Antes de comentar la programación de este año, quiero resumir mi posición sobre el Festival y dejar en claro lo que considero elogiable pero también lo criticable en él.
Lo bueno
Lo bueno
1- Lo mejor es que el Festival de Lima exista. Y eso hay que reconocérselo a la Universidad Católica y a sus auspiciadores.
2- También es magnífico que el Festival abra una ventana a un cine que los distribuidores comerciales nunca traerían y que el público se movilice durante diez días. Sobre todo ese público aficionado y curioso, en su mayoría joven, que asiste a ver lo que le permite el bolsillo.
Lástima que esa efervescencia no se mantenga luego, cuando algunas películas se estrenan y la asistencia resulta limitada. Hay explicaciones para eso, pero lo dejamos para un post ulterior.
3- La organización del Festival mismo; es decir, su marcha cotidiana: más allá de fallas puntuales e inevitables, las cosas marchan bien. Las películas no se cancelan a última hora ni ocurren desmadres.
Lo cuestionable
1- La reticencia de los organizadores, hecha de vaivenes y contramarchas, de crear en el Festival un espacio, competitivo o no, dedicado a mostrar las “otras” películas latinoamericanas, llámense como quiera: experimentales, vanguardistas, no aristotélicas, semi-aristotélicas, underground, “udigrudi”, indie o medio indie, de ensayo...
El nombre no interesa. Lo importante es que esas películas tengan un espacio permanente, constante, estable, reconocible, una sección con nombre y apellido (Nuevos horizontes; La otra mirada; La mirada del otro; Perspectivas; Nuevas imágenes, o como quiera llamársele) y una presencia deseada en el Festival.
Es decir una sección que dé cabida a las películas pequeñas, frágiles, imperfectas, en otros soportes, de aprendizaje, de búsqueda, distintas por ser muy largas, o muy densas, o muy “lentas”, o muy extremas y desafiantes. Los “patitos feos” y las “películas enfermas”, como decía Truffaut. Esas películas que necesitan cuidados especiales, atención preferente, un lugar para ser observadas.
El plantear la creación de una sección así no tiene nada de caprichoso. Secciones de este tipo existen en todos los festivales serios del mundo: ahí está Una cierta mirada y La quincena de los realizadores, en Cannes o Panorama, en Berlín, por citar sólo dos.
¿Por qué las tienen?
Por dos razones. La primera es por el compromiso evidente que tienen sus organizadores con mostrar el estado del cine, el “aire del tiempo”. Los festivales se enorgullecen de los directores que descubrieron, mostrando ahí sus primeras películas, esas que parecían inseguras, imperfectas, “enfermas”.
En segundo lugar porque les permite hacer una Selección Oficial más volcada al relumbrón, a la repercusión mediática, haciendo equilibrios entre el cine más popular, siempre que tenga nivel, y la firma del autor y, por allí, la presencia de algún debutante. Es decir, juntan a Shrek con Kiarostami y los Dardenne y pasean por la alfombra roja a Bruce Willis y a Ken Loach.
2- También es magnífico que el Festival abra una ventana a un cine que los distribuidores comerciales nunca traerían y que el público se movilice durante diez días. Sobre todo ese público aficionado y curioso, en su mayoría joven, que asiste a ver lo que le permite el bolsillo.
Lástima que esa efervescencia no se mantenga luego, cuando algunas películas se estrenan y la asistencia resulta limitada. Hay explicaciones para eso, pero lo dejamos para un post ulterior.
3- La organización del Festival mismo; es decir, su marcha cotidiana: más allá de fallas puntuales e inevitables, las cosas marchan bien. Las películas no se cancelan a última hora ni ocurren desmadres.
Lo cuestionable
1- La reticencia de los organizadores, hecha de vaivenes y contramarchas, de crear en el Festival un espacio, competitivo o no, dedicado a mostrar las “otras” películas latinoamericanas, llámense como quiera: experimentales, vanguardistas, no aristotélicas, semi-aristotélicas, underground, “udigrudi”, indie o medio indie, de ensayo...
El nombre no interesa. Lo importante es que esas películas tengan un espacio permanente, constante, estable, reconocible, una sección con nombre y apellido (Nuevos horizontes; La otra mirada; La mirada del otro; Perspectivas; Nuevas imágenes, o como quiera llamársele) y una presencia deseada en el Festival.
