No quiero comentar el artículo de Cordero que ha dado lugar a las intervenciones de León y Bustamante, con las que estoy totalmente de acuerdo. Pero sí lo pongo como referencia para debatir sobre algunos conceptos acerca del cine peruano que se repiten aquí y allá con insistencia, ligereza y hasta frivolidad, a pesar de basarse en supuestos erróneos o en prejuicios.
1- Decir que CONACINE financia fraudes o que ha modelado una “generación” de cineastas revela desconocimiento de los contextos en los que desarrolla el cine peruano, aplicando, de modo mecánico, las críticas que se hacen en otros lugares a los organismos oficiales de promoción del cine.
Me explico: a CONACINE se le pueden cuestionar muchas cosas, pero no una supuesta influencia o intromisión en la línea, estilo o temática de los proyectos premiados en los concursos que convoca.
Y no puede ejercer esa influencia porque CONACINE no decide nada respecto de esos proyectos; simplemente convoca los concursos. Los premios son decididos por jurados de composición heterogénea y prevista por la ley de cine.
CONACINE no es un banco, ni una financiera, ni un fondo estatal, ni un fondo revolvente, ni un fondo de apoyo; ni siquiera es una institución que decida de modo autónomo a quién entrega los recursos. Nada de eso. CONACINE convoca a concursos cada vez que tiene fondos para ello y gira los premios señalados por el jurado.
Felizmente, CONACINE no dice cuál es el cine que se debe hacer, ni establece líneas temáticas para las películas, ni formula políticas del cine “necesario” o “pertinente”. Tampoco dice: “a este proyecto le entrego plata porque promete ser más exitoso que el otro”. No diseña tendencias ni encausa generaciones.
Eso diferencia a CONACINE de lo que ocurre en Argentina, en España, o en otros países, donde los institutos oficiales deciden, de acuerdo a políticas determinadas, a qué proyectos apoyan y con cuánto. Incluso diferencia a CONACINE de la antigua Comisión de Promoción Cinematográfica (en funciones hasta 1992), que decidía qué películas podían acogerse a la exhibición obligatoria en las salas. COPROCI, con esa facultad, sí marcaba una tendencia del cine peruano ya que sus decisiones eran adoptadas por funcionarios designados por el régimen político.
2- ¿Se puede hablar de películas “independientes”, como Motor y motivo o El delfín, o como cualquier otra, en el Perú?
¿Independientes en relación a qué industria, a qué espíritu oficial, a qué dependencia económica, a qué política de producción cinematográfica, a qué estética dominante?
¿Un premio de CONACINE es signo de alguna “dependencia” oficial o cultural o económica? ¿Un apoyo de Ibermedia es sinónimo de amparo institucional o industrial?
Supongamos que sí lo es. Entonces, cabe preguntarse: ¿cuál es el apoyo o premio que afilia a una película en la categoría de la “no-independencia”? ¿Será el premio al proyecto de largometraje? ¿Será el premio a la postproducción? ¿Será el que se convoca para los proyectos generados en las regiones?
1- Decir que CONACINE financia fraudes o que ha modelado una “generación” de cineastas revela desconocimiento de los contextos en los que desarrolla el cine peruano, aplicando, de modo mecánico, las críticas que se hacen en otros lugares a los organismos oficiales de promoción del cine.
Me explico: a CONACINE se le pueden cuestionar muchas cosas, pero no una supuesta influencia o intromisión en la línea, estilo o temática de los proyectos premiados en los concursos que convoca.
Y no puede ejercer esa influencia porque CONACINE no decide nada respecto de esos proyectos; simplemente convoca los concursos. Los premios son decididos por jurados de composición heterogénea y prevista por la ley de cine.
CONACINE no es un banco, ni una financiera, ni un fondo estatal, ni un fondo revolvente, ni un fondo de apoyo; ni siquiera es una institución que decida de modo autónomo a quién entrega los recursos. Nada de eso. CONACINE convoca a concursos cada vez que tiene fondos para ello y gira los premios señalados por el jurado.
