domingo, 29 de noviembre de 2009

El matrimonio de Lorna


Lorna es una joven albanesa que vive (o malvive) en la Bélgica de hoy. Para obtener la residencia ha celebrado un contrato demasiado oneroso casándose con Claudy, un frágil y desesperado adicto. También mantiene tratos con una banda criminal que pretende volverla a casar con un mafioso ruso. Hay diez mil euros en juego, lo suficiente para poner un negocio y disfrutar la prosperidad de su nuevo país. Pero antes, hay que sacar del juego a Claudy, el marido por conveniencia. Lorna, que es sensible sin ser sacrificada ni heroica, busca atenuar la dureza del pacto. “El matrimonio de Lorna”, (el título original es “El silencio de Lorna”) de los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne, es una de las mejores películas vistas este año en Lima.


Como en “La promesa”, “Rosetta”, “El hijo” o “El niño”, cintas anteriores de los Dardenne, aquí el relato es lineal, claro, apabullante en su desoladora trayectoria. Todo se mueve en permanente actividad: la ciudad bulle; los negocios circulan; los tratos legales o turbios son el fundamento de la vida cotidiana; se transa la vida o la muerte de cualquiera. Los Dardenne filman engranajes sociales: el mundo de la legalidad importa mano de obra extranjera y exige papeles, rendimiento económico, eficiencia laboral, trato impersonal; el de la clandestinidad consigue lo que piden los de arriba obedeciendo principios de eficiencia que conciben a las personas como piezas intercambiables, mercancías. Tienen sólo valor de intercambio.


El cine de los Dardenne luce una cualidad documental en su modo de registrar a los personajes y al entorno siempre cambiante. Los ruidos ambientales colman la banda sonora; la imagen carece de cualquier afeite; el encuadre no se ofrece compuesto, cuidado o pictórico; la música de fondo es inexistente; la luz aspira a la captación realista, ajena cualquier acentuación cromática. Los Dardenne rechazan los filtros fotográficos, los lentes deformantes, los efectos de desaturación, los claroscuros y cualquier forma de iluminación caligráfica.


El relato es una seguidilla de hechos netos, que no requieren explicación. Los sucesos importantes de la trama pueden ser expuestos o suprimidos, lo mismo da. Encontramos las acciones “in media res” y, a diferencia de “Rosetta”, aquí la cámara se mueve menos que los actores. Ni sigue ni acosa a los personajes. No necesita hacerlo porque el asedio viene de adentro, de la situación, de la red sofocante de compromisos criminales que envuelve a Lorna.


Arta Dobroshi, la actriz que hace de Lorna, no interpreta al modo psicológico usual ni interioriza, porque sus gestos, trayectorias inciertas pero frenéticas, movimientos maquinales y pasos apresurados, lo dicen todo. Si los personajes sólo tienen valor de cambio, la cámara los filma como objetos que circulan en la cotización inestable de una bolsa de valores implacable.


Pero Lorna decide escapar de ese circuito infernal. ¿Cómo hacerlo? ¿Sólo sintiendo piedad por el infeliz adicto? ¿Destruyendo el pacto? En su último tercio, la película cambia de ambiente, escenario, registro y hasta el modo de interpelar al espectador. El cambio puede ser discutible, ya que la situación tiende a la demostración sin perder potencia dramática. Lorna, en un último esfuerzo por mantenerse digna, se escapa del relato criminal para tener una regresión y convertirse en personaje de cuento infantil. Heroína perdida en el bosque, se refugia en una cabaña abandonada para proteger una maternidad imaginaria y salvífica. Como el “Pickpocket” de la obra maestra de Robert Bresson, Lorna puede decir finalmente al sacrificado Claudy: “qué extraño camino tuve que recorrer para llegar a ti”.


Ricardo Bedoya

sábado, 28 de noviembre de 2009

Mejores películas de esta década para la Cinemateca de Ontario


La TIIF Cinematheque (Cinemateca de Ontario) ha publicado una encuesta sobre las mejores películas de esta década realizada entre curadores, programadores y personas vinculadas con festivales. El resultado es el siguiente:


1. Syndromes and a Century (Apichatpong Weerasethakul)

2. Platform (Jia Zhang-ke)

3. Still Life (Jia Zhang-ke)

4. Beau travail (Claire Denis)

5. Con ánimo de amar (Wong Kar-wai)

6. Tropical Malady (Apichatpong Weerasethakul)

7. La muerte del señor Lazarescu (Cristi Puiu)

8. Werckmeister Harmonies (Béla Tarr)

8. Éloge de l'amour (Jean-Luc Godard)

9. 4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu)

10. Luz silenciosa (Carlos Reygadas)

11. El arca rusa (Alexander Sokurov)

12. El nuevo mundo (Terrence Malick)

13. Blissfully Yours (Apichatpong Weerasethakul)

14. El hijo (Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne)

15. Colossal Youth (Pedro Costa)

16. Les Glaneurs et la glaneuse (Agnès Varda)

In Vanda's Room (Pedro Costa)

Songs from the Second Floor (Roy Andersson)

17. Escondido (Michael Haneke)

Una historia violenta (David Cronenberg)

Mulholland Drive, el camino de los sueños (David Lynch)

Three Times (Hou Hsiao-hsien)

18. Rois et reine (Arnaud Desplechin)

19. Elephant (Gus Van Sant)

20. Hable con ella (Pedro Almodóvar)

21. The Wind Will Carry Us (Abbas Kiarostami)

YI YI (A One and a Two) (Edward Yang)