Es decir una sección que dé cabida a las películas pequeñas, frágiles, imperfectas, en otros soportes, de aprendizaje, de búsqueda, distintas por ser muy largas, o muy densas, o muy “lentas”, o muy extremas y desafiantes. Los “patitos feos” y las “películas enfermas”, como decía Truffaut. Esas películas que necesitan cuidados especiales, atención preferente, un lugar para ser observadas.
El plantear la creación de una sección así no tiene nada de caprichoso. Secciones de este tipo existen en todos los festivales serios del mundo: ahí está Una cierta mirada y La quincena de los realizadores, en Cannes o Panorama, en Berlín, por citar sólo dos.
¿Por qué las tienen?
Por dos razones. La primera es por el compromiso evidente que tienen sus organizadores con mostrar el estado del cine, el “aire del tiempo”. Los festivales se enorgullecen de los directores que descubrieron, mostrando ahí sus primeras películas, esas que parecían inseguras, imperfectas, “enfermas”.
En segundo lugar porque les permite hacer una Selección Oficial más volcada al relumbrón, a la repercusión mediática, haciendo equilibrios entre el cine más popular, siempre que tenga nivel, y la firma del autor y, por allí, la presencia de algún debutante. Es decir, juntan a Shrek con Kiarostami y los Dardenne y pasean por la alfombra roja a Bruce Willis y a Ken Loach.
Creo que el Festival de Lima sería verdaderamente atractivo y útil si decidiera optar por esa alternancia.
Es decir, por una Selección Oficial abierta y ecléctica, con el buen cine industrial de aquí y de allá junto con películas de “autor” al lado de alguna otra como para el público burgués y mayor que frecuenta la sala y que espera una cinta “linda” y “digestiva”. Además, “operas primas” ni tan radicales ni tan rompedoras. Es decir, una “Selección Oficial” con efecto vitrina, informativa y amplia, pero cuidando el nivel y la calidad.
Al lado, la competencia documental que es imprescindible y que está resultando en conjunto la mejor sección del Festival desde que existe.
Por último (“last but not least”), la muestra que proponemos más arriba, la de los “otros”, la de los “feos, sucios y malos”, esos que se convierten en galantes príncipes e invitados estrellas luego de que los selecciona y promueve el Festival de Cannes.
2- También es cuestionable la ausencia de investigación en el Festival.
Hace poco, un lector se preguntaba para qué investigar en un Festival.
Le respondo: en primer lugar para armar una sección alternativa como la propuesta antes. Investigar para separar el grano de la paja; para distinguir lo que es novedoso y original de la pura morisqueta, que hay bastante de eso también en el cine de hoy.
En segundo lugar para tener la capacidad de reconocer el real valor de una película o de un realizador sin tener que esperar el sello de buena conducta o el certificado ISO del Festival de Cannes. Es decir, sin tener que pensar y juzgar por cabeza ajena.
En tercer lugar, para producir dentro del Festival muestras, exposiciones, retrospectivas, información y orientación sobre temas, épocas, obras, películas, o lo que fuere.
Pongo un ejemplo.
Es decir, por una Selección Oficial abierta y ecléctica, con el buen cine industrial de aquí y de allá junto con películas de “autor” al lado de alguna otra como para el público burgués y mayor que frecuenta la sala y que espera una cinta “linda” y “digestiva”. Además, “operas primas” ni tan radicales ni tan rompedoras. Es decir, una “Selección Oficial” con efecto vitrina, informativa y amplia, pero cuidando el nivel y la calidad.
Al lado, la competencia documental que es imprescindible y que está resultando en conjunto la mejor sección del Festival desde que existe.
Por último (“last but not least”), la muestra que proponemos más arriba, la de los “otros”, la de los “feos, sucios y malos”, esos que se convierten en galantes príncipes e invitados estrellas luego de que los selecciona y promueve el Festival de Cannes.
2- También es cuestionable la ausencia de investigación en el Festival.
Hace poco, un lector se preguntaba para qué investigar en un Festival.
Le respondo: en primer lugar para armar una sección alternativa como la propuesta antes. Investigar para separar el grano de la paja; para distinguir lo que es novedoso y original de la pura morisqueta, que hay bastante de eso también en el cine de hoy.