Felizmente, CONACINE no dice cuál es el cine que se debe hacer, ni establece líneas temáticas para las películas, ni formula políticas del cine “necesario” o “pertinente”. Tampoco dice: “a este proyecto le entrego plata porque promete ser más exitoso que el otro”. No diseña tendencias ni encausa generaciones.
Eso diferencia a CONACINE de lo que ocurre en Argentina, en España, o en otros países, donde los institutos oficiales deciden, de acuerdo a políticas determinadas, a qué proyectos apoyan y con cuánto. Incluso diferencia a CONACINE de la antigua Comisión de Promoción Cinematográfica (en funciones hasta 1992), que decidía qué películas podían acogerse a la exhibición obligatoria en las salas. COPROCI, con esa facultad, sí marcaba una tendencia del cine peruano ya que sus decisiones eran adoptadas por funcionarios designados por el régimen político.
2- ¿Se puede hablar de películas “independientes”, como Motor y motivo o El delfín, o como cualquier otra, en el Perú?
¿Independientes en relación a qué industria, a qué espíritu oficial, a qué dependencia económica, a qué política de producción cinematográfica, a qué estética dominante?
¿Un premio de CONACINE es signo de alguna “dependencia” oficial o cultural o económica? ¿Un apoyo de Ibermedia es sinónimo de amparo institucional o industrial?
Supongamos que sí lo es. Entonces, cabe preguntarse: ¿cuál es el apoyo o premio que afilia a una película en la categoría de la “no-independencia”? ¿Será el premio al proyecto de largometraje? ¿Será el premio a la postproducción? ¿Será el que se convoca para los proyectos generados en las regiones?
¿O acaso para ser independiente se requiere no haber estrenado en multicines, lo que no sería el caso de Motor y motivo y El Delfín? Pero si fuere así, El huerfanito, Duele amar, Flor de retama, De ollas y sueños y hasta Vedettes al desnudo, entre otras, serían representantes del cine “no emancipado”.
¿No será más bien que cada película en el Perú construye su propio sistema de producción, apelando a los recursos que ofrece el sistema nacional (CONACINE e Ibermedia, al que considero nacional sólo porque está creado en virtud de un acuerdo internacional que suscribe el Perú) e internacional (fondos de ayuda de todo tipo y pelaje) o a fondos propios?
¿No será que esos microsistemas de producción crean sus propios ámbitos de difusión que, en algunos casos, incluyen la exhibición (cada vez más marginalizada y periférica) en multicines o en pantallas alternativas?
¿No será que todas las películas peruanas son “independientes” a su manera y en su escala, por el modo de su producción; por la forma en que “levantan” de modo lento y hasta azaroso recursos económicos de aquí y de fuera; por las dificultades que encuentran en la postproducción y por el retraso con que llegan al público?
Hablar de “cine independiente peruano” es aplicar con pereza intelectual un concepto que puede funcionar en Argentina o en países donde hay industrias consolidadas o, al menos, políticas oficiales delineadas y operativas de apoyo a la cinematografía, pero no entre nosotros.
Lo que diferencia a Motor y Motivo de Tarata, o a Don Melcho, amigo o enemigo, de Mariposa negra, a Encierro de El destino no tiene favoritos, o a Detrás del mar de Una sombra al frente, puede ser un asunto de envergadura de producción, pero no de mayor o menor “independencia”.
Las diferencias sustanciales entre esas películas son de naturaleza expresiva, de puntos de vista diversos, de estrategias narrativas diferentes, de modos opuestos –o acaso coincidentes, pero desde bases distintas- de abordar la realización cinematográfica. La crítica de cine debe dar forma conceptual a esas diferencias y debatirlas, pero para eso es preciso dejar de lado los prejuicios y el autismo que lleva a ignorar lo que se hace en el cortometraje y en otros terrenos de la realización fílmica en el Perú.
3- ¿Qué le da la nacionalidad a una película? ¿Qué la hace peruana? ¿Cuándo se habla de una coproducción? ¿Es Máncora una película peruana o una coproducción con el Perú?