22. El laberinto del fauno (Guillermo del Toro)

23. El niño (Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne)

The Heart of the World (Guy Maddin)

I Don't Want to Sleep Alone (Tsai Ming-liang)

Star Spangled to Death (Ken Jacobs)

24. The World (Jia Zhang-ke)

25. Café Lumière (Hou Hsiao-hsien)

La mujer sin cabeza (Lucrecia Martel)

L'Intrus (Claire Denis)

Millennium Mambo (Hou Hsiao-hsien)

My Winnipeg (Guy Maddin)

Saraband (Ingmar Bergman)

El viaje de Chihiro (Hiyao Miyazaki)

I'm Not There (Todd Haynes)

26. Gerry (Gus Van Sant)

27. Distant (Nuri Bilge Ceylan)

Dogville (Lars von Trier)

Los excéntricos Tenenbaums (Wes Anderson)

28. Alexandra (Alexander Sokurov)

demonlover (Olivier Assayas)

29. Atanarjuat, The Fast Runner (Zacharias Kunuk)

Goodbye, Dragon Inn (Tsai Ming-liang)

30. Longing (Valeska Grisebach)

Secret Sunshine (Lee Chang-dong)

Vai e Vem (João César Monteiro)

Far From Heaven (Todd Haynes)


¿Existe un nuevo cine peruano?

El cine club de la Universidad Cayetano Heredia se pregunta si existe un nuevo cine peruano. Para confirmarlo o desmentirlo, proyectará 4 películas. La programación y la reseña de cada cinta es la siguiente.
Lunes 30 de Noviembre:
Los actores (2006), de Omar Forero.
"Una pareja de estudiantes se enamora. Una mujer enferma de repente. Un vigilante saborea su soledad. Un actor realiza su sueño: actuar en público. Desde Trujillo, una propuesta que aporta frescura, humor y riesgo."

Lunes 07 de Diciembre:
Encierro (2009), de Fernando Montenegro.
"Una novelista de misterio decide obtener la imagen real de un fantasma para ponerla en la portada de su nuevo libro; conseguirá, espera, la atención de los medios. Esto la llevará, tanto a ella como a sus amigos, por una ruta de terror y obsesión."

Lunes 14 de Diciembre:
Detrás del mar (2005), de Raúl del Busto.
"Introspección, soledad, valoración absoluta del ‘sentimiento del tiempo’ y en suma: invitación a observar la trascendencia oculta en las acciones mínimas y en la tranquila o insoportable o misteriosa vivencia de la cotidianidad."

Lunes 21 de Diciembre
Alienados (2008), de Rafael Arévalo.
"Un grupo de jóvenes cree en el inminente advenimiento de extraterrestres. Historia urbana de ovnis (sin ovnis). Película pop –o punk– mezcla de ciencia ficción, cine mudo, películas de zombis y con influencias de Troma y el Trash."

Las funciones son en Av. Armendáriz 445, Miraflores. Hora: 7 p.m. Ingreso Libre

martes, 24 de noviembre de 2009

Películas peruanas rescatadas y preservadas

Este jueves veremos en el Británico de Miraflores algunas películas peruanas rescatadas de la destrucción. "Lima, ciudad de los virreyes" y "Cuarto centenario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos", filmadas en los años 50, entre otras imágenes de cintas peruanas más antiguas, se proyectarán durante la conversación sobre rescate y preservación de películas con Norma Rivera, responsable del archivo de la Filmoteca de la Universidad Católica del Perú.
Será en el marco del ciclo "En primera fila" que organizan el Instituto Británico y los blogs Cinencuentro y Páginas del diario de Satán.
Será el jueves 26, a las 7.30 de la noche, en el auditorio del Instituto Británico de Miraflores.
No se lo pierdan. Es muy difícil ver esas cintas que contienen imágenes restauradas de copias originales en nitrato y acetato.

Un gran plano secuencia


Se ha escrito, a propósito de "El secreto de sus ojos" (2009), la reciente película del cineasta argentino Juan José Campanella (que ojalá se estrene muy pronto en Lima) que su principal atributo es un plano secuencia de cinco minutos de duración filmado en el contexto de un partido de fútbol jugado en los años setenta en el Estadio del Club Huracán de Buenos Aires, teniendo como protagonista al Club Racing de Avellaneda. La escena ha sido calificada por muchos como el mejor plano secuencia de la historia del cine latinoamericano y los despachos reportan que Campanella habría aplicado un programa informático de última generación llamado Massive, el mismo que utilizara Peter Jackson en su serie fílmica "El señor de los anillos".

La secuencia es notable en su concepción, realización y edición. Pero no creemos que sea el mejor de la Historia del Cine en la región. Cremos prudente indicar además que no hemos visto todavía "El secreto de sus ojos", por lo que mal haríamos en ensayar una crítica o prognosis. No obstante, se puede decir que sí existe un ejercicio tan notable como el precitado en el cine latinoamericano.

Arturo Ripstein, uno de los grandes directores mexicanos de todos los tiempos, dueño de un estilo insensible y maldito; subterráneo y enrarecido; tercermundista y revisor, filmó en 1993 la película "Principio y fin", basada en la novela homónima del premio Nobel de literatura, el egipcio Naguib Mahouz. "Principio y fin" es una obra maestra.

Utilizando el melodrama como vehículo de desmontaje de su sociedad; despostillando todo lo que estuviera a su alcance; destruyendo las bases bases mismas de un género edificante, Ripstein planificó una secuencia final -junto a su guionista y mujer, Paz Alicia García Diego- que capturase el climax dramático de la novela. En realidad, "Principio y fin" se vuelve más contundente, casi casi despiadada, con este notable ejercicio.