En segundo lugar para tener la capacidad de reconocer el real valor de una película o de un realizador sin tener que esperar el sello de buena conducta o el certificado ISO del Festival de Cannes. Es decir, sin tener que pensar y juzgar por cabeza ajena.
En tercer lugar, para producir dentro del Festival muestras, exposiciones, retrospectivas, información y orientación sobre temas, épocas, obras, películas, o lo que fuere.
Pongo un ejemplo.
Este año se anuncia un ciclo Leonardo Favio. Favio es un cineasta esencial porque sus películas, sobre todo las primeras, marcan un entronque singular entre las tradiciones del cine argentino popular y rural con las corrientes de la modernidad y las “nuevas olas”.
Con investigación se pudo haber abordado a Favio como el personaje poliédrico que es. Mostrando sus películas, claro, pero también el origen de ellas y sus influencias (Crónica de un niño solo se vincula con antecedentes como Pelota de trapo y se proyecta hasta La Raulito y, por quué no, hasta los chicos que vagabundean en tantas cintas del cine argentino de hoy); revisando sus apariciones fílmicas como famosísimo cantante de baladas románticas a fines de los sesenta, y su papel como militante peronista y autor de una maratón fílmica sobre su líder político. Y muchas cosas más.
Anoche, en la sesión de Charlas del cine, Carlos Galiano recordó el centenario de Libertad Lamarque. Imaginen lo que podría hacerse en materia de investigación con esa figura del cine latinoamericano (y de toda la cultura popular), sobre todo teniendo entre nosotros a un erudito como Daniel Roca Alcázar, que lo sabe todo sobre Libertad, fue su amigo personal, posee fotos, grabaciones, recortes peridísticos y podría dictar un seminario sobre la actriz y cantante, pero también sobre la música popular en el cine latinoamericano.
El Festival de este año
La selección oficial de este año es muy atractiva, tanto en el rubro de ficción como en el documental.
Con investigación se pudo haber abordado a Favio como el personaje poliédrico que es. Mostrando sus películas, claro, pero también el origen de ellas y sus influencias (Crónica de un niño solo se vincula con antecedentes como Pelota de trapo y se proyecta hasta La Raulito y, por quué no, hasta los chicos que vagabundean en tantas cintas del cine argentino de hoy); revisando sus apariciones fílmicas como famosísimo cantante de baladas románticas a fines de los sesenta, y su papel como militante peronista y autor de una maratón fílmica sobre su líder político. Y muchas cosas más.
Anoche, en la sesión de Charlas del cine, Carlos Galiano recordó el centenario de Libertad Lamarque. Imaginen lo que podría hacerse en materia de investigación con esa figura del cine latinoamericano (y de toda la cultura popular), sobre todo teniendo entre nosotros a un erudito como Daniel Roca Alcázar, que lo sabe todo sobre Libertad, fue su amigo personal, posee fotos, grabaciones, recortes peridísticos y podría dictar un seminario sobre la actriz y cantante, pero también sobre la música popular en el cine latinoamericano.
El Festival de este año
La selección oficial de este año es muy atractiva, tanto en el rubro de ficción como en el documental.
Sobre todo por la presencia de los malqueridos de antes, que llegan con la aureola del prestigio de Cannes 2008: las películas de Lucrecia Martel, Pablo Trapero y Lisandro Alonso son las estrellas de la selección de ficción.
Hay buenas referencias y comentarios de Cordero de Dios, de Lucía Cedrón; La rabia, de Albertina Carri (directora de Los rubios, un documental apasionante que no vimos por aquí); Perro sin dueño, de Beto Brant y Renato Ciasca; Mutum, de Sandra Kogut; El cielo, la tierra y la lluvia, de José Luis Torres Leiva; Tony Manero, de Pablo Larraín; Perro come perro, de Carlos Moreno; Los bastardos, de Amat Escalante; Te acuerdas de Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke; Postales de Leningrado, de Mariana Rondón.
En la sección documental no se pierdan Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo de Yulene Olaizola; Construcción de una ciudad, de Nestor Frenkel; Juego de escena, de Eduardo Coutinho; Un tigre de papel, de Luis Ospina, 2007.
De las películas peruanas de Méndez, Ró y Ackermann no tenemos referencias.
