viernes, 27 de abril de 2007

José Watanabe: la provincia y la intimidad

Joel Calero escribe unas líneas sobre José Watanabe y lo recuerda en su fase más íntima.

Hoy, luego de oír que Watanabe murió, estuve recordando que Borges solía hablar de eso que él llamaba “escribir unas líneas que lo justificaran”. Aludía, me parece, a escribir (o crear) algo genuino y cierto que justificara (acaso tan solo para sí) una vida dedicada a esas hermosas inutilidades que son el crear en cualquiera de sus formas: escribir, filmar, pintar, etc.

Pepe era un hombre de cine, sin duda, pero fue en la literatura donde, como Borges quería, su vida encontró justificación en varios poemas entrañables. He escrito “poemas”, en plural, y eso es acaso excesivo, pues de tantas obras vastísimas, en el escrutinio final, probablemente no quede ni siquiera una sola frase. Watanabe, en cambio, nos ha dejado varios poemas definitivos. Yo recuerdo uno para siempre: La mantis religiosa.

Hoy, un amigo me envío este extracto de entrevista que revela al Watanabe más íntimo, ese provinciano maravillado y cachaciento que siempre fue:

La madre de Watanabe, de origen serrano, fue enganchada en plena juventud para trabajar en las haciendas azucareras. Su padre era un inmigrante japonés con una distinción muy especial: poseía una gran cultura.

"Mi padre leía mucho -recuerda Watanabe-, era pintor, le gustaba hojear un libro de Cezanne que yo conservo hasta ahora. Era una persona muy especial. Por eso, cuando pienso en él algo me duele: ¿qué hacía una persona como él trabajando en una hacienda azucarera? ¿Cómo podía sentirse en un ambiente así? Sabía hablar inglés y francés y el hacendado lo mandaba llamar para practicar esas lenguas. Después mi padre volvía a la ranchería para continuar con su vida de inmigrante pobre".

"Yo estaba predestinado -continúa-, como todos mis hermanos mayores, a ser un bracero más y convertirme con la reforma agraria en un socio cooperativista en la actual empresa Laredo. Pero cuando estaba terminando la primaria ocurrió algo que cambió, mi vida y la de mi familia: mi padre se sacó la lotería de Lima y Callao y gracias a eso pudimos salir de Laredo, instalarnos en Trujillo y continuar estudiando".

"Ese origen me marcó para siempre. Antes de sacarnos la lotería, mi hermano mayor llegó asustado diciendo que lo había perseguido un caballo blanco; a mi padre lo orinó un gato una noche; ocurrieron otras cosas así. Hasta ahora mi madre no puede dejar de creer que esos fueron buenos anuncios, como tampoco que fueron malos anuncios otros signos que precedieron a la muerte de mis dos hermanos. Ese mundo de mitos que aparece en mis poemas yo lo he vivido de chico, no lo he inventado. He vivido el mito sin saber que era un mito. Eso está en mí y no puedo liberarme. En este libro que voy a publicar aparecen con mayor nitidez esos mundos". (Abelardo Sánchez León y Francisco Tumi)

Joel Calero


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Cuándo se dice que hacía la dirección artística que se quiere decir¿