En la secuencia, el actor Ernesto Laguardia como Gabriel (en actuación consagratoria y antitética respecto de sus roles telenovelescos) aparece junto a su fea y adolescente hermana Mireya (Lucía Muñoz) absolutamente perturbado, enceguecido por la ira, al interior de un desvencijado edificio de baños turcos en el D.F. Lucía le ha arruinado la noche: convertida en una prostituta callejera, ha sido detenida por la policía justo cuando Gabriel se disponía a recibir una beca de estudios para los Estados Unidos (acaso su pasaporte a una vida menos miserable). El ambicioso Gabriel, al ver como se desploma su sistema de apariencias -que refunden un origen pobrísimo- lleva a Mireya hasta los baños turcos y la obliga a suicidarse. Y al descender a los infiernos Laguardia-Gabriel, en gesto maldito y despiadado, toma idéntica determinación en tanto se oye in crescendo el sonido sincopado de unos tambores japoneses y unos gritos marciales.

El plano secuencia dura casi 10 minutos. No tiene corte alguno; no aplica ningún programa informático; no tiene efectos de animación ni emplea "steadycam" o dobles de cuerpo. A pura cámara en mano y con pulso resistente, se dice que el operador terminó agarrotado y fuera de circulación toda una semana. Y es que soportó el peso de la película (en soporte fotoquímico) que corría del carrete delantero de la cámara al posterior. Además tuvo que subir (sin prisa y sin pausa) casi 50 empinados escalones sostenido por el asistente y los Ripstein. El director ensayó un día antes con los actores (y el cameraman que observaba sin su herramienta) solo una vez tan complicada rutina. Los resultados son espléndidos.

Dicen que los soportes digitales aproximan cada vez más a los directores y al público a la experiencia utópica de capturar el realismo-verdad--tiempo-espacio-drama. Piénsese que hace 50 años, el plano secuencia constituía el paradigma de un cine más fiel al tiempo de la naturaleza y capaz de captar cierta esencia humana que el corte manipulador no permitiría. Hoy debe ser pensado por la crítica como un virtuosismo y un procedimiento que facilitaba la navegación cinematográfica en pos de la única verdad: la realidad. Contextualizando las cosas, nos atrevemos a decir que el ejercicio de Ripstein seguirá siendo -por muchos años más- un plano secuencia excepcional y sobre todo una necesidad y una búsqueda de un tiempo en el cual los hombres tenían esperanzas en el cine y en su poder epifánico.

PRINCIPIO Y FIN (Arturo Ripstein, 1993)
http://www.youtube.com/watch?v=ADmrvrlhpKc

EL SECRETO DE SUS OJOS (Juan José Campanella, 2009)
http://www.youtube.com/watch?v=hffLoBKeHWk#


Óscar Contreras

lunes, 23 de noviembre de 2009

Socialisme, de Jean-Luc Godard


Vean el trailer de Socialisme, la próxima película de Godard:

sábado, 21 de noviembre de 2009

Tarata


Emilio Bustamante escribe sobre Tarata. El texto se publicó originalmente en la revista Nexos.

Se ha objetado, con razón, la estructura narrativa y la construcción de personajes de la película de Fabrizio Aguilar; sin embargo, Tarata tiene también virtudes de concepto y puesta en escena que creo necesario destacar.

Hay en Tarata una acertada recreación de época que no se limita a lo ilustrativo. La dirección de arte y la fotografía en clave baja contribuyen a rememorar los tiempos oscuros y la atmósfera de guerra que ya se respiraba en la capital antes del estallido de la bomba en la calle miraflorina. El caos y el agobio se notan en los espacios estrechos, las líneas cruzadas y las paredes pintarrajeadas de la universidad pública donde trabaja Daniel (Miguel Iza). El deterioro de la calidad de vida de la clase media se observa en los muebles y los vestidos gastados de la familia protagónica, y en los rostros de Daniel y Claudia (Gisela Valcárcel), quienes en distintos momentos de la trama examinan sus arrugas como comprobando el paso del tiempo y el estancamiento de las ilusiones. La pérdida de la fe en la educación como fuente de progreso se evidencia en las carpetas viejas y arrumadas en la azotea del pabellón universitario desde donde se descuelga la banderola de Sendero Luminoso; y la inutilidad del autoengaño de un sector de los limeños se hace patente en la fiesta de toque a toque, donde imperan el aburrimiento, el cansancio y la melancolía.


Si bien los personajes son más conceptos que seres animados, en tanto portadores de significados guardan coherencia con la puesta en escena. Cada uno de los miembros de la familia representa una reacción a la guerra de baja intensidad que se vive en la capital. Tenemos así la búsqueda de explicación del padre, la furia de la madre, la evasión de la hija y la paranoia del hijo. Todos se hallan afectados por la violencia política antes del atentado. Mediante la representación de esta familia alterada y el aire malsano que la rodea, el filme de Fabrizio Aguilar cuestiona un lugar común: aquel según el cual los limeños de clase media no se percataron de lo que estaba sucediendo en el país hasta que estalló la bomba en Tarata.