La supresión de la sección “Opera Prima” ha reducido la posibilidad de descubrir nombres nuevos. En la competencia de ficción figuran 4 primeras películas. No es correcto señalar, como lo hace la página del festival, que las cintas de Sandra Kohut y José Padilha sean operas primas. Ambos hicieron antes documentales de larga duración y de notoriedad, como fue el caso de Ómnibus 174, de Padilha.
Lástima. No aparecen programadas las películas más comentadas, celebradas y discutidas del cine latinoamericano del período 2007-2008: las argentinas Historias extraordinarias, de Mariano Llinás y M, de Nicolás Prividera, y la chilena Calle Santa Fe, de Carmen Castilla.
Un lector preguntaba si las 4 horas de duración de la cinta de Llinás la excluía del estándar de la competencia. No lo sé, pero es el tipo de película que encontraría su lugar exacto en la sección propuesta antes.
Un lector preguntaba si las 4 horas de duración de la cinta de Llinás la excluía del estándar de la competencia. No lo sé, pero es el tipo de película que encontraría su lugar exacto en la sección propuesta antes.
No sabemos si participará el brasileño Walter Salles: su película se anuncia en la documentación de prensa pero no en la página web del Festival. Debería aclararse eso.
La programación paralela del Festival decepciona bastante, es más bien raquítica y en algunos casos, como el del cine francés, resulta casi inexplicable.
Lo mejor es la muestra de películas alemanas. El sonido del silencio, filmada en un monasterio de monjes cartujos y su interminable silencio, es una película a ratos apasionante. Las cintas de Fatih Akin, Christian Wagner y Andreas Dresen vienen precedidas de buenos comentarios.
Ojo con una obra maestra: Berlín Alexanderplatz, de Rainer Werner Fassbinder, que será proyectada en el Instituto Goethe en toda su impresionante extensión: más de 15 horas de duración. Formidable y apasionante en cada uno de sus 931 minutos.
Le sigue en interés el Espacio Filmoteca con la retrospectiva Nikita Mikhalkov, que es imprescindible. Es un ciclo que forma parte de los archivos de la Filmoteca, pero que no se ve hace mucho tiempo.
Promete la muestra dedicada a los 10 años de existencia de la empresa mexicana de producción Mantarraya, con cortos de Reygadas, Escalante, Romandía, entre otros.
Hubiera sido magnífico celebrar la muestra de películas de Leonardo Favio, pero sólo se anuncian 4 cintas. Lástima que no estén dos de las mejores, las que muestran los aportes iniciales que hizo al cine de su país: El dependiente y El romance del Aniceto y la Francisca. Tampoco está su película más reciente, Aniceto.
El ciclo de cine francés no da idea de nada. Hay un película notable, Flandres, de Bruno Dumont, pero uno espera de un ciclo francés algo más que tres largos y un documental que es más bien un bonus track de Flandres.
Hay una sección llamada Secretos y Tesoros de Latinoamérica (sic). Más allá de la calidad de las películas programadas, el criterio usado para ubicarlas allí parece el mismo que puede tener un carrito de supermercado manejado por control remoto recogiendo los saldos que quedaron regados por allí. ¡Qué distintas serían las cosas si esta sección tutti frutti -con un nombre menos pomposo- hubiera sido manejada con un criterio estricto de programación!
Atención aquí a La señal, de Darín y Hodara; La lluvia, de Paula Hernández; Lo bueno de llorar, de Matías Bize (el director de En la cama) y La zona, de Rodrigo Pla, que es una película muy discutida.
No se anuncia ningún seminario ni espacio de reflexión. Y justo el año en que vienen las personas indicadas para ello.
Lo mejor es la muestra de películas alemanas. El sonido del silencio, filmada en un monasterio de monjes cartujos y su interminable silencio, es una película a ratos apasionante. Las cintas de Fatih Akin, Christian Wagner y Andreas Dresen vienen precedidas de buenos comentarios.
Ojo con una obra maestra: Berlín Alexanderplatz, de Rainer Werner Fassbinder, que será proyectada en el Instituto Goethe en toda su impresionante extensión: más de 15 horas de duración. Formidable y apasionante en cada uno de sus 931 minutos.
Le sigue en interés el Espacio Filmoteca con la retrospectiva Nikita Mikhalkov, que es imprescindible. Es un ciclo que forma parte de los archivos de la Filmoteca, pero que no se ve hace mucho tiempo.
