miércoles, 13 de octubre de 2010

Zodiac, de David Fincher


"The Social Network", la última película de David Fincher, ya se estrenó en los Estados Unidos, y la crítica ha sido entusiasta. Aquí la veremos el próximo año, en las semanas previas a la entrega del Oscar, al que seguramente tentará. Mientras llega, revisemos la notable "Zodiac".


"Zodiac", de David Fincher, es una película opaca, irresuelta, de exposición morosa, analítica, que apunta a líneas dispares del cine criminal pero sin afiliarse a ninguna. Pero esas características no son limitaciones; al contrario, le dan singularidad a un filme que parece llegado de otra época.

Llegado de los años setenta, tal vez, cuando algunas películas norteamericanas se podían dar el lujo de ser reflexivas, informativas, maduras y se alejaban de esos estándares de emoción que son camisas de fuerza hoy. Los antecedentes de "Zodiac" hay que buscarlos en algunas películas de Alan Pakula, Sidney Pollack, Francis Coppola y, sobre todo, Sidney Lumet, apasionados por el tema de la investigación más allá del deber y de las posibilidades racionales de éxito y enganchados con el asunto de la paranoia, de la observación permanente, de los laberintos de la verdad y las apariencias, de la amenaza criminal que lo contamina todo y de la sociedad como panóptico, construida con el dispositivo de una mirada omnipotente en la que todos se vigilan sin conocerse.

Y es que "Zodiac", como "La conversación", de Coppola, o "Los tres días del Cóndor", de Pollack, "The Parallax View", de Pakula, "The Anderson Tapes" y, luego, "El príncipe de la ciudad", de Sidney Lumet, es heredera del gran cineasta de la culpa difusa, de la verdad esquiva, de los mensajes cifrados, de las ciudades asoladas por el miedo, de la investigación como un laberinto en el que los indicios rebotan y se desvían como en una sala de espejos: de Fritz Lang.

Como en el Lang de "Mientras la ciudad duerme" o "Más allá de una duda razonable", en "Zodiac" no importan las conclusiones ni el "whodunit" (la resolución final con la identificación del culpable) sino la trayectoria, el camino, las vías de una dramaturgia hecha de hipótesis que se reformulan, conversaciones que dan materia y textura a la película y pistas que llevan sólo a otras pistas. Es un recorrido mental, no físico, en el que predominan las dimensiones discursivas y los flujos temporales que van gestando hechos, descartando hipótesis, acumulando incertidumbres. La película extiende su relato porque busca que compartamos los vericuetos de una pesquisa tentativa que descubre los cambios de la sensibilidad ciudadana frente a los crímenes y la presencia de Zodiac: del terror se pasa al aprovechamiento mediático, a la construcción de la mitología del asesino serial, al desgaste de la investigación, a la insistencia obsesiva del periodista, al olvido colectivo, a la memoria que se diluye.

"Zodiac" es una película sobre el trauma social provocado por el miedo y sobre el modo en que lo procesa el tiempo y la historia; una docu-ficción o una ficción documentada, a la manera de un dossier, sobre la ciudad de San Francisco, sobre su duelo inicial y sobre las heridas dejadas por un asesino que, para la mayoría, acaba convertido en personaje de ficción, en villano psicópata y enardecido, en amenaza imaginaria: el Scorpio enfrentado a "Harry el sucio" en la gran película de Don Siegel con Clint Eastwood. Las dos horas cuarenta de duración de "Zodiac" forman parte de la extensión del laberinto y dan cuenta de la dificultad o imposibilidad de salir de él.

"Zodiac" se asienta sobre la ausencia de suspenso, que es la materia prima del thriller. O, mejor, sobre la decepción de las expectativas del suspenso. David Fincher dinamita el clima de sórdida amenaza que fue la marca de "Pecados capitales" ("Se7en"), su película más conocida. Allí dio su examen virtuoso de montaje tenso, fotografía desaturada y metálica y clima de miedo casi apocalíptico. Era una película de género a diferencia de "Zodiac", que se resiste a las convenciones genéricas y a las clasificaciones.

El tratamiento de los asesinatos, en relación al resto de la acción, es ejemplar al respecto. Los ataques de Zodiac son breves, acotados, filmados con un sentido de lo ineluctable que apunta a la tensión dramática pero no al suspenso: la única expectativa es la de saber en qué momento apretará el gatillo el asesino, ya que el crimen mismo es una conclusión conocida. La fotografía juega con las sombras de la amenaza; todo es equilibrado, medido, directo, con la luminosidad de la que carecen los indicios y los jeroglíficos del criminal. No existen las consabidas escenas de frenesí policial y caza al hombre. La película se encierra entre las oficinas del diario u otros espacios para cotejar pruebas, ventilar suposiciones, discutir el impacto de lo que pasa afuera, volver a fojas cero y recomenzar.

Se cancela la posibilidad del thriller para jugar con las variaciones del drama ambientado en una redacción periodística. Las convenciones del filme de investigación sucumben en una montaña de signos e informaciones contradictorias. "Zodiac" está más cerca de "Serpico" o de "Todos los hombres del presidente" que de "Copycat" o "Pecados capitales".

Fincher y su guionista James Vanderbilt retoman la figura de Zodiac como signo de una época, de esos años finales de los sesenta e inicios de los setenta, pero a la vez como síntoma de un malestar actual, el del terror agazapado, incierto, cifrado, causa de las reacciones paranoicas de protección a la seguridad colectiva, luego del 11 de setiembre. Zodiac es signo de interrogación y misterio permanente.

Ricardo Bedoya

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay una pela de Mulligan que se parecde a Zodiac

Eduardo dijo...

Increíble que tengamos que esperar hasta el próximo año, cuando The Social Network ya fue estrenada en Argentina.

No creo que una película como ésta, basada nada menos que en FACEBOOK, la red social más famosa del mundo, necesite del "prestigio" del Óscar para llenar las salas. Dejen esas políticas para películas más pequeñas. No hacerlo ahora me parece una necedad comercial. The Social Network tiene un público cautivo y podría reestrenarse de cara al Óscar para aprovechar el ruido. Lo único que provocaran es que cuando salgan los Screeners para los votantes de la Academia, se genere negocio para los piratas.