lunes, 28 de diciembre de 2009

La negación de la racionalidad

Isaac León Frías vuelve a la polémica para responder un artículo de Mario Castro Cobos, publicada en su blog.


Vuelvo sobre uno de los asuntos que han motivado mis dos últimas intervenciones en este blog y que me parece francamente preocupante. Es el enquistamiento de un tipo de acercamiento al cine basado en la pura y más radical subjetividad.

Cordero dice una serie de inexactitudes en un balance del cine peruano durante el 2009. Se cuestionan de manera muy clara esas inexactitudes y sale al ruedo un tipo como Castro Cobos para burlarse y poner en entredicho la lógica que sustenta esos cuestionamientos. No valen las razones, los argumentos: somos cómicos y patéticos quienes intentamos reflexionar, ofrecer datos y pruebas conceptuales. Es decir, entramos de plano en el reino de la total arbitrariedad. El mundo al revés.

Por eso es que Castro Cobos escribe como escribe. Jamás se leerá en sus artículos - que no críticas, pues no lo son- un intento de análisis, un comentario apoyado en los procedimientos del lenguaje audiovisual. Lo que escribe son impresiones o consideraciones que le suscita la película, sin que eso sirva en absoluto para que el lector se forme una imagen de lo que es la película ni tampoco para comprender su significado. Si es verdad que toda crítica o comentario es una elaboración literaria, en este caso lo es de una forma extrema, pero en el sentido más vacuo, como pura divagación. En alguna medida, lo que escribe Castro Cobos sobre las películas encuentra un equivalente, digamos, "poético" (cuántas barbaridades se escriben en nombre de la poesía) en los versos que publica ese blog. No sería sorprendente que Castro Cobos escribiera con otro nombre esas excrecencias que quieren pasar por poesía y si no es él, es su claro alter ego versificado. No es simple casualidad que las publique y las promueva.

Entonces, cada película viene a ser un simple pretexto para la elucubración, para lo que se le ocurra en el momento de la escritura, para lo que quiere o necesita soltar en ese instante Y si no son películas, cualquier otro tema está tratado de la misma manera. La coherencia y la sindéresis no interesan para nada. Es la escritura como catarsis en un estilo alambicado y a la vez fatigado y remolón.

Pero más allá del caso individual, que podría estar circunscrito a una (o a unas pocas personas), la arbitrariedad se extiende. Entonces, se puede decir cualquier cosa, lanzar cualquier acusación o agravio, dar por hechos supuestos no probados y todo eso parece legítimo y defendible.Y cualquiera que contradice con argumentos de peso está atentando contra la libertad de expresión. Es decir, es la conversión del error, la torpeza y, por cierto, la inquina como valores defendibles.

Eso es lo que ocurre, lamentablemente, en relación con el cine peruano donde hay varios críticos que se prodigan en cargos, en descalificaciones, en sarcasmos, y además lo hacen a partir de una supuesta superioridad intelectual, desde una atalaya en la que miran como a minusválidas las producciones peruanas, merecedoras de todas las burlas y desaprobaciones. Entonces, la paranoia se impone: todo resulta sospechoso, producto de ventajas y de arreglos bajo la mesa, de favores inmerecidos, de apoyos que no debieron ser entregados. Ergo: CONACINE se convierte en una bestia negra por prohijar tales despropósitos.

No hay el menor esfuerzo por informarse y comprender los reglamentos de CONACINE, y por tanto sus atribuciones y sus límites, el funcionamiento y los mecanismos con que se financian los proyectos ni los modos en que se producen los filmes. Tampoco los problemas de la distribución y del mercado. Se mencionan las "expectativas" como si fueran un hecho conocido e inconmovible. Se miran las películas de cualquier modo, con aire displicente y, con frecuencia, con una metodología crítica precaria.


¿Qué queda? La subjetividad suelta de la peor manera, el impresionismo más rampante, la repetición de lugares comunes...

Sin embargo, y aunque suele mantenerse la ligereza y el poco rigor, no es igual el tratamiento que se les dispensa a las películas que vienen de fuera, por malas que sean. La actitud es otra, los términos utilizados, también. El sarcasmo está ausente. Es decir, se ablanda el vínculo con el film, hay una mayor consideración, no se le trata como a un producto minusválido.

En la perspectiva señalada no funciona la posibilidad de un debate que quiera arrojar algún resultado provechoso. ¿Cómo oponer razones a sinrazones, criterios claros a afirmaciones o acusaciones basadas en supuestos no probados o en medias verdades? ¿Qué cotejo de ideas puede intentarse con alguien como Castro Cobos que vive dentro de una suerte de semiautismo intelectual? ¿Sobre qué base si no tiene la menor consistencia conceptual? Nunca le he escuchado un enunciado mínimamente articulado ni ninguna propuesta coherente. De allí que, no lo dudo, saldrá una vez más al paso con su afectado estilo literario y con su paquidérmico sentido del humor para, finalmente, no decir nada que no sean burlas y agravios, recurriendo a las imágenes de ancianos y a sus reiteradas referencias a la edad. Como si no hubiera jóvenes o gente de mediana edad que son emocionalmente mucho más viejos que los mayores. Habría que ver hasta qué punto esa reiteración suya con el tema de la edad está dando cuenta de lo que sería un mecanismo de contraidentificación compulsiva, un rechazo patológico a lo "viejo" que habita en él. Pero ni soy psicoanalista ni quiero imaginarme qué abismos tortuosos habitan en el interior de Castro Cobos, aunque ya lo que escribe es bastante revelador.

Isaac León Frías

2 comentarios:

JC dijo...

"La coherencia y la sindéresis no interesan para nada. Es la escritura como catarsis en un estilo alambicado y a la vez fatigado y remolón."

Si no le gusta, señor León, el lenguaje "elaborado", déjeme decirle que tiene usted serios problemas de consistencia y severas contradicciones.

Por otra parte, cuando leo sus defensas cerradas y maternales a Conacine, siento una sensación similar a la desgracia nacional que es nuestro fútbol. Pues, digamos que no existen 'fraudes' (vaya palabrita que tanto problema ha traído), sino únicamente una negligencia brutal, una estupidez supina, de la institución encargada de 'premia a lo mejor' de la cinematografía peruana. Pues bueno, a ese paso, es lógico que llevemos más de 30 años sin mundial.

Lo leo, señor León, y veo paralelos espantosos con personajes futbolísticos de la talla de Juvenal Silva o José Mallqui (me pregunto cuál de todos será el alter ego dle infausto Burga). Y que esto solo sirva para dejar constancia que, si seguimos amparando a FRAUDES (sí, señor León, FRAUDES), como Cuatro o Tarata, tal cual se apaña a tanta desgracia del balompié, terminaremos siendo una burla más en el panorama regional.

A menos que, claro, en su próximo comentario comience defendiendo a rabiar a la Federación Peruana de Fútbol. Cosa que no me sorprendería, pero que, definitivamente, dejaría las cosas más claras en torno a su 'abnegada' labor.

Anónimo dijo...

Chacho, lo que hace Castro Cobos es realmente penoso, lamentable y patético. Que dedique su espacio y tiempo para irse siempre por el lado personal (insultando o burlándose de la gente) en vez de hablar de cine (tema del que supuestamente escribe)ya es cosa suya, el asunto es ignorar en absoluto sus comentarios insidiosos y dedicarnos a lo que es realmente gratificante: el cine. Saludos.