Promete la muestra dedicada a los 10 años de existencia de la empresa mexicana de producción Mantarraya, con cortos de Reygadas, Escalante, Romandía, entre otros.
Hubiera sido magnífico celebrar la muestra de películas de Leonardo Favio, pero sólo se anuncian 4 cintas. Lástima que no estén dos de las mejores, las que muestran los aportes iniciales que hizo al cine de su país: El dependiente y El romance del Aniceto y la Francisca. Tampoco está su película más reciente, Aniceto.
El ciclo de cine francés no da idea de nada. Hay un película notable, Flandres, de Bruno Dumont, pero uno espera de un ciclo francés algo más que tres largos y un documental que es más bien un bonus track de Flandres.
Hay una sección llamada Secretos y Tesoros de Latinoamérica (sic). Más allá de la calidad de las películas programadas, el criterio usado para ubicarlas allí parece el mismo que puede tener un carrito de supermercado manejado por control remoto recogiendo los saldos que quedaron regados por allí. ¡Qué distintas serían las cosas si esta sección tutti frutti -con un nombre menos pomposo- hubiera sido manejada con un criterio estricto de programación!
Atención aquí a La señal, de Darín y Hodara; La lluvia, de Paula Hernández; Lo bueno de llorar, de Matías Bize (el director de En la cama) y La zona, de Rodrigo Pla, que es una película muy discutida.
No se anuncia ningún seminario ni espacio de reflexión. Y justo el año en que vienen las personas indicadas para ello.
No se aprovecha, por ejemplo, la presencia de un peso pesado como José Luis Guerín para pedirle una disertación sobre el documental, o sobre sus propios y peculiares métodos de trabajo. A propósito, se pasará su película En la ciudad de Sylvia, uno de los filmes más esperados.
Tampoco se aprovecha la presencia del chileno Héctor Soto junto con Isaac León Frías –que presentarán sus libros- para hablar de la crítica de cine en América Latina desde los años sesenta y de qué significó el año 68, que todos recuerdan y estudian cuarenta años después. Ellos fueron testigos de ese momento.
Ricardo Bedoya
31 comentarios:
Un análisis impecable. Bien informado, agudo y mesurado.
Todo el trabajo previo de organización del Festival también
es meritorio, Bedoya.
Al anónimo de las 17.33
Por supuesto que es meritorio. Por eso existe el Festival.
Mi discrepancia es con los criterios de programación, como espero que quede claro en este post.
Que comenatrios, bedoya sobre el proyector nuevo. Se va a ver mejor o solo se va a usar para pasar peliculas en dvd ?
Ay los celos, los celos...
Es un proyector que va a permitir ver con mucha mayor definición las películas en soporte digital.
Es un error decir que el proyector resulta “engañoso” porque no permite distinguir la imagen proveniente de un soporte digital de la de una proyección fílmica.
Una parte del cine latinoamericano de hoy está sobre soporte digital y se queda así por mil razones que incluyen los altos costos de transferencia a fílmico, pero también porque se abren cada vez más salas equipadas con proyección electrónica y aparecen nuevas ventanas y soportes de exhibición. Hasta el Festival de Cannes hace galas con películas proyectadas en digital porque no existen en otro soporte.
¿De qué sirve aclamar el ilusorio efecto “engañoso” de un proyector en esta época de mil texturas en la imagen, de efectos visuales informáticos expuestos tal cual, de decorados artificiales que lucen así su carácter, de transiciones que sólo pueden hacerse con la electrónica?
El cine es también un asunto de texturas imperfectas, colores desvaídos, “formas de paso” novedosas, conciencia de que se filma con una cámara que no es de cine y que no usa negativo Kodak.
Y eso no tiene por qué ser disimulado. Hasta el “clásico” y “conservador” Eric Rohmer cuando grabó en digital decidió hacer visibles la “falsedad” e imperfección de su imagen.
Muchos directores usan lo digital porque quieren que se vea distinto a lo fílmico.
¿Hay que celebrar la compra del equipo? Sí, por supuesto, y alabar su calidad. Pero decir que es bueno porque es “engañoso” y porque va a parecer de 35 mm es un error.
El proyector es bueno porque va a permitir ver mejor las películas en soporte digital, y punto.
Mucha educación y modales en la respueta. Yo hubiera contestado con un personal derechazo a la mandíbula. Se desvia con buenos modales el conflicto de intereses entre la película concursante y el director del concurso. Como puede pasar Dioses donde trabaja Saba que es el director del festival??.
