflejos en un ojo dorado es una “especie rara” en el cine norteamericano de los años sesenta. Basada en un relato de Carson McCullers, Huston aprovecha a fondo el derrumbe del código Hays de censura y se lanza a hacer una “película adulta”, con un Marlon Brando encendido de deseo sexual por Robert Forster. Todo ocurre en un destacamento militar sureño, convertido en "caldera del diablo" por culpa de una Liz Taylor insaciable y un Brando que sobreactúa por momentos, arrastrando el divismo que afectó su carrera en los años sesenta. Pero, de pronto, cuando nadie lo espera, el gran Brando sale a flote para quedar desvalido, echado de la montura de un caballo, o frágil y celoso en un final memorable.
La película se complace en la descripción de un pequeño mundo sustentado en la simulación, el fetichismo, la homosexualidad negada, la observación culposa del cuerpo del otro, la represión sexual, pero no cede a la truculencia ni al espíritu del folletín melodramático sureño al que se avecina. Huston concibió la película con un tratamiento fotográfico despojado de saturación, con un viraje de matices áureos. Y la estrenó así, pero el fracaso de taquilla llevó a la Warner a poner en las salas una versión con colores realistas. Esta edición en dvd recupera la versión en tonos dorados. Lástima que no se haya incluido, como bonus, la versión alternativa que llegó a las salas. En el guión intervino un joven Francis Ford Coppola.
Time, de Kim Ki-Duk, 2006
Cambiar de cara, de modo radical, es un gran asunto del cine fantástico. Grandes películas como Los ojos sin rostro, de Georges Franju, y La cara de otro, de Hiroshi Teshigahara, son ilustraciones del gran tema de la identidad elusiva, del personaje que agoniza, muere y renace con el mismo cuerpo pero con un rostro recreado para convertirse en el mismo y el otro a la vez. Vértigo, de Hitchcock, roza también esa idea de la alteridad incompleta.
Time, de Kim Ki-Duk, 2006
Cambiar de cara, de modo radical, es un gran asunto del cine fantástico. Grandes películas como Los ojos sin rostro, de Georges Franju, y La cara de otro, de Hiroshi Teshigahara, son ilustraciones del gran tema de la identidad elusiva, del personaje que agoniza, muere y renace con el mismo cuerpo pero con un rostro recreado para convertirse en el mismo y el otro a la vez. Vértigo, de Hitchcock, roza también esa idea de la alteridad incompleta.
En Time, el coreano Kim Ki Duk acoge ese motivo y lo pone al centro de una historia pasional, en la que los celos y la obsesión amorosa son los motivos de una y otra alteración facial, de cambios sucesivos de las facciones de dos amantes que sólo pueden seguir siéndolo a condición de lucir distintos. Tan retorcida como la historia es su exposición narrativa, hecha de saltos y giros que recuerdan a los primeros –y mejores- filmes de Brian de Palma, desde Las siamesas diabólicas hasta Obsesión. Pero en Kim Ki Duk hay una melancolía especial, asociada a la idea del tiempo transformador, que modela rostros, apariencias y sentimientos. Este Kim Ki Duk, a la vez sereno y agitado, melodramático y perverso, es el que preferimos por encima del más bien académico de Primavera, verano, otoño, invierno... primavera.
10 canoas, Rolf de Heer, 2006
El holandés Rolf de Heer filma, con el estilo y las retóricas de un documental etnográfico, una historia ancestral, legendaria, narrada por el anciano de una tribu australiana. Lo atractivo de la película es el modo en que la cámara se instala como objeto contemporáneo en el centro de una ficción que remonta al pasado. Juega a documentar la leyenda y el relato oral como si fuera la obra de un documentalista propulsado mil años hacia atrás. Como ocurre en los mejores filmes etnográficos, aquí sentimos la inmediatez del registro fotográfico –la densidad de colores, sonidos, cuerpos, gestos, presencias naturales- sin perder la conciencia de la convención de la representación. Es un filme de aventuras gestado como documento en bruto: la fusión imposible entre Raoul Walsh y Jean Rouch.
Shortbus, de John Cameron Mitchell, 2006
La fábula de la utopía sexual contemporánea contada por John Cameron Mitchell, el director de Hedwig and the Angry Inch. La intención es provocadora y libertaria e incluye imágenes de choque desde el inicio, como la acrobática autofelación que se practica un personaje. Las cosas funcionan mientras la película sigue su impulso exhibicionista y llamativo, pero se arruinan cuando la acción se traslada al club sexual donde acuden la terapeuta insatisfecha, entre otros pintorescos personajes que tratan de superar fobias y miedos. Allí recibe lecciones de manual de autoayuda o de consejería sexual de programa de televisión por cable y John Cameron Mitchell se convierte en un entusiasta boy scout de la pluralidad sexual,dispuesto a guiarnos por los secretos de la libido convertida en energía capaz de remediar apagones en la gran ciudad. El que quiera ver ingeniosas películas sobre la fuerza de la energía sexual que busque mejor W.R. Misterios del organismo, de Dusan Makavejev, o la "comedia a la italiana" La máquina del amor, de Pasquale Festa Campanile, que son mejores.