El filme decae notablemente a partir de la secuencia de la explosión, pero Tarata tiene un final apreciable. La guerra ya ha alcanzado a Claudia (su amiga ha muerto, su esposo está preso), pero en el encuentro con Rosa asume una postura de superioridad, que se expresa en la actuación de Valcárcel, el diálogo, y el ángulo bajo de la cámara que la enfoca. Claudia acepta que la desaparición del hijo de Rosa es algo que puede suceder a personas inocentes, pero no admite que la prisión de su esposo pueda durar mucho tiempo. Claudia niega la posibilidad de hallarse en una situación equivalente a la de su ex empleada, después del atentado de Tarata. Para ella, ambas son víctimas, mas no iguales. La cinta sugiere de este modo los límites de la “toma de conciencia” que supuestamente el acto terrorista produjo en ciertos sectores de la clase media limeña. Ni completamente ajenos a la guerra antes; ni resueltamente solidarios con las otras víctimas después.

Más allá de sus obvios defectos, Tarata nos invita a revisar nuestros recuerdos y la retórica sobre el atentado.

Emilio Bustamante

Tiro en la cabeza, de Jaime Rosales, en la Cayetano Heredia


Este lunes 23 en el Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia va Tiro en la Cabeza, de Jaime Rosales, (España. 2008)

Es a las 7 de la noche en Av. Armendáriz 445 Miraflores. El ingreso es libre

martes, 10 de noviembre de 2009

¿Qué es y qué debe saber un editor?

Hace pocos días, en el foro virtual Cinemaperú, se suscitó una discusión muy interesante sobre el trabajo del editor en el cine. ¿Qué es un editor? ¿Existe diferencia entre un montajista y un editor?¿Cuál debe ser la amplitud de sus conocimientos tecnológicos en computación y vídeo? Esos fueron algunos de los asuntos tratados.
Una excelente intervención de Rommel Comeca, consultor en tecnología HD, de la empresa Digital Dreams Network, puso algunos de esos temas en claro. Publicamos la intervención de Rommel, agradeciéndole por la colaboración.


“Creo que está claro que un editor y montajista es exactamente lo mismo. Es como decir palta y aguacate: aunque se nombre diferente en regiones diferentes significan lo mismo.

Para mí un editor es como un poeta, es alguien que sabe usar las palabras correctas y en las duraciones y tiempos correctos. Un editor que tiene dominio de un lenguaje único no usa ningún efecto, a lo mucho una disolvencia. Es el comunicador que cuenta una historia y cautiva al público.

Ahora comento de otros profesionales que son confundidos como post productores.

El post productor es aquel profesional que trabaja los gráficos o enriquece la narrativa lograda por el editor. Es aquel que inserta cuadros de créditos, por ejemplo, o hace algunas transiciones o efectos.

Lo importante es saber que SÓLO HACE USO DEL PROGRAMA DE EDICION. Es decir que usa las herramientas del Avid Media Composer, Final Cut, Premiere o cualquier aplicación de edición de video. No usa otro programa adicional; por eso es identificado como post productor.

El compositor digital es aquel profesional que no tiene límite de formato o tamaño. Por ejemplo podría crear una composición de 720* 200 pixels que será usado como un banner. Puede usar no sólo archivos avi, quicktime o mxf sino también tga, png o cualquier otro. Puede tener en una composición archivos de diferentes tamaños. En los canales de televisión, sobre todo, cometen el error de decir “haz la post a este programa con el after o combustión”. Si usas esa aplicación es hacer la composición digital. En USA y Europa es usualmente un profesional del diseño que trabaja el arte de la pantalla televisiva.

Hoy en día las herramientas han cambiado y en Latinoamérica están prestando atención a otra área importante pero ignorada en nuestro medio. Me refiero al Etalonaje o al proceso de Colorizado. El colorista es otro artista que trabaja con el material audiovisual buscando dos objetivos. El primero es mantener la continuidad del color y el otro es crear atmosferas para lograr emociones y sensaciones.

Un ejemplo de continuidad de color es una escena que debe representar un “exterior mañana”. Digamos que debido a problemas de grabación sólo se grabó parte de esa escena en la mañana y se continúa al día siguiente pero en la tarde. Aunque el editor haya logrado la continuidad en la escena la imagen tendrá diferentes tonos de color y no será creíble su ocurrencia en un mismo tiempo, así que el colorista ajusta los colores de tal manera que todo se vea de un solo tono dando esa continuidad y veracidad.

Cuando me refiero a sensaciones menciono, por ejemplo, esas escenas sugerentes del estilo James Bond. Después de que le explotan cosas encima, casi lo matan y corre todo el día aún le quedan fuerzas para un encuentro íntimo con la chica rescatada. Cuando tienes una escena así, se resaltan los tonos cálidos; por ejemplo, se intensifica el color de las llamas de la chimenea. Se pone más rojo el tono de la piel de los personajes. Toda la habitación tiene un color más naranja. En fin, se da esa sensación de calor y pasión. Muy al contrario de las escenas de la saga “Underworld”, donde todo es frio y los azules son dominantes tanto en los tonos altos y los medios mientras que los tonos bajos son más contrastados y negros.

Lamentablemente, a este último profesional usualmente lo encuentras en pocos lugares. Casi siempre en casas de post producción publicitaria que cuenta con una sala de etalonaje.

Es terrible ver como los jóvenes estudiantes de universidades e institutos no tiene el menor concepto de este profesional cuando es vital para una producción de venta internacional. Usualmente se cree que el director de fotografía debería entregar el material “listo”, pero no es así. El D.F. aporta mucho pero a veces también comete errores por su falta de conocimiento tecnológico. Errores que traban o dañan el trabajo del colorista.

En lo que me siento aún confundido es en el modo en que afirman que el editor no debe ser tecnológico.