Ayer ví ¨los rubios¨ de Albertina Carri y como dices, un excelente documental. Debería proponerse porque hay mucha carne para debatir sobre esa obra.
Saludos,
No había pensado ni me habia dado cuenta lo de Dioses concursando en el festival que preside su actor. Que piensan Bedoya y tus colaboradores del blog?
Al anónimo de las 5.44
No sé que pensarán los colaboradores, pero yo no sé muy bien qué pensar. En una primera reacción, pensé que la película podría darse en una función especial y no en la competencia. Pero luego he pensado que las suspicacias supondrían que exista una presión, influencia o complacencia del jurado. No creo que sea el caso ni que esas cosas puedan ocurrir.
En fin, no tengo una posición clara pero me parece una situación infrecuente. No creo que haya ocurrido en otros festivales.
¿Acaso Saba es el presidente del jurado oficial? La verdad, no veo ninguna razón por la que la película de Méndez no pueda competir. Y si por ahí hubiese alguna presión para favorecerla, pues habría que denunciarla y se acabó.
El caso de Dioses con Edgar Saba es el mismo de "El Bien Esquivo" que dirigio Tamayo. No se porque ahora el Sr. Bedoya su posición enmpieza a nublarse cuando antes fue muy clara.
Jose Luis
Tratar de encontrar trampa porque el director del festival la haga de actor en una película peruana que está en competencia, me parece malicioso.
Sin decir mi opinión sobre el director de festival creo que el jurado oficial no tendrá ningún problema en decidir si la película es buena o no, más allá de ese detalle.
No se habrá dado este caso en otros festivales pero se debe haber dado cosas peores.
Las mejores
Lake Tahoe
Leonera
Juego de escena
Tropa de elite
Satanás
Mutum
¿Se van adar después las pelas de la vuelta alcine? Hay Kaurismaki, una rumana, Scorsese-Stones, Ang Lee
En esa muestra, "Presentaciones imprescindibles", hay algunas que parece que serán estrenadas, como 12:08 Este de Bucarest, 3:10 Misión peligrosa, Angel-A, Relaciones peligrosas, La visita de la banda, Lueces del atardecer, Lust Caution, Le valet, Shine a Light.
Ojo con We Own The Night, de James Gray, que es una buena película y que nada asegura que sea estrenada luego.
En la ciudad de Sylvia es un plato fuerte del festival y, salvo que la Católica la tome, es muy difícil que se vea después.
De las otras, no se sabe.
Las entradas están un poco carolinas y deberian rebajarlas un poco.
Frustra que un montón de títulos atractivos sólo se exhiban en un par de funciones y desaparezcan para siempre. Lo que hay que crear es un sistema que permita tener esas películas en permanencia.
15 soles en el centro cultural y 17 soles en el alcazar. Risso ya no está.
perdón?? 15 y 17 soles!!!?? q demonios?? y para estudiantes??
Me parece descabellado y hasta ofensivo comparar el caso de El bien esquivo de Augusto Tamayo, premiado por un jurado que integré junto a Ricardo Bedoya entre otros críticos, con Dioses, donde aparece Edgar Saba entre los protagonistas. ¿Qué insinúas, José Luis? ¿Que hubo presión de arriba para premiarla? ¿Por qué no lo dices más claramente? ¿A qué te refieres con que es "el mismo caso"? Tamayo habrá dirigido El bien esquivo, pero no la organización del festival. Por otro lado, aún no hemos visto Dioses, y mientras tanto es mejor abstenerse de cualquier comentario previo.
Raúl Lizarzaburu
Una pena que no esté Blindness que lleva a la pantalla Ensayo sobre la ceguera de Saramago que creo que estuvo en el festival de cannes. Tampoco está Linha de Passe, pero hay peliculas para ver.
Hay entrada pa' estudiantes y en san Miguel y Primavera cuesta menos
No hay entradas para estudiantes en el centro cultural?
No creo que tenga tanto dinero como para ver todas las peliculas que propones, podrias dar unos 5 titulos imperdibles?
Tiene toda la razón Lizarzaburu,
las intervenciones malintencionadas abundan.
Decir sòlo 5 imperdibles de las competencias es difícil.
