martes, 24 de noviembre de 2009

Un gran plano secuencia


Se ha escrito, a propósito de "El secreto de sus ojos" (2009), la reciente película del cineasta argentino Juan José Campanella (que ojalá se estrene muy pronto en Lima) que su principal atributo es un plano secuencia de cinco minutos de duración filmado en el contexto de un partido de fútbol jugado en los años setenta en el Estadio del Club Huracán de Buenos Aires, teniendo como protagonista al Club Racing de Avellaneda. La escena ha sido calificada por muchos como el mejor plano secuencia de la historia del cine latinoamericano y los despachos reportan que Campanella habría aplicado un programa informático de última generación llamado Massive, el mismo que utilizara Peter Jackson en su serie fílmica "El señor de los anillos".

La secuencia es notable en su concepción, realización y edición. Pero no creemos que sea el mejor de la Historia del Cine en la región. Cremos prudente indicar además que no hemos visto todavía "El secreto de sus ojos", por lo que mal haríamos en ensayar una crítica o prognosis. No obstante, se puede decir que sí existe un ejercicio tan notable como el precitado en el cine latinoamericano.

Arturo Ripstein, uno de los grandes directores mexicanos de todos los tiempos, dueño de un estilo insensible y maldito; subterráneo y enrarecido; tercermundista y revisor, filmó en 1993 la película "Principio y fin", basada en la novela homónima del premio Nobel de literatura, el egipcio Naguib Mahouz. "Principio y fin" es una obra maestra.

Utilizando el melodrama como vehículo de desmontaje de su sociedad; despostillando todo lo que estuviera a su alcance; destruyendo las bases bases mismas de un género edificante, Ripstein planificó una secuencia final -junto a su guionista y mujer, Paz Alicia García Diego- que capturase el climax dramático de la novela. En realidad, "Principio y fin" se vuelve más contundente, casi casi despiadada, con este notable ejercicio.

En la secuencia, el actor Ernesto Laguardia como Gabriel (en actuación consagratoria y antitética respecto de sus roles telenovelescos) aparece junto a su fea y adolescente hermana Mireya (Lucía Muñoz) absolutamente perturbado, enceguecido por la ira, al interior de un desvencijado edificio de baños turcos en el D.F. Lucía le ha arruinado la noche: convertida en una prostituta callejera, ha sido detenida por la policía justo cuando Gabriel se disponía a recibir una beca de estudios para los Estados Unidos (acaso su pasaporte a una vida menos miserable). El ambicioso Gabriel, al ver como se desploma su sistema de apariencias -que refunden un origen pobrísimo- lleva a Mireya hasta los baños turcos y la obliga a suicidarse. Y al descender a los infiernos Laguardia-Gabriel, en gesto maldito y despiadado, toma idéntica determinación en tanto se oye in crescendo el sonido sincopado de unos tambores japoneses y unos gritos marciales.

El plano secuencia dura casi 10 minutos. No tiene corte alguno; no aplica ningún programa informático; no tiene efectos de animación ni emplea "steadycam" o dobles de cuerpo. A pura cámara en mano y con pulso resistente, se dice que el operador terminó agarrotado y fuera de circulación toda una semana. Y es que soportó el peso de la película (en soporte fotoquímico) que corría del carrete delantero de la cámara al posterior. Además tuvo que subir (sin prisa y sin pausa) casi 50 empinados escalones sostenido por el asistente y los Ripstein. El director ensayó un día antes con los actores (y el cameraman que observaba sin su herramienta) solo una vez tan complicada rutina. Los resultados son espléndidos.

Dicen que los soportes digitales aproximan cada vez más a los directores y al público a la experiencia utópica de capturar el realismo-verdad--tiempo-espacio-drama. Piénsese que hace 50 años, el plano secuencia constituía el paradigma de un cine más fiel al tiempo de la naturaleza y capaz de captar cierta esencia humana que el corte manipulador no permitiría. Hoy debe ser pensado por la crítica como un virtuosismo y un procedimiento que facilitaba la navegación cinematográfica en pos de la única verdad: la realidad. Contextualizando las cosas, nos atrevemos a decir que el ejercicio de Ripstein seguirá siendo -por muchos años más- un plano secuencia excepcional y sobre todo una necesidad y una búsqueda de un tiempo en el cual los hombres tenían esperanzas en el cine y en su poder epifánico.

PRINCIPIO Y FIN (Arturo Ripstein, 1993)
http://www.youtube.com/watch?v=ADmrvrlhpKc

EL SECRETO DE SUS OJOS (Juan José Campanella, 2009)
http://www.youtube.com/watch?v=hffLoBKeHWk#


Óscar Contreras

9 comentarios:

El "Negro" Galván dijo...

Probablemente no sea la mejor secuencia de la historia del cine latinoamericano, pero puede ser la mejor secuencia de fútbol de la historia del cine...¿qué dicen?

Sr. Magnus dijo...

No debe olvidarse un plano secuencia de "Soy Cuba" (¿es esta película latinoamericana o rusa) del funeral.

Anónimo dijo...

Deben preguntarse quien dijo que es el mejor plano secuencia del cine latinoamericano, algun critico argentino muy seguramente, no se dejen engañar por el egocentrismo gaucho, aunque por lo visto muchos peruanos (considerados una colonia cinematografica y cultural de los albicelestes) ya le revientan cuetes.

Benjamín Espósito dijo...

Tanto el plano secuencia de Campanella como el artículo de Contreras son gratuidades totales. Y ya los cineastas argentinos deberían buscar otros actores: el sobretono constante y la cara de boludo de Darin ya no dan para más.

Anónimo dijo...

"Arturo Ripstein, uno de los grandes directores mexicanos de todos los tiempos, dueño de un estilo insensible y maldito; subterráneo y enrarecido; tercermundista y revisor"... o_O (mi no entender)

Anónimo dijo...

No pude esperar el estreno en cine (dicen los amigos de Sony Pictures que recién será en enero de 2010), acabo de ver EL SECRETO DE SUS OJOS, bajada de internet con una resolución de 576x720. Mi hermano conectó un cable HDMI desde su laptop hasta el LCD y el resultado fue sorprendente. Desde la primera escena en la estación del tren, provoca afirmar que esta película de Campanella es lo mejor que ha dado el cine argentino en años. Con el actor Ricardo Darín no hay pierde, su Benjamín Espósito, secretario de un Juzgado de Buenos Aires que está a punto de retirarse y decide escribir una novela basada en un caso que lo conmovió treinta años antes, es una escalón más en su fructífera carrera. La obsesión de Benjamín con el brutal asesinato ocurrido en 1975 lo lleva a revivir aquellos años, trayendo al presente no sólo la violencia del crimen y de su perpetrador, sino también una profunda historia de amor con su compañera de trabajo, a quien ha deseado y amado fervorosamente y en silencio durante años. EL SECRETO DE SUS OJOS tiene algo de cine político, drama, romance, humor, pero es, principalmente, un notable relato criminal. Gracias por recomendarlo.

Rodrigo dijo...

GOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLL!!!

camarografo dijo...

Los buenos planosecuencias no son piruetas de cámaras o truquetes de computadora, son otra cosa. Pregunten a Mizoguchi y más cerca a Glauber Rocha.

laslo rojas dijo...

¿Donde se dijo?
aqui se dijo
http://www.cinencuentro.com/2009/11/15/lo-mejor-el-secreto-de-sus-ojos/

Que la den en el cine para apreciarla como se debe.