viernes, 4 de febrero de 2011

El cisne negro


El cisne blanco debe convertirse en cisne negro y para lograrlo es preciso que su intérprete deje a un lado la perfección técnica de la danza para apelar a lo visceral y lo sensual reprimido. Es la idea que postula el maestro de ballet, o mago maligno, que encarna Vincent Cassel. Nina, la bailarina que acepta el reto, es Natalie Portman. En el trayecto, vemos los preparativos de una puesta en escena de “El lago de los cisnes”, las ansiedades de Nina, sus visiones íntimas, las presiones de un entorno que la asfixia.


Al inicio, la cámara se ajusta a los movimientos y recorridos de Portman. Se pega a su espalda, la sigue, impone el punto de vista del personaje. Quedan fuera del encuadre los grupos, los cuerpos íntegros, la armonía de los conjuntos, la plenitud del escenario. Esta no es una película sobre el ballet. Darren Aronofsky, el director, se concentra en la presencia de la actriz y construye la ficción sobre su corporalidad. También sobre sus fantasías: la dualidad de la esquizofrenia con sus imágenes de desdoblamiento y acoso del “doppelgänger”. El cisne negro se modela a partir de figuras fragmentadas en espejos, encuentros casuales con desconocidas de apariencia familiar, apariciones de personajes equivalentes que son, a la vez, dobles y reveses: la bailarina que “ya fue” (Wynona Ryder) y la que “puede ser” (Mila Kunis)


Mientras todo perturba y desasosiega a la protagonista, asistimos a los extenuantes ensayos y las rivalidades por el papel. La película gira entonces hacia el esperpento y el descontrol. Los cortes del montaje tienen algo de tic frenético y se multiplican los planos cercanos de las cutículas desgarradas y las huellas de la automutilación. El simbolismo del cisne negro que pugna por extender las alas ya que todo logro artístico pasa por el sacrificio y la propia mortificación, se torna una idea enfática y proclamada una y otra vez. Nina es flagelada y crucificada por el tratamiento de choque del filme porque, para Aronofsky, el arte excelso supone transitar el vía crucis de la crueldad y el ejercicio masoquista.


Darren Aronofsky (realizador de “Réquiem para un sueño” y “El luchador”) es un técnico dotado pero le atrae el facilismo, lo llama el relumbrón, se deja ganar por el gusto del choque, el artificio como guiño y el efectismo como divisa. En más de un momento, “El cisne negro” se codea con la caricatura. Aronofsky confunde frenesí con histeria; intensidad con autocomplacencia; energía con gran guiñol.


Natalie Portman cumple una prueba de esfuerzo. Tiene el papel que le asegura todos los premios de la temporada: Nina le exige una de esas “performances” físicas que suponen entrenamiento prolongado, aprendizaje de una técnica, introspección y exhibición de los recursos histriónicos que adoran las Academias, con temblores corporales y rechinar de dientes incluidos.


Tal vez sea mejor ver “El cisne negro” como un pastiche cargado de anfetaminas de mil películas que picotea y fusiona a discreción: “Las zapatillas rojas” se refleja en el espejo deformante de “Repulsión”, mientras Portman luce en la espalda los arañones de “El bebe de Rosemary”, comparte con “Carrie” una madre posesiva y monstruosa, y se descoyunta en el ápice de su crisis como la Regan de “El exorcista”. ¿Es “El cisne negro” una lectura hipertrofiada de la rivalidad femenina a la manera de “Todo sobre Eva”, una versión masoquista de “Svengali”, o una relectura kitsch de la expresionista “El estudiante de Praga”? ¿O es la síntesis imposible entre “En mi piel”, de Marina de Van, y “Showgirls”, de Verhoeven?

Ricardo Bedoya

19 comentarios:

Anónimo dijo...

después de ver El Cisne Negro me ha gustado más la critica de Bonfil que la tuya.

http://www.jornada.unam.mx/2011/01/30/index.php?section=opinion&article=a07a1esp


mati

Anónimo dijo...

Ese Arnofski es un gradísimo blufff

Anónimo dijo...