A ver menciono las que provocan más por antecedentes y trayectoria del realizador o recomendaciones fiables.
-Leonera
-La mujer sin cabeza
-Liverpool
-Intimidades de Shakespeare y Victor Hugo
-Juego de escena
-¿Te acuerdas de Lake Tahoe?
-Los bastardos
Un poco más de 5.
Lizarzaburu y anónimo del 31 17:30:
¿No les parecen intervenciones malintecionadas las que no sólo señalan que Saba es un cretino, o que al menos se comporta como tal, sino que es también un mafioso? Soltó un chiste lamentable y demostró una actitud de compadrito atorrante de película argentina de los 40 en la entrevista de Spencer, es cierto, pero de ahí a sugerir que ejerce presiones, establece arreglos o incurre en conflicto de interés porque actúa en una película en competencia, hay mucho trecho. No estanmos en Francia o en España, ni siquiera en Argentina y Brasil, donde hay industria cinematográfica, y donde de darse un caso semejante habría razones para que se generen muchas suspicacias o inclusive un escándalo. El medio cinematográfico peruano es muy reducido, y que el solo hecho de que Saba aparezca en Dioses como actor, no puede descalificar a la película de aparecer en competencia ni a él en su faceta de director del festival. No ver claro el asunto, o no "saber qué pensar", como en el caso de Bedoya, es pura mala leche, tanto como lo sería sin duda argumentar que hubo chanchullo cuando Bedoya participó en el jurado que premió El bien esquivo, de Tamayo, a partir del simple argumento de que ambos personajes, para seguir con las expresiones lácteas, son hermanos de teta. Pero que Bedoya no sepa "qué pensar" en el caso actual, invita como inevitable reacción a no saber qué pensar tampoco sobre el caso anterior.
Al señor Galiani
Estoy de acuerdo con usted cuando dice que hay que dejar de ver a las personas como mafiosas. Es increíble ver que la primera reacción ante cualquier opinión es ver qué lleva detrás en relación con el interés personal del que opina.
Sobre el asunto Dioses y su participación en competencia.
No es un problema de coimas, de mafias o de presiones indebidas.
Si yo dije no saber qué pensar sobre ese asunto, lo dije por algo muy simple.
Un ejemplo: La actuación de Edgar Saba resulta excepcional, la mejor de lejos de todas las otras en competencia.
Si yo fuera jurado, decido votar por ella. Y lo mismo hace el resto de miembros del jurado.
Pero de pronto llega alguien del Festival que indica que aun estando en competencia la película, no se puede votar por el actor por esto y por lo otro.
¿Qué pasó aquí?
¿Todas las películas no deben estar en las mismas condiciones de competir?
¿Cuánto aporta una actuación al resultado final de una película?
¿La actuación es un elemento que puede apoyar a la excelencia de una película pero no puede ser considerada premiable por un factor extracinematográfico?
¿No es acaso limitar mi libertad como jurado el pedirme no considerar tal actuación por la razón extrafílmica que fuere?
Pero hay más.
En el fondo, ¿no se perjudica a la película con esa participación disminuida, con esa advertencia que le dice a los jurados: mira a todos los actores pero a este no porque no se puede votar por él por más buena que sea su actuación?
¿Se puede poner a un jurado internacional en el disparadero?
¿Se le puede decir que juzgue de acuerdo a sus libres gustos y opiniones menos en este punto porque el director del festival está allí?
No sé qué pensar, pues. Y preguntarme todo eso es legítimo; sin asomo de mala leche.
Sobre el "hermano de leche" Tamayo.
Voté por El bien esquivo, como lo hicieron los otros miembros del jurado, porque nos pareció lo correcto. Mi opinión personal sobre El bien esquivo la conocen todos: me parece una de las mejores películas peruanas. Eso no me confirma como "hermano de leche" del director. Y si así fuere, ¿en qué me convertí cuando publiqué una opinión negativa sobre Una sombra al frente y polemicé en este mismo blog con Tamayo? ¿Acaso me convertí en Caín?
No había pensado en esas razones. Sí pues, ponen a la película en minusvalía.
Saba no ha dicho esta boca es mía
despues del post de Bedoya.
esto va a sonar cursi en medio de tanto seso, pero, bedoya, yo soy tu fan: me encantan tus críticas y creo que en medio de tus apasionamientos sabes guardar la objetividad. aprecio eso. :)
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