La película boliviana "Wara Wara", de Velasco Maidana, se exhibe en estos días en el Centro Cultural de la Universidad Católica, dentro del ciclo de películas restauradas por la Filmoteca de esa universidad.
Estrenada en 1930, la cinta se afilia a un modo representativo que combina la iconografía de los "filmes colosales" históricos producidos en la era silente por empresas como Universal o UFA; la recreación de "tableaux vivants" (la escena de la muerte de Atahualpa), y las leyendas románticas hispanistas sobre el "encuentro entre dos mundos". Es curiosa y apasionante esta afiliación de la cinta con los discursos del "mestizaje fecundador" en una época de afirmación de las visiones indigenistas más radicales.
Pero lo más singular es, tal vez, la representación de la princesa Wara Wara, que ilustra a cabalidad el tratamiento iconográfico de las indígenas andinas estudiado por Deborah Poole en su libro "Visión, raza y modernidad. Una economía visual del mundo andino de imágenes". Es la visión de la indígena jaloneada por los deseos y mandatos masculinos que se modela como resultado de la idealización de las mujeres andinas según las fantasías construidas por europeos, sobre todo franceses, en torno a las leyendas sobre las vírgenes del sol, vestales y princesas de la Operática Inca del siglo XVIII. Es la apoteósis del "indianismo". En ese sentido, "Wara Wara" es un hito y una película ejemplar.
Ricardo Bedoya
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