The Host, de Bong Joon-Ho, 2006
The Host, la película más exitosa de la historia del cine coreano, tiene una primera media hora de antología: un monstruo nacido en las aguas a causa de una mutación provocado por la contaminación de una base militar norteamericana, aparece en escena y aterroriza a una multitud. La secuencia trabaja con maestría la amenaza que viene desde fuera del campo visual, la velocidad de la fuga despavorida de la gente y el sentimiento de desastre apocalíptico que despierta la sorpresiva incursión del inmenso anfibio. Luego, la película pierde el paso, lo retoma, lo vuelve a perder, y así sucesivamente, pero manteniendo siempre la idea de que los más aptos para acabar con la amenaza son los seres ordinarios, con sus habilidades y destrezas silvestres, y no las fuerzas armadas especiales. Un guiño a los héroes de Howard Hawks. El director Bong Joon-Ho es el de la notable Memorias de asesinato.
10 canoas, Rolf de Heer, 2006
El holandés Rolf de Heer filma, con el estilo y las retóricas de un documental etnográfico, una historia ancestral, legendaria, narrada por el anciano de una tribu australiana. Lo atractivo de la película es el modo en que la cámara se instala como objeto contemporáneo en el centro de una ficción que remonta al pasado. Juega a documentar la leyenda y el relato oral como si fuera la obra de un documentalista propulsado mil años hacia atrás. Como ocurre en los mejores filmes etnográficos, aquí sentimos la inmediatez del registro fotográfico –la densidad de colores, sonidos, cuerpos, gestos, presencias naturales- sin perder la conciencia de la convención de la representación. Es un filme de aventuras gestado como documento en bruto: la fusión imposible entre Raoul Walsh y Jean Rouch.
Shortbus, de John Cameron Mitchell, 2006
La fábula de la utopía sexual contemporánea contada por John Cameron Mitchell, el director de Hedwig and the Angry Inch. La intención es provocadora y libertaria e incluye imágenes de choque desde el inicio, como la acrobática autofelación que se practica un personaje. Las cosas funcionan mientras la película sigue su impulso exhibicionista y llamativo, pero se arruinan cuando la acción se traslada al club sexual donde acuden la terapeuta insatisfecha, entre otros pintorescos personajes que tratan de superar fobias y miedos. Allí recibe lecciones de manual de autoayuda o de consejería sexual de programa de televisión por cable y John Cameron Mitchell se convierte en un entusiasta boy scout de la pluralidad sexual,dispuesto a guiarnos por los secretos de la libido convertida en energía capaz de remediar apagones en la gran ciudad. El que quiera ver ingeniosas películas sobre la fuerza de la energía sexual que busque mejor W.R. Misterios del organismo, de Dusan Makavejev, o la "comedia a la italiana" La máquina del amor, de Pasquale Festa Campanile, que son mejores.
The Host, de Bong Joon-Ho, 2006
The Host, la película más exitosa de la historia del cine coreano, tiene una primera media hora de antología: un monstruo nacido en las aguas a causa de una mutación provocado por la contaminación de una base militar norteamericana, aparece en escena y aterroriza a una multitud. La secuencia trabaja con maestría la amenaza que viene desde fuera del campo visual, la velocidad de la fuga despavorida de la gente y el sentimiento de desastre apocalíptico que despierta la sorpresiva incursión del inmenso anfibio. Luego, la película pierde el paso, lo retoma, lo vuelve a perder, y así sucesivamente, pero manteniendo siempre la idea de que los más aptos para acabar con la amenaza son los seres ordinarios, con sus habilidades y destrezas silvestres, y no las fuerzas armadas especiales. Un guiño a los héroes de Howard Hawks. El director Bong Joon-Ho es el de la notable Memorias de asesinato.
Ricardo Bedoya
3 comentarios:
Otra vez yo: The Host la vi en un catálogo del mercado de Magdalena y no le di importancia. ¿Dónde están las otras?, quiero la de Marlon Brando
De las mencionadas vi "Shortbus" que me pareció un tanto aburrida de no haber sido por la fotografia que me parecio buena. ¿Dónde la encontré? En 'Blue Dust'. Ya, nbo se me hagan los defensores de lo original porque si no fuera asi jamás podríamos ver NADA (solo recuerden el catálogo de Blockbuster). Las demas aun las voy buscando...
Vi The Host en el Bafici y deberçian ponerla en el post de sobrevaloradas. Es un Godzila con anorexia y personajes que parecen bufones.
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