El tema es complicado, pero los festivales de cine lo han resuelto considerando que las películas tienen la nacionalidad de sus productores. Es decir, una cinta sigue el destino nacional de las empresas que pusieron el dinero para hacerla.
Es el modo más extendido de entender el tema de la nacionalidad de las películas.
Puede ser que me equivoque –en ese caso, me gustaría que me digan el dato exacto que ignoro- pero Máncora es una producción española al cien por ciento. No se la puede considerar, por eso, una película peruana.
En lo personal, me daría igual que una película, o todas, para efectos de registros y trámites, fuera apátrida, siempre que diera cuenta a cabalidad de un entorno cultural. Pero aun así creo que es conveniente discutir este asunto.
¿La nacionalidad se la da sólo el lugar de nacimiento o nacionalidad adquirida del director? En ese caso, Anaconda sería una producción peruana.
¿Es el lugar de rodaje el que importa? Si fuera así, nacionalizamos Aguirre, la ira de Dios.
¿Será la intervención de actores peruanos y especialistas en producción local la que decide? En ese caso, Prueba de vida es peruana.
Es verdad que ahora abundan las coproducciones multinacionales de papel, levantadas con el fin de cumplir las exigencias de las instituciones que conceden fondos internacionales, pero al menos en ellas se establece con claridad el origen nacional de los productores.
También ocurre eso cuando una producción hecha con inversiones mayoritarias de fuera recibe el premio de una institución oficial. En ese caso, más allá del volumen del premio o subsidio, la recompensa “nacionaliza” a la película.
Este tema se actualiza con el caso Máncora y bien vale la pena darle vueltas antes de lanzar listas de mejores o peores del año.
4- ¿CONACINE comete un fraude premiando películas que no “superan las expectativas” y despilfarra el dinero de los contribuyentes al haber premiado películas que no han tenido éxito de público?
Por supuesto que no.
Si los apoyos estatales existen el mundo es justamente para permitir que se haga un cine distinto, alejado del canon, que puede no gustarle al espectador masivo, modelado en sus preferencias por los blockbusters que acuna la Motion Picture Association of America (MPAA).
Es decir, lo que buscan las leyes de promoción a los cines nacionales es diversidad, y en esa diversidad habrá películas buenas, regulares y malas, que son la mayoría.
El argumento que cuestiona al Estado por despilfarrar recursos en películas raras, difíciles, mortecinas y ensimismadas es tan viejo como los discursos de Jack Valenti, antiguo presidente de la MPAA, que repetía esa monserga en sus permanente lobbies con el fin de lograr la derogación de las leyes nacionales de promoción al cine y conseguir la utopía hollywoodense -ya casi cumplida- de retener para el cine norteamericano la totalidad de las pantallas del planeta. Lo mismo sostenía en el Perú, desde los años sesenta, el crítico Alfonso Delboy, en las páginas de 7 días del Perú y del Mundo, suplemento del diario La Prensa, haciendo eco permanente de los intereses de las distribuidoras norteamericanas.
Luego, ese argumento fue reciclado por las políticas neoliberales aplicadas a rajatabla luego del golpe de estado de Fujimori de 1992 y que pusieron fin a la ley de cine de 1972.
Ahora el argumento reaparece pero con una variante: el Estado despilfarra fondos en películas que no “superan las expectativas”.
¿Expectativas de quién?
Creo que estos temas deberían discutirse en público. Ojalá Gabriel Quispe, Presidente de APRECI, considere la posibilidad de organizar un seminario abierto y amplio, donde se expongan y debatan ponencias elaboradas a partir de una agenda temática precisa.
Ricardo Bedoya
Creo que estos temas deberían discutirse en público. Ojalá Gabriel Quispe, Presidente de APRECI, considere la posibilidad de organizar un seminario abierto y amplio, donde se expongan y debatan ponencias elaboradas a partir de una agenda temática precisa.
