lunes, 22 de febrero de 2010

Zona de miedo


"Zona de miedo" ("The Hurt Locker", 2008), de Kathryn Bigelow, es una de las películas de guerra más concretas, lineales, directas, escuetas, tensas, ansiosas y viscerales que se hayan hecho.

A diferencia de otras cintas del género, aquí no encontramos alegatos contra el horror de los combates, ni discursos políticos, ni explicaciones sobre la presencia de tropas norteamericanas en el paisaje devastado de Irak. Tampoco vemos el retrato introspectivo del soldado que muere con una foto familiar entre las manos mientras la música de fondo aumenta de volumen. "Zona de miedo" se concentra en la exploración de los límites físicos y mentales de la resistencia humana, vividos sobre el terreno, frente a una bomba a punto de estallar. Y lo hace en tiempo presente, con los minutos que corren en contra: es el registro de la vivencia física inmediata del miedo y de la paradójica adicción al riesgo de una muerte súbita.

Entramos a la acción siguiendo el conteo retrospectivo de los días que faltan para desmovilizar a un escuadrón especializado en desactivar bombas en Irak. En dos horas de proyección asistimos a siete operaciones de desminado. Cada una de esas secuencias tiene un mecanismo particular: su propio engranaje dramático, con planteamiento, nudo y desenlace. No hay una férrea trama general que subordine todas las escenas de tensión para ponerlas al servicio de un solo postulado; por el contrario, ellas son resultado de estrategias que generan emociones y suspensos diversos. Entre unas y otras, pasamos del paroxismo a la espera, de la agitación al relajamiento.

"Zona de miedo" tiene como personaje principal al sargento William James (gran actuación de Jeremy Renner, estólido, impasible, como los mejores actores clásicos). Él intuye que el único modo de mantenerse atento, despierto y vivo en medio de la inhumanidad generalizada de la guerra, es superando fobias, franqueando los límites y forzando el instinto de supervivencia. La película, entonces, documenta la irrupción de esa extraña energía física y mental que es producto del miedo. Varias cámaras de Súper 16 milímetros filman, desde ángulos y distancias que se modifican de modo abrupto, a veces a ras del suelo, al sargento James eligiendo riesgos, manipulando el peligro, interviniendo hasta en el interior de un cuerpo humano. Es el profesional que no se pregunta por el sentido final de sus acciones: sólo las acomete. Representación de una masculinidad sustentada en la aspereza de sus acciones instintivas, como siempre le gustó a la directora Bigelow ("Punto de quiebre", "Días extraños")

Cámara en mano; imagen granulada y de dominantes cromáticos terrosos; zooms intempestivos; movimientos panorámicos vertiginosos; montaje brusco, acelerado y nervioso; desenfoques imprevistos; estallidos secos y retardados. La escala de la imagen salta, por momentos, desde lo más amplio hasta lo más pequeño: del horizonte del desierto al detalle de un insecto que se posa en el ojo de un francotirador. Si el tratamiento de imágenes y sonidos refuerza la densa y rugosa sensación de un presente vivido en el peor de los mundos, en el conjunto queda la impresión fantasmagórica de espacios desiertos, áreas en cuarentena, gente desorientada, miedo colectivo, muertos inocentes, rencor extendido contra los soldados ocupantes. Pero eso, como todo en esta película, es expresión de una suma de gestos veloces, cuerpos crispados, miradas furtivas, rostros sofocados; es decir, apuntes breves, netos, gráficos, visuales. Nunca de explicaciones.

Ricardo Bedoya

6 comentarios:

Anónimo dijo...

El texto de Bedoya es demasiado descriptivo, y como no da una valoración concreta a la película, yo quisiera saber si le pareció buena, mala, regular, fallida o un bodrio.

Anónimo dijo...

Al comentarista anterior: perdona, pero es evidente que la valoración de Bedoya es más que positiva. La suma de adjetivos (sobre la apreciación positiva de la actuación de Renner, la coherencia de los recursos visuales con lo que quiere expresar la historia, por ejemplo) es bastante clara. No todo tiene que medirse con cantidad de estrellitas.
A mí también me pareció una excelente película. Este es un excelente blog.

J.P

Anónimo dijo...

Al comentarista 1 le hubiera gustado leer un "Bien paja la pela" en la critica.

Anónimo dijo...

J.P nadie ha hablado de medir las cosas con estrellitas; por si no la captas bastaría con una línea directa que expresara algo como me parece o es una buena (o lo que considere) película por tal razón o característica. Mencionar adjetivos o grados de valoración no es sinónimo de estrellitas o puntuación. Tú puedes deducir que su valoración es positiva, pero yo te pregunto hasta que punto será así. Una valoración positiva puede generarse gracias a una película buena, excelente o ante una obra maestra. Así como un filme regular que acierte en varios aspectos y que lo negativo sean sólo pecados veniales. Era válido que señalara si un texto me parece en demasía descriptivo y no tan concreto en lo que opina de una cinta.

Anónimo dijo...

El comentarista anterior, me causa risa y también pena, como voy a querer que diga: "Bien paja la pela". Seguro él si está acostumbrado a opinar así, sobre obras y demás. Ya respondí y señalé lo que juzgaba pertinente.

Anónimo dijo...

Acabo de ver The Hurt Locker y me pareció buenísima; se mueve en varios campos; en la actuación encontramos a un Jeremy Renner notable, pues su personaje convence y es un contrapunto válido dentro de los personajes quienes la guerra es por dentro y por fuera, no hay discursos bélicos ni nacionalistas, es tan solo la persona que cuenta los días para irse intacto, y es ahí donde Renner es la cara opuesta, para él volver a casa es contar los días en una zona que le es ajena; el otro campo donde su directora Bigelow se luce es la narración: la desactivación de cada bomba es una escena que atrapa al espectador como nunca, no es sólo acción pura es también el nervio que trasmite un momento tan impredecible así como el desierto donde Ralph Fiennes da la pauta para una escena angustiante, verdadera y que Bigelow desarrolla con gran convicción; o los iraquíes en los techos observando el espectáculo de las tropas e incluso filmándolas. Finalmente, el campo audiovisual despierta emociones que un realizador tanto desea plasmar; Bigelow narra con cámara en mano a manera de reportero; zooms (excelente en las tomas de los techos o la caseta donde se escondían los fundamentalistas en el desierto), capta el detalle (el de un gato, una mosca, un zapato en un incendio) o campos abiertos como el desierto donde las líneas horizontales esconden a fundamentalistas, el enemigo oculto que poco sabemos es tan impactante que la sensación de guerra aumenta. Zona de Miedo no será una película convincente para convertirse en una obra maestra para todos porque para muchos pudo haber planteado otros temas; sin embargo, no existe esa regla, el cine es un arte que Bigelow muy bien pudo sacar adelante, con un guión inteligente y trasladarlo con un Cast y un equipo técnico (la escena inicial de la primera explosión es impresionante) dieron cuenta de un film que vale la pena ver y volver a ver.