Estoy de ACUERDO TOTALMENTE que el editor o post productor, o los otros profesionales que mencioné, no deben saber cómo se ensambla una computadora. Esa es la especialidad del integrador o, en el peor de los casos, del ensamblador de computadoras (…)

Todas las casas de servicios y canales de tv tienen su área de ingeniería o técnica y existen básicamente para resolver problemas con el equipamiento a usarse. Lo que ocurre es que el editor se acostumbra tanto a que le resuelvan los problemas que se vuelve un vago y ni siquiera desea conectar un cable firewire.

En lo que ESTOY ENERGICAMENTE EN DESACUERDO es en que los profesionales mencionados anteriormente no sepan de tecnología del video. Eso, amigos, es la razón por la cual muchas producciones nacionales no se venden.

He visto con enorme sorpresa que muchas películas peruanas eran muy divertidas o tenían temas interesantes pero tecnológicamente hablando eran... perdonen la palabra... una porquería tecnológica. Hablo de la calidad de la imagen, no de la calidad narrativa.

Este error empezaba desde años antes del HD. Desde que todo lo hacían en DV para luego entregarlo en Betacam Digital, que es y sigue siendo el estándar de calidad para distribución internacional.

Muchos editores me decían: "Es fácil Rommel, trabajo con Mini DV en mi Final Cut (que todo lo puede) y después uso este aparatito (de 120 dólares) que convierte Mini DV a Y/C y lo copio a Betacam SP o Digibeta". Yo quedaba atónito con lo que me decían. Era una receta segura para el desastre. Y, ojo, no hablo de un editor malo. Todo lo contrario, eran editores fenomenales. Sabían contar historias de una manera excepcional pero tecnológicamente hablando eran terribles brutos.

Con algunos que tenía la suficiente confianza y les era sincero y les decía: "Oye, ¿estás loco?, respóndeme esto: ¿Tú serías capaz de registrar tu película con cámaras VHS?, editarla con video grabadoras VHS y luego de la cinta máster VHS, hacer un copia a una cinta Mini DV y asegurarme que esa calidad es DV? "No, pues...", me respondían, “sería de una calidad horrible”. A lo cual yo les decía: "¿Y qué crees ca.....o que estás haciendo tú con el Mini DV y el Betacam Digital?". El silencio total en la sala de edición me decía que ese profesional se daba cuenta de lo qué había hecho.

Claro, estoy consciente de que no había presupuesto para trabajar todo en Betacam Digital en esa época. Pero ahora las cosas ha cambiado, existe el XDCAM EX, el XDCAM HD, el DVCPRO HD o la Red One. Los costos en tecnología han bajado los precios enormemente pero la ignorancia sigue igual de grande.

Los jóvenes comunicadores salen de las universidades y de los institutos igual de brutos tecnológicos que antes. Guayo Cayo dio el ejemplo más acertado para hablar del editor que ignora la tecnología.

Varias veces he conversado con Rosita Rodríguez sobre la ignorancia del no usar jamás el time code, por ejemplo. Alguno de ustedes imagina un arquitecto que jamás use su wincha de medida. Imposible ¿no? ¿Y entonces por qué existen editores que no usan el time code? Ni siquiera saben qué es o sólo saben que la traducción del nombre es "Código de tiempo". Ni siquiera están conscientes de que es un flujo de trabajo OFFLINE a ONLINE.

Hoy la tecnología de HD está dando oportunidades de crear historias en una excelente calidad a un tercio del costo. Pero esta tecnología es nueva y los procesos son nuevos y hay que aprender de nuevo todo. Sean profesionales con años de experiencia o jóvenes recién egresados, es el momento de aprender la tecnología. Paso a paso. ¿Cómo trabajar con los nuevos formatos digitales?, como mencionó Guayo. Ya no existe más la cinta, todo ahora es producción de almacenamiento de disco duro o memorias de estado sólido. ¿Cómo sacarle el máximo provecho a la calidad lograda en la sala de colorizado para entregarla al cliente internacional? Crear un blue ray requiere conocimientos tecnológicos.

Quizás alguien diga, Rommel, ¿pero el colorizado qué tecnología requiere?

No es sólo usar el Color del Final que te vino con la suite. Debes aprender a usar el waveform monitor y el vectorscopio. Porque el nuevo color que cambiaste siempre debe estar en el espacio correcto y con los niveles correctos. Cuando estaba recibiendo mi certificación en HD en Sony en Miami, los ingenieros de Sony le ponían un nombre a esos directores de fotografía que trabajan con su monitor de referencia sin ningún tipo de instrumentación. Les decían los "golden eye", refiriéndose en forma de burla a su supuesta precisión ocular. Hay muchos directores de fotografía que dicen “yo con mirar el monitor está listo, ya cumplí”. Eso es subjetivo e inseguro. Había otra frase que decían mis instructores: "Let the force be with you", algo así como que la fuerza esté contigo, porque sólo lo desconocido explicaría tu forma de proceder.

Hoy con el HD, no sólo debes controlar los niveles de video sino también el espacio de color con el cual trabajas y también el Gammut. Es más, ya existen parámetros que indican que si vas a entregar un material en HD y está fuera de Gammut, eso es un producto ilegal y lo rechazan.

Entonces, amigos, espero haber sido claro. Yo creo que el editor no debe ser un genio de computación como dijo Jarcor y Fabricio Deza, pero si estoy seguro que debe tener conocimientos de tecnología del video sea este SD o HD.

En varias ocasiones he visto comentarios de que se debe producir más y sacar adelante la industria audiovisual peruana y que se deben usar los nuevos formatos de cine digital. Mi pregunta es ¿si todos esos nuevos formatos tienen un estándar tecnológico de calidad internacional por qué la gran mayoría está ignorándolo y solo unos pocos, muy pocos, lo cuidan?