Ricardo Bedoya
9 comentarios:
"El cine español no sobrevivirá"
Los productores temen por el futuro del sector sin el 5% de las televisiones - El auto del Supremo añade desasosiego tras el bloqueo de las ayudas en Bruselas
ROCÍO GARCÍA / R. G. GÓMEZ - Madrid - 23/12/2009
El modelo que sustenta el cine español se tambalea. A la preocupación provocada por el auto del Tribunal Supremo que plantea una cuestión de inconstitucionalidad contra la ley que obliga a las televisiones a invertir un 5% de sus ingresos en producciones españolas y europeas, se añade la inseguridad que embarga al sector tras el bloqueo hace un mes por parte de la Comisión Europea de las subvenciones para los rodajes a comienzo de 2010. Nunca la industria se había visto en una situación tan frágil.
El varapalo ha sido de órdago. La industria vive en el desasosiego, pese a que las últimas cifras de asistencia a las salas superan con creces los datos de años anteriores. Abundan las películas españolas entre las más vistas en los últimos tres meses: Ágora, Spanish movie, Celda 211 o Planet 51 se suman así en un año excepcional en términos de taquilla a Los abrazos rotos, Fuga de cerebros, Mentiras y gordas o Rec 2. Muchas de estas películas han sido producidas con la inversión de cadenas de televisión privadas, cuya aportación representa de media un tercio del total del presupuesto de un filme español.
Desde 1999, año en que el Gobierno de José María Aznar impuso a los operadores audiovisuales (públicos y privados) la obligación de invertir un 5% en producciones cinematográficas, las televisiones han destinado al cine español una cifra cercana a los mil millones de euros. Sólo en 2007, últimos datos oficiales conocidos, las cadenas invirtieron un total de 153 millones de euros en obra audiovisual europea, de los que 124 fueron destinados a películas en lengua original española.
"El cine español no puede sobrevivir sin la ayuda de las televisiones. Estamos viviendo un momento de gran inseguridad jurídica", asegura Fernando Bovaira, productor de Ágora. "Es un problema de Estado, una decisión del Gobierno de si quiere que haya cine español o no", añade Gerardo Herrero, productor de El secreto de sus ojos. Herrero se mostró francamente sorprendido con que la noticia del auto, con fecha de 9 de diciembre, se haya dado a conocer sólo un día antes de que se empezara a debatir la Ley General Audiovisual en el Congreso.
Los temas sugeridos por Ricardo Bedoya para activar un tiempo y lugar de exposición y debate (amplio, democrático, académico) sobre los aspectos conceptuales y estratégicos del cine peruano, me parecen interesantes y oportunos.
Un foro o seminario -de suyo- podría ayudar a conjurar todos los prejuicios, medias verdades y pereza intelectual que caracterizan a un sector de la crítica de cine en el país.
Este foro o seminario debe organizarse no con vocación dictaminadora o censora sobre lo que "debe ser" el cine peruano o la crítica; o lo que ésta debe pensar o difundir.
Soy un convencido -en todo caso- que el acto propiciará el debate de ideas y la cultura de la argumentación. Beneficiando al mayor número con posiciones sólidas y razones articuladas.
Si Gabriel Quispe ha acusado recibo del pedido de Ricardo, debiera considerar como componente importante de la logística del evento, la consignación en la puerta de ingreso de todas las ocurrencias, infundios, poses, fetiches y lugares comunes.
¿Se quiere hablar seriamente y con seriedad del cine peruano? Pues hablemos del cine peruano, pero en serio.
A propósito, comparto plenamente las razones y discrepancias de Emilio Bustamante y de Chacho León en relación al artículo de Claudio Cordero sobre el cine peruano de 2009.
Saludos cordiales y feliz Navidad.
Óscar Contreras
Muy buena idea sobre el debate, pero que sea sobre cine peruano no una excusa para que Bedoya y Chacho hagan higado contra Pimentel y Cordero, que al final para eso sirven todas la polemicas que Bedoya propone, si tienen afrentas personales entre ellos que lo areglen en su casa, que no usen el nombre del cine peruano como instrumento.,
Me parece acertado el articulo de Ricardo, con muchas discrepancias como eso de CONACINE "no es un fondo estatal", pero lo de Oscar Contreras cae ya en el hartazgo cuando "comparte" las discrepancias de Emilio y Chacho, con todo respeto. ¿A quién le importa?