¡Qué fuma Aronofski que todo lo filma y lo monta como si estuviera en una carrwra de la hora loca?

El amado por Natalie dijo...

Natalie de mis amores, no te vuelvas a dejar maltratar por ese sádico inquisidor de Aronofsky¡¡¡¡¡

Anónimo dijo...

Gana El discurso del rey

Anónimo dijo...

Hay una contradicción en el comienzo de esta crítica con el final del filme. Portman dice claramente... logré la perfección!!!

lapaupachica dijo...

Me gusta como cierra su crítica Bonfil, aunque a nivel de corrección en el uso del lenguaje no es muy buena, algo que rara vez se le puede criticar a Bedoya.
Terminó la película y no sabía si me gustó o no. Creo que hay recursos que caen en lo evidente y que es imposible ver esta película sin pensar en "La profesora de piano"..., pero "El cisne negro" es más metafórica, el traslape realidad y fantasía dentro de la mente esquizofrénica del personaje sirve para contarnos una fábula acerca de la creación artística, de esa "perfección" que el personaje logra al final de la obra en el éxtasis del abandono dentro de la más perfecta de las técnicas. No creo que el comentario al inicio de la crítica resulte contradictorio, por cierto.
Creo que la referencia de Bonfil: "El cisne negro es una película desencantada y oscura, un canto de cisne (valga la expresión) de las últimas ilusiones del romanticismo en el arte. Paradójicamente es también una notable exaltación de ese mismo espíritu romántico que cuestiona."
es un buen resumen de lo que es esta película.

Mindoniense dijo...

Este artículo es un claro ejemplo de la perspectiva del no engañado que sin embargo se equivoca. Tiene todos los referentes y sin embargo no puede ver lo fundamental. Es como aquel erudito del que habla Ribeyro en una Prosa, almacena el conocimiento en estancos separados, pero no puede hacerlos fructificar. Y lo fundamental radica en que todas esas posibles alusiones a diferentes filmes que reclama el crítico permiten una articulación fundamental de la época posmoderna: a través de la dimensión imaginaria, de la pugna entre el yo y el otro que le devuelve su propia imagen, adviene lo inhumando inherente a lo humano mismo. Esa dimensión insoportable que el sujeto posmoderno no logra afrontar debido a los imperativos excesivos de la época.

Anónimo dijo...

Darren es un maestro. Y es precisamente criticado por ese dominio genial para encontrar un punto medio entre el "entretenimiento" y una constante estetica de tomar riesgos. Sus peliculas jamas le han caido (o caeran) bien a un publico y a criticos conservadores.

Anónimo dijo...

¿Osea que "El Bien Esquivo" es mejor?

Anónimo dijo...

A mi me gustó más EL Luchador. El proceso de transformación del Cisne Blanco en el Cisne Negro me pareció bastante asfixiante y oscuro, el cual terminó en la autodestrucción, no podía ser de otra manera.

R Bedoya dijo...

A Anónimo del 13 de febrero, 8.44

No es mejor. Es mucho mejor.

A. M. Canessa dijo...

Pasa que Bedoya sì ha visto las películas anteriores del buen Darren y ya sabemos de qué pie cojea, si fuera un debutante quizá se lo pasaríamos por alto, pero la verdad cansa que otra vez nos venga con los truquitos de montaje, los impactos sonoros y encima nos subraye al final el tema de la película con lapicero rojo como si fuéramos tan tontos para no darnos cuenta. Es una idea manida sobre la que no aporta nada. Ni siquiera el tema del ballet es tratado con originalidad, más bien pareciera el punto de vista de cualquier palurdo que coge de ejemplo la primera pieza que escuchó en su vida.

Yo también he salido decepcionado del cine. Y sí, como dijo alguien por ahí, La Pianista de Haneke le da mil vueltas a esta película.

Anónimo dijo...