Estamos viviendo un momento hermoso de transición sólo visto en el cambio de la tv en blanco y negro a la de color. Los modelos están cambiando pero para mejoría de todos nosotros. La globalización presenta oportunidades para los cuales debemos estar preparados, no solo a nivel narrativo sino también a nivel tecnológico.

Enormes éxitos para todos.

Rommel Comeca

Terror eufórico y musical triste


El terror y el musical han tenido destinos divergentes. El terror se renueva, se cruza con otros géneros, inventa personajes, se nutre de las nuevas tecnologías, apela al humor y está tan vivo como antes. El musical, en cambio, perdió el rumbo con el fin del “sistema de estudios” en los años sesenta. Género de hechura colectiva, se desintegró cuando la Metro retiró de sus planillas a los coreógrafos, músicos, bailarines, directores y otros técnicos responsables de maravillas como “Cantando bajo la lluvia”, “Brigadoon” o “Brindis al amor”.

“Arrástrame al infierno”, de Sam Raimi, muestra al horror fílmico en plena forma porque sabe ser clásica y contemporánea a la vez. Es clásica en su apelación al gran guiñol, al truco exagerado, al miedo súbito, a los personajes truculentos, a las mitologías demoníacas movilizadas por la presencia de gitanos y “extranjeros”, y al sacudón que llega en el pico de una situación de acoso. También lo es en el esquema de su construcción dramática, con una aterrada protagonista deslizándose entre percepciones opuestas de la vida: la que acepta lo sobrenatural sin chistar (que le ofrece el clarividente) y la que se empeña en explicar las manifestaciones de lo siniestro desde la razón, como lo hace el novio.

Pero es contemporánea en sus afanes de manipular y celebrar géneros y textos afines: “Arrástrame al infierno” juega con la estética de la historieta; encuentra humor en la truculencia de las situaciones; evoca las películas de culto satanista de los años sesenta realizadas por la empresa Hammer Films (como “Magia negra”, de Fisher”); cita “La noche del demonio”, de Jacques Tourneur, filme fetiche sobre Luzbel; ironiza sobre la crisis financiera que lleva a las pobres víctimas a maldecir a los banqueros. Pero, sobre todo, cultiva la ironía que transforma a la insegura pero arribista empleada de la financiera en un ser de crueldad equivalente a la del espíritu que la posee. “Arrástrame al infierno” dice que la “carrera de ratas” por el éxito tiene algo, o mucho, de demoníaco.

El documental “This Is It” recopila imágenes grabadas durante los ensayos de la que hubiera sido la última gira de Michael Jackson. Se vende como una película para “fans”, pero es más que eso: es un logrado filme musical.

La película se arma sobre una pauta seguida por centenares de películas del género, sobre todo las realizadas en los años treinta, cuando el sonido fílmico era aún una tecnología joven: vemos a un grupo de profesionales que prepara un espectáculo que promete ser sensacional. Seguimos sus entrenamientos, atisbamos el “backstage”, y conocemos al grupo que se somete a las órdenes del director y a los deseos de su líder. Los ensayos, filmados por cámaras diversas, están editados sin la afectación del montaje paroxístico del “clip” que fragmenta los cuerpos, altera la continuidad y trastoca el espacio. Aquí, esos cuerpos se lucen íntegros, en planos abiertos que privilegian el registro de sus movimientos en el escenario.

Pero a diferencia de las películas musicales de los años treinta, en “This Is It” la apoteosis del show final nunca llega. Es la crónica de un espectáculo trunco y, por eso, está atravesada por un sentimiento funesto. El vitalismo del musical, género eufórico como ningún otro, se diluye en la melancolía.

Desde ese temperamento, todo en “This Is It” adquiere un aire difuso, frágil, empañado, espectral. Vemos los pasos de Jackson desde el conocimiento de que son los últimos de su vida y eso les da el significado de actos provisorios, frágiles. Esta cinta opaca se emparienta en línea directa con otros musicales tristes que trataron los asuntos de la pérdida, la muerte o la partida, como “Meet Me in St. Louis”, de Minnelli, “El show debe seguir”, de Fosse, “El último Rock” o “New York, New York”, de Scorsese.

Ricardo Bedoya

jueves, 5 de noviembre de 2009

El canto de los pájaros


Este lunes 9, el cine club de la Universidad Cayetano Heredia proyectará El canto de los pájaros, de Albert Serra (España. 2008), el director de Honor de caballería. La función es a las 7 de la noche en Av. Armendáriz N0. 445, Miraflores. El ingreso es libre.

martes, 3 de noviembre de 2009

Lo que veremos en 2010


Un artículo de The Times que reseña 50 películas que veremos el próximo año. Mejor dicho, que reseña 50 de las veintitantas que, con suerte, llegarán por aquí (en la foto: Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton). Aquí está:

lunes, 2 de noviembre de 2009

José Luis López Vásquez


Hoy murió el actor español José Luis Vásquez, a los 87 años, luego de más de seis décadas de carrera fílmica.


Tal vez su papel más conocido fue el de "Mi querida señorita", de Jaime de Armiñán, pero se le puede recordar también como el protagonista de algunas de las más cifradas películas de Carlos Saura, como "Peppermint Frappé", "El jardín de las delicias" o "La prima Angélica". Se puede encontrar también su rostro de expresión siempre perpleja en las comedias de Berlanga (desde los años 50 en adelante) y Ferreri, así como en decenas de comedias costumbristas, picarescas, de sal gruesa, hechas en la España franquista y también después.