Al anónimo de las 23:43:
Ricardo "está totalmente de acuerdo" con las intervenciones de Emilio y Chacho...
Chacho León formula aclaraciones al texto de Cordero "que Emilio Bustamante ya respondió"... Emilio disente de punta a punta con el artículo de marras..... Usted desde el anonimato dice "me parece acertado el artículo de Ricardo"....
Pregunto ¿Por qué no puedo expresar coincidencia o disidencia respecto de estos temas? ¿Tiene usted corona? ¿Quiere administrar PAGINAS DEL DIARIO DE SATAN o de repente recortar mis derechos? ¿Quizá estamos frente a una gran vocación censora que el anonimato refrena terriblemente?
Como no siempre intervengo ni siempre "me parece acertado" todo todo, le planteo las siguientes preguntas... ¿No cree que existen otras cosas que -de verdad- ya cansan en el país? ¿Por ejemplo, la venta indiscriminada de tinta bajo la apariencia de crítica de cine? ¿Corresponde aupar desde el anonimato la irresponsabilidad de terceros que distorsionan la realidad derrochando errores, supuestos no demostrados, explicaciones insuficientes y ligerezas de juicio? En realidad ¿Corresponde el anonimato en un país no integrado como el Perú?
Siempre me van a importar las razones. Jamás el anonimato.
Oscar Contreras
Los temas planteados superan el espacio y tiempo de un simple conversatorio. Y debates de un par de horas tambien resultan insuficientes.
¿Por que no acudir a la misma U. de Lima para darle el impacto, peso y repercusión que se merecen?
Todos los docentes y críticos de cine que enseñan allá cuentan con la logística, los medios y las condiciones suficientes para armar un evento académico de envergadura.
Entonces, ¿qué están esperando?
Tengo una curiosidad:
El señor Oscar Contreras deberia señalar quien son esos criticos que no estan a su nivel.
Gracias
PD No pongo tildes por falla en el teclado.
Alonso Izaguirre
Buenos días:
Pregunto al señor Alonso Izaguirre
¿Dónde he señalado -dentro de mi último comment- que existen críticos que no están a mi nivel? ¿He sugerido acaso que existen críticos de segunda línea, disminuidos o acaso una subcrítica de cine en el Perú? ¿O una super crítica? ¿O que el suscrito se encuentra en el subsuelo, o en el purgatorio o que habiendo alcanzado el "Olimpo de la crítica" le molesta terriblemente el sonido de los mortales? ¿Dónde? Agradeceré más bien la indicación.
Presumo que la curiosidad de Alonso Izaguirre apunta a lo por mi expresado en el sentido de que "la venta indiscriminada de tinta" bajo la apariencia de crítica de cine -y me permitiría añadir bajo la apariencia de cualquier tabajo periodístico, abogadil o ingenieril, como positivamente ocurre en el Perú- es ofensiva y disfuncional cuando se sustenta en errores, supuestos no demostrados, explicaciones insuficientes y ligerezas de juicio.
Con esta apreciación ni discrimino ni marco distancia ni quiero difamar a nadie. Expreso en primer lugar respuesta a un anónimo (¿Cómo se puede conversar con un anónimo?); y señalo también mi coincidencia con una serie de artículos (Bustamante, León, Bedoya) a propósito de un texto de Claudio Cordero -respetable y por lo mismo opinable hasta la discrepancia- que ha motivado al propio Ricardo Bedoya a plantear la organización de un foro o seminario.
No encuentro en ninguno de los extremos de mi commnet ni discriminación, ni autoritarismo, ni vocación censora, ni soberbia, ni difamación alguna.
Agradezco al señor Alonso Izaguirre por tomarse su tiempo en leerme.
Oscar Contreras
tú mismo te enredas en tu lengua abogadil, Contreras.
Anónimus.
Publicar un comentario