Dentro de poco, la Filmoteca de la Universidad Católica, en colaboración con el Centro Cultural de España, sacarán al mercado una publicación sobre Luis Buñuel a los 25 años de su muerte. Es una antología de textos de Buñuel y sobre Buñuel. Aquí va un adelanto. Es la presentación del volumen, escrita por Isaac León Frías
"Así es. La vida física de Luis Buñuel culminó el 29 julio de 1983 (30 de julio, otras fuentes), con 83 años a cuestas, pero la existencia de su obra fílmica -como de toda obra artística que supera las barreras del tiempo- se prolonga indefinidamente y se enriquece progresivamente. Son, entonces, 25 años de ausencia biológica que han visto un incremento en la atención y en la valoración del cine del maestro hispano-mexicano.
"Así es. La vida física de Luis Buñuel culminó el 29 julio de 1983 (30 de julio, otras fuentes), con 83 años a cuestas, pero la existencia de su obra fílmica -como de toda obra artística que supera las barreras del tiempo- se prolonga indefinidamente y se enriquece progresivamente. Son, entonces, 25 años de ausencia biológica que han visto un incremento en la atención y en la valoración del cine del maestro hispano-mexicano.
En el libro de memorias, escrito con Jean Claude-Carriere, Mi último suspiro, Buñuel decía al final que le gustaría renacer cada 10 años y acercarse a un kiosko de periódicos para leer las noticias acerca de los desastres que ocurren en el mundo. Si esa imaginaria situación se hubiese realizado y si Buñuel no se limitara a leer los desastres de la actualidad inmediata, habría podido comprobar la ingente consideración dispensada a su vida y obra. En efecto, en nuestra lengua se ha publicado una enorme cantidad de libros biográficos y ensayísticos, de textos analíticos y de estudios sobre sus películas. Hasta donde sé, la última publicación editada incluye fotografías de escenarios registradas por el mismo Buñuel antes del rodaje de una docena de sus películas mexicanas, además de cartas y documentos, que su familia tenía guardadas y que se dan a conocer por primera vez. Y los libros siguen apareciendo, pues hay más que se anuncian. Ningún otro realizador cinematográfico ha recibido tal grado de atención en el mundo de habla hispana.
Pero en otras latitudes y lenguas, también es considerable la producción bibliográfica, además de los cursos o seminarios en universidades y centros académicos. Otro tanto ocurre con las retrospectivas en cinematecas o festivales, los simposios que reunen a especialistas de diversas procedencias, los documentales en torno a la obra del autor, la edición en dvd de sus films. Es decir, Buñuel no es en absoluto una referencia del pasado, como lo son, por ejemplo, el francés René Clair, el español Juan Antonio Bardem o el también hispano-mexicano Luis Alcoriza, guionista de algunos títulos fundamentales de Buñuel como Los olvidados, más allá de que algunas películas de estos realizadores mantengan un nivel de interés o calidad no afectados por el paso del tiempo. De cualquier modo, los menciono con el propósito de destacar, por oposición, la enorme vigencia que siguen teniendo tanto las películas de Buñuel vistas por separado como el conjunto de su obra visto como una totalidad.
Una obra, además que no tuvo la continuidad o progresión de otras, incluso de quienes, por diversas circunstancias, vieron mudar su residencia. Tanto el alemán Ernst Lubitsch como el británico Alfred Hitchcock prosiguieron sin sobresaltos una línea creativa al pasar de los estudios de Berlin y Londres, respectivamente, a los de Hollywood. Incluso en ese alemán trashumante que fue Max Ophuls se puede encontrar una clara continuidad entre su producción germana Liebelei, la norteamericana Cartas de una desconocida y las francesas La ronda, El placer y Madame D, por señalar un caso poco habitual en su época de tantos desplazamientos, pues como se sabe Ophuls filmó también al interior de las cinematografías italiana y holandesa.
Pues bien, las circunstancias en que se desarrolla la carrera de Buñuel son muy especiales, pues se inicia como un realizador de vanguardia en el París de fines de los años 20, en medio de la efervescencia de los ismos que removían el panorama de las artes. Nadie hubiera imaginado en ese entonces que el autor de esa "invitación al asesinato" que era Un perro andaluz y de esa otra cinta igualmente trangresora e incómoda, La edad de oro, iba a reaparecer 15 años más tarde en una industria tan abocada a un cine popular como la mexicana. Tampoco en esos 15 años de actividad en México se podía prever el salto, no sólo del charco, sino de talante expresivo que las películas de Buñuel tendrían en Europa a partir de Viridiana, aunque ella sea una suerte de película-puente con su obra mexicana, como luego El ángel exterminador y Simón del desierto serán a su vez las películas-puente entre México y Europa.
Es decir, cuando Buñuel hace películas de vanguardia como las primeras las hace con clara conciencia de lo que ello significa y cuando filma en México no intenta en ningún momento hacer obra de vanguardia y se ajusta a los modelos genéricos de esa cinematografía. Por su parte, en la segunda etapa europea, mucho más dilatada que el breve aunque enormemente significativo aporte a la estética surrealista, y a la estética del cine en general, hace también muy a conciencia obra de "autor", a tono con ese período de afirmación de un cine de expresión personal que tiene como principales exponentes a Fellini, Antonioni y Bergman.
Ese aparente "camaleonismo" que, de otro modo, se puede rastrear entre el Fritz Lang del periodo alemán silente y del norteamericano sonoro, no impidió que Buñuel conservara no sólo, y en primer lugar, un talento creativo poco común, sino que se mantuviera firme en lo que en alemán se conoce como una weltanschaung, una visión o concepción del mundo que pudo expresarse en buena parte de sus películas mexicanas, pese a los altibajos que algunas de ellas pudieron tener. Abismos de pasión, por ejemplo, en su carácter de melodrama desaforado y mórbido, tiene enormes puntos de contacto con La edad de oro. Y eso que los actores de esa cinta mexicana, y especialmente Jorge Mistral, no dan la talla requerida para hacer más redonda esa experiencia de descenso a los "abismos de la pasión".
Pero hay más: una manera de filmar suelta, relativamente distendida, aunque ajena a ese manejo de una temporalidad dilatada que caracteriza a varios cineastas del llamado cine de la modernidad y de manera especial a Antonioni. Buñuel no busca los "tiempos muertos" ni los espacios vacíos ni semivacíos. En sus relatos, y esto vale para Un perro andaluz, Los olvidados, La ilusión viaja en tranvía, Nazarín, El discreto encanto de la burguesía y Tristana (y para todas las demás), la acción no se detiene aunque, claro, nunca es atropellada ni precipitada. Allí están los paneos breves y "suaves", el manejo del montaje continuo, de la duración "intermedia" de los planos, de la actuación "moderada", de la progresión sin sobresaltos, aún cuando el nivel de "realidad" pase por el "enrarecimiento" que muestran sus últimas películas francesas. En otras palabras, hay un estilo visual, una modalidad de dirección de actores y un sentido de la composición la planificación y el montaje que en lo fundamental permanece, a pesar de las diferencias propias de cada época, cinematografía, blanco y negro o color o caracter específico de cada propuesta.
La obra de Buñuel, sin Buñuel en vida, cumple entonces 25 años muy saludables y todo hace pensar que esa salud se mantendrá por largo tiempo. Este nuevo homenaje es una pequeña demostración de ese estado de salud. Larga vida Don Luis.
Isaac León Frías
3 comentarios:
¿cuándo aparece esa publicación?
Bueno el artículo. Muy claro.
Qué viva Buñuel!!!
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