En 1971 hizo "El bosque del lobo" (en la foto), de Pedro Olea, una extraña y olvidada película que trata el mito de la licantropía insertándolo en el horizonte de la cultura primitiva y agraria de la España tradicional. Fue, tal vez, su mejor papel.


Ricardo Bedoya

Pantallas digitales en América Latina

Roque González publica en Film Journal un interesante artículo sobre el avance de la instalación de proyectores digitales en las salas de América Latina. Lo pueden leer aquí: http://www.filmjournal.com/filmjournal/content_display/news-and-features/features/cinemas/e3i9f25616ad2abf49daf7e75d60bb75c9e
El artículo dice que Cineplanet es una empresa chilena. Lo cierto es que pertenece al grupo Interbank, de capitales peruanos (con el empresario Carlos Rodríguez Pastor Persivale a la cabeza)

domingo, 1 de noviembre de 2009

¡Hay que canonizar a Shoshanna!: Bastardos sin gloria


¿Qué es “Bastardos sin gloria”, de Quentin Tarantino? ¿Cómo situarla dentro de una tradición, una línea sucesoria o un género? ¿Es un filme bélico, una parodia, una fantasía más o menos irresponsable sobre la venganza, un inmenso pastiche de casi 100 años de cine o un homenaje al Fritz Lang de las películas antinazis, como “Man Hunt” y “Los verdugos también mueren”, o al Chaplin de “El gran dictador” o al Ernst Lubitsch de “Ser o no ser”, que es un referente esencial en “Bastardos sin gloria”?

¿Es acaso un delirante remedo de las fragorosas películas de explotación italianas de los años sesenta y setenta, o una versión del “macarroni combat”, esa truculenta modalidad del cine de guerra practicado en Italia luego del declive del “spaghetti western”? ¿Es tal vez el capricho de un cineasta inspirado que se exalta presentando una fábula sobre el poder detonante del cine para cambiar la historia, modelarla a su gusto y reescribirla con impunidad, o el disparate mayúsculo de un realizador acostumbrado a que cada uno de sus antojos, explosiones de sádica agresión, quiebres narrativos y giros insólitos sean celebrados como guiños de ironía, malicia o cinismo posmoderno?

“Bastardos sin gloria” es muchas de esas cosas a la vez, pero sobre todo es la película de un cineasta indisciplinado, egocéntrico y brillante, capaz de filmar escenas de antología y otras de perfil más bajo, pero nunca desprovistas de interés.

“Bastardos sin gloria” se divide en 5 capítulos y cada uno de ellos impone su propio brío, ritmo y respiración. El mejor es el primero y resume las intenciones, estilo y sentido del filme.

Durante los créditos escuchamos “The Green Leaves of Summer”, que Dimitri Tiomkin compuso para “El Alamo”, de John Wayne (1960), mientras un cartel nos informa que entramos a un tiempo preciso pero a la vez mítico: “Hubo una vez… en la Francia ocupada por los nazis”. La acción empieza con la imagen de un campesino que trabaja con el hacha. Al mirar hacia el horizonte percibe la llegada del peligro, como en un western. Pero el acecho no proviene de cuatreros malvados al estilo de “Shane el desconocido”, sino de un indeseable visitante, un cierto coronel Landa, de la SS, encarnado con diabólica perfección por el actor austríaco Christoph Waltz. El cine como gran referente cultural y la Historia se encuentran para empezar una batalla a muerte.

La entrada a escena de Landa aporta una perversa extravagancia a la acción. El personaje es cruel, untuoso, locuaz, retórico, cínico. Es, además, políglota e histriónico. Fascina y es un gran villano. Usa los idiomas no para revelar sus pensamientos sino para enmascararse y mentir. Está siempre representando. Su presencia impone el paradójico tono de la comedia satírica pero también del suspenso.

Landa busca a sus presas, familias judías escondidas en la casa del aterrado señor LaPadite. De pronto, un formidable movimiento de la cámara convierte a los espectadores en testigos de la presencia de un grupo humano (la buscada familia judía) escondido en el subsuelo. Lo que sigue es un ejercicio de “suspense”, expectativas que crecen y ansiedades que se dilatan. Es el homenaje anticipado a la película de la que veremos algunas imágenes luego: “Sabotaje”, de Hitchcock. El remate de la secuencia, con Landa ejerciendo un indulto inesperado, impulsa la ficción, acelera el relato, crea el personaje de Shoshanna y nos prepara para lo que vendrá.

En ese capítulo inicial, que es un gran momento de cine, está todo “Bastardos sin gloria”: su virtuosa capacidad para mezclar los géneros borrando los límites entre tensión y humor; la celebración del diálogo no sólo como fuente de información dramática sino como rico material acústico, trabajado en la riqueza de su textura material, cuidando al milímetro la entonación, la dicción y el acento de Christoph Waltz; el olímpico desprecio de Tarantino por la representación realista, por la fidelidad a la historia y por el respeto a los hechos verificables. El que busque una versión contrita y “correcta” de la Historia es mejor que salga despavorido del filme de Tarantino y se consiga una copia de “¿Arde París?”

Pero en esa secuencia también está una de las claves del sentido de la cinta, que la publicidad anuncia poco menos que como una revisión de “Los doce del patíbulo” o una puesta al día de “Donde las águilas se atreven” o “El botín de los valientes”. En verdad, “Bastardos sin gloria” poco tiene que ver con esos títulos y, menos aún, con los filmes italianos en los que Tarantino dice haber encontrado motivación.