Si "El bien esquivo" es mucho mejor entonces la opinion de Bedoya es, mas que conservadora, ultramontana. Pero gustos son gustos.
Como se dijo en otro post, lo postmoderno de la propuesta divide las aguas: ya no se trata de la mera "originalidad", ni de evitar la "truculencia", ni de no mezclar "generos" o "lenguajes". Al contrario: exactamente ese es el punto, el cruce de lenguajes visuales in crecendo en una doble via tragica y parodica.
El cisne negro es la mejor pelicula de las que nominadas para el Oscar 2011.

R Bedoya dijo...

Al anónimo del 24 de febrero, 22.10
El cisne negro me parece una película vieja, tradicional, moralista, pacata y reaccionaria, con su viejo y machacón "mensaje" del sacrificio redentor y del dolor con capacidad para purificar. Pero no sólo por eso. También por su estética relamida y efectista, basada en una idea del montaje entendido como una sucesión de tics compulsivos, guiños automáticos, pura pirotecnia de clip musical o spot publicitario. ¿Què Aronfsky es un técnico hábil? Sí, claro. Pero también es un relizador plúmbeo, efectista, de efectos subrayados y simbolismos tan obvios como los del viejo cine poético francés de los años 30.

Lo "postmoderno" en el cine no es un concepto que cualquier película que cruce géneros o mezcle estilos puede detentar. Si tal fuere el caso, El avispón verde sería una obra maestra de lo postmoderno. Como en toda película, lo único que cuenta es la consistencia y el rigor del tratamiento fílmico. Ahí donde Lynch, Burton, Ozon, Almodóvar, Assayas, Weerasethakul, Miike, entre otros, hacen -o han hecho- películas con todos los cruces de los que usted habla, lo que les da el carácter verdaderamente contemporáneo que tienen, El cisne negro es como un manual didáctico del sufrimiento culturoso y el deslumbramiento estético que proponen las cintas de quelité para multiplexes.

Anónimo dijo...

Fue Bedoya el único crítico que puso a "El Bien Esquivo" entre las mejores películas de la década, cierto o no?

R Bedoya dijo...

Al anónimo del 1 de marzo, 16.22

Le confieso que su reiterativa fobia por El bien esquivo me resulta muy divertida. Yo he dado las razones de mi opinión sobre esa película. Aquí están: http://paginasdeldiariodesatan.blogspot.com/2008/11/un-libro-sobre-el-cine-latinoamericano.html

¿Por qué no escribe usted un comentario largo y razonado que explique sus objeciones a El bien esquivo? Intente un ejercicio de argumentación. Demuestre el porqué esa película no debe se apreciada. Una vez que lo tenga, envíelo para publicarlo. Puede dar inicio a una polémica. O acaso el ejercicio de escritura le puede servir como un exorcismo contra los demonios inspirados por ese filme.

JUAN. dijo...

Sólo una duda, cuándo se refiere a "los efectos subrayados y simbolismos tan obvios como los del viejo cine poético francés de los años 30"... ¿está haciendo una valoración negativa de Carné, Pagnol, Clair? Soy admirador de películas como "El muelle en brumas", "La mujer del panadero", o "El millón", por lo que dicha apreciación me parecería muy injusta.

Ricardo Bedoya dijo...

A Juan

Hay que ir con cuidado por ahí. Si es usted admirador del cine francés de los 30 y los 40, sabrá que hay diferencias notables entre Pagnol y Duvivier, o entre Carné y Gremillon. E incluso entre El muelle de las brumas, Los niños del paraíso o Los visitantes de la noche. No es necesario hacer una valoración negativa para concluir que algunas de esas películas están lastradas por un énfasis literario y simbólico que las caracteriza. Pongo sólo un ejemplo de una cinta de Carné filmada durante la ocupación, Los visitantes de la noche: recuerde los latidos del "corazón" de la estatua al final de la cinta; recuerde la presencia de Jules Berry; recuerde el simbolismo subrayado de los amantes diabólicos y los amantes sublimes. Y no es un juicio negativo: es así simplemente.

Ahora, si me pongo a elegir, siempre preferiré cintas como la trilogía marsellesa de Pagnol y La mujer del panadero; todos los Renoir del período; cualquier Sacha Guitry, sobre todo La novela de un tramposo, y las cintas de Gremillon, que es extraordinario.