Y aquí es donde se asoma el espíritu de Lubitsch. “Bastardos sin gloria”, como “Ser o no ser”, es una película sobre la puesta en escena y la representación o, mejor, sobre varias puestas en escena que se cotejan, se pulsean, se miden y se enfrentan para comprobar su potencia y capacidad de persuasión. Una capacidad medida en su aptitud para engañar y, a la larga, en aniquilar al enemigo.

El “regista” y supremo “metteur en scène” de la ficción es Hans Landa que establece la estrategia central del filme. Al dejar ir a Shoshanna de la casa del señor Lapadite la convierte en futura antagonista, la perfila como personaje y, de paso, impulsa la ficción, prometiéndonos una confrontación sensacional para más tarde. En esa escena inicial se establecen los polos del conflicto y se diseña la inevitabilidad de la venganza.

Pero también está la estrategia de otro “regista”, Goebbels, que busca estrenar la cinta epónima, la del honor nacional exaltado en la figura del soldado heroico que es tizona destinada a machacar judíos, aliados, pacifistas, comunistas y gitanos.
Como se sabe, el Ministro de Información y Propaganda del Reich organizó un proyecto personal cinematográfico y lanzó su propio sistema de producción, diseñado en reacción a los modos experimentales, pesimistas, oscuros, mórbidos, tenebristas, tanáticos, que prefirieron los cineastas del expresionismo y del “filme de cámara” de los años veinte. Quería lograr un prototipo de filme bombástico, retórico e inflado que, según broma de Tarantino, acercaba a Goebbels más al modelo del filme de Hollywood producido por Selznick que a los de Louis B. Mayer, aludiendo a la desmesura de los proyectos personales del artífice de “Lo que el viento se llevó” antes que a la capacidad de Mayer para administrar un estudio a la manera de un meticuloso empresario. Al respecto, se puede consultar un interesante libro de Rafael de España llamado “El cine de Goebbels” (Editorial Ariel, España, 2002), que reseña los films antisemitas, operetas, comedias románticas, “biopics”, “heimatfilms” (películas folclóricas sobre los “valores inmutables y entrañables” del terruño alemán) y exaltaciones guerreras cuya producción impulsó el ministro nazi hasta el año 1945.

El Gobbels de “Bastardos sin gloria” quiere darse el gusto de mostrar, en el París ocupado, un rancio filme de propaganda nacionalsocialista de estilo “pompier” con el protagonista convertido en “Hombre de mármol” y orgullo nacional.

Frente a esa estrategia, que es capaz de erizar a cualquier cinéfilo, aparece la de Shoshanna, que no puede permitir que prevalezca una puesta en escena tan estridente y despreciable. La muchacha trama, entonces, una representación compleja y espectacular que desemboca en el sacrificio personal. El sabotaje de Shoshanna consiste en perforar el filme nazi para “intervenirlo” a la manera de los vanguardistas parisinos de los años veinte: agrediendo a los espectadores. El método: aplicando un corte de montaje discontinuo a la película del Reich para insertar el primer plano del rostro de Shoshanna llamando al fragor del combate.

Vestida para matar, Shoshanna, junto con su colaborador y amante, se convierten en una pequeña pero letal brigada dispuesta a sacudir la complaciente celebración de la jerarquía nazi. Y lo hacen apelando a un modelo de personaje muy conocido por Goebbels ya que su responsable, Fritz Lang, un exiliado alemán, se hallaba en Estados Unidos haciendo las mejores películas de su filmografía.
“Metrópolis”, de Lang, es evocada por Shoshanna en su transformación de pasiva a vengadora: como la María (Brigitte Helm), apostólica y furiosa gracias a la intervención de un malvado que la induce a la perversa venganza.
Así como el Rotwang de “Metrópolis”, escrita por la simpatizante nazi Thea Von Harbou, fabrica su María, el Gobbels de “Bastardos sin gloria” crea un duplicado isomórfico de la Shoshanna apacible y campesina: la iracunda vengadora que calcina el templo de Dagón con cientos de rollos de nitrato, como los que existen depositados en la Biblioteca Nacional de Lima hace mucho tiempo.

Pero si la María de Fritz Lang es la referencia dramática del acto militante de Shoshanna, la Juana de Arco de Dreyer es el modelo iconográfico. Apelación a la austeridad, despojamiento y desnudo rigor fílmico, en las antípodas de la grandilocuencia de las películas de Goebbels.
Por eso, Shoshanna, filmada en contrapicado mientras llama a la venganza, es la María de “Metrópolis” en sus dos encarnaciones, la buena María y la furiosa María, pero también es Juana, perseguida, víctima, combatiente, triunfadora y mártir. Habría que canonizar a Shoshanna; es la santa del cine.

La estrategia de Aldo Raine (Brad Pitt) es la menos interesante del filme. A Tarantino no le interesa hacer un remake de “Los doce del patíbulo”. La banda apache de vengadores sólo aparece junta en una secuencia que Tarantino aprovecha para convertir en ejercicio de estilo a la manera de su querido Sergio Leone: la aparición del Oso judío. Por eso, una de las críticas más graciosas y desencaminadas que se le ha hecho al filme es la ausencia de motivaciones de los “Basterds”, lo que resulta casi como pedirle currículum al correcaminos.
Tan poco le interesa a Tarantino la trama bélica de los Bastardos que termina por sabotearla convirtiendo a Brad Pitt y a dos de sus vengadores en la reencarnación de Sig Ruman, Felix Bressart y Alexander Granach, los comisionados soviéticos de “Ninotchka”, hablando aquí un italiano macarrónico digno de Lubitsch.

Ricardo Bedoya