sábado, 12 de septiembre de 2009

Opiniones encontradas


Puede resultar entretenido cotejar las opiniones sobre algunas películas presentadas en el Festival de Venecia. Sobre todo si son opiniones enfrentadas, como las de Carlos Boyero, periodista de El País, de España, y la de Manuel Yánez Murillo, colaborador de la página argentina Otros cines (http://www.otroscines.com)


Aquí están las discrepancias.

Sobre las últimas películas de Werner Herzog, Boyero dice:
“Comenzaba con "David Lynch presenta" y la consecuente ovación en la sala de sus infinitos devotos. Pero a continuación los títulos de crédito nos informaban de que el moderno inquietante sólo ejerce en este caso de productor, que lo que vamos a ver está dirigido por Werner Herzog. Los aplausos continúan. Por mi parte, constato la inminente llegada del mosqueo. Horas antes, la sección oficial ha exhibido otra película de Herzog, su visible aunque también prescindible remake de Teniente corrupto.

Es insólito que el mismo director compita con dos películas en el mismo festival. Y recuerdo aquel refrán tan castizo: "¿No quieres caldo? Pues toma dos tazas". Y me temo que dos Herzog en un día me provoquen una peligrosa indigestión. No me equivoco. Se titula My son, my son, what have ye done? Y a diferencia de las imaginables imposiciones de la producción en Bad lieutenant: port of call New Orleans para que la historia policiaca se entendiera mínimamente, aquí su libertario amigo Lynch debe de haberle ofrecido absoluta libertad creativa. El resultado es desastroso. Un desbarre importante centrado en la investigación policial y psicológica sobre un psicópata que acaba de degollar a su madre. Sus delirios y su esquizofrénica relación con el mundo están descritos de forma tan morosa como absurda, el desarreglo mental del personaje es similar al de su creador narrando la historia. Tengo sobredosis de Herzog para varios años.”


Sobre las mismas películas de Herzog, Yáñez Murillo, dice:

“El más brillante de estos filmes es The Bad Lieutenant…, la particular revisión/variación que acomete Herzog de la película Un maldito policía, que Abel Ferrara rodó en 1992. Espléndidamente protagonizada por uno de los peores actores del panorama actual, Nicolas Cage (cuyo incontenible histrionismo es hábilmente explotado por Herzog), la película sitúa su ámbito de acción en la Nueva Orleans post-huracán Katrina, convirtiendo la ciudad (sus calles, hoteles, casinos, suburbios y cementerios) en un agente narrativo primordial. En este escenario, Herzog lleva a cabo una disección alucinada de los códigos del cine policíaco. El denso y trepidante guión de William M. Finkelstein permite al director alemán aferrarse sin miedo a los pilares de la narrativa clásica y a los arquetipos del género negro (cerca, por ejemplo, del James Gray de Los dueños de la noche/We Own the Night). A la postre, son estos sólidos cimientos los que permiten a Herzog construir el truculento, eufórico y lisérgico universo por el que transita Terence McDonagh (Cage), un teniente de policía que se sume en el pozo de la drogadicción por culpa de un dolor de espalda crónico. La mano del director de Stroszek se deja ver en la exploración de la animalidad del personaje de Cage y en sus hilarantes brotes psicóticos, el más memorable de los cuales lleva al protagonista a exclamar “Shoot him again, his soul is still dancing!” (¡Dispárale otra vez, su alma todavía baila!), a lo que sigue un plano del “alma” en cuestión bailando break-dance. Finalmente, la diferencia más importante de la película de Herzog respecto a la de Ferrara es la ausencia del referente religioso que determinaba el declive y redención del teniente corrupto al que daba vida Harvey Keitel. En The Bad Lieutenant…, la redención llega de la mano del azar (una conclusión que recuerda a otro film de Ferrara, Go Go Tales) y tiene más que ver con el absurdo y caótico (des)orden social que con una regeneración espiritual, un cierre que pone de manifiesto la combinación de fina sátira y afilado cinismo que recorre todo el film.
Por su parte, My Son, My Son, What Have Ye Done (título de resonancias religiosas) se inspira en una historia real para relatar los acontecimientos que conducen hasta un dramático parricidio en un barrio residencial de San Diego. Planteada como un lúdico ejercicio sobre la dialéctica que forman lo absurdo y lo sublime, resulta clave advertir que la película cuenta con la participación de David Lynch como productor ejecutivo. Así, los desvaríos esquizoides del protagonista, Brad McCullum, interpretado por Michael Shannon, se cruzan con las atmósferas oníricas del universo-Lynch (que también aporta a la película una de sus actrices fetiche, la siempre inquietante Grace Zabriskie, la viejecita de INLAND EMPIRE). No sólo eso, el film también ahonda en la furia irracional que se oculta tras el aparente bienestar de la Norteamérica suburbial, un tema recurrente en la filmografía de Lynch.”

http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=3253&idsubseccion=73

Opinión de Boyero sobre el último filme de Jacques Rivette:

“El ya anciano Jacques Rivette, presencia fija y venerada en los festivales de cine, perpetra una renovada estupidez en la indescriptible 36 vues du Pic Saint Loup. Cuenta el encuentro de un viajero existencial con la gente de un circo que no tiene espectadores. Lo de que no vaya ni Dios a reírle las gracias a clowns intelectuales y acróbatas cutres es lo único que me parece coherente en el argumento. El resto lo ocupan discusiones metafísicas sobre los mecanismos de la risa, el ser y la nada, etcétera. Todo supone un despropósito aceptado pero seguro que esconde una metáfora o una alegoría. Ese notable actor italiano llamado Sergio Castellito intenta dotar de vida a su personaje, pero sus intentos son en vano. Está tan vacío como el resto de esta infame película.”

Sobre Rivette, dice Yáñez:

“De un recién llegado al panteón a un viejo habitante del olimpo de los dioses cinematográficos, Jacques Rivette, que en Venecia presentó 36 vues du Mont Saint Loup, una película menor dentro de su filmografía, pero de innegable encanto. El film sitúa su acción alrededor de una compañía de circo clásico (un anti-Cirque du Soleil) que ofrece su última gira, tras la muerte del fundador. En este contexto se produce el encuentro entre un misterioso hombre italiano que afirma no residir en ninguna parte (Sergio Castellitto) y una mujer que regresa a la compañía tras quince años alejada de las pistas de circo (la mítica Jane Birkin). Aquí, como en tantas otras obras de Rivette, el protagonista son tanto los hombres y mujeres de la función como el propio escenario. La dialéctica entre la realidad y la representación queda plasmada en la continua apelación al espectáculo circense y teatral, a la evocación (hablada) de la memoria. Sobre esta realidad, encriptada por un viejo y “estúpido accidente”, se desarrollará una trama sobre el cortejo romántico y la superación del trauma -algo más esquemática de lo que suele ser habitual en Rivette, seguramente debido a la sorprendentemente corta duración del filme (84 minutos)-. Por su parte, las funciones de circo, con todo aquello que las rodea (el previo, el post, entre bambalinas…), irán tejiendo una trama autorreflexiva sobre la complejidad oculta tras el arte más aparentemente rudimentario y artesanal. 36 vues... vibra al son de la declamación, la pantomima y el gesto ritualizado, construyendo un relato crepuscular y espectral, en el que los vivos les hablan a los muertos (en el cementerio o en el escenario) para liberarse de sus pesadas sombras.” http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=3253&idsubseccion=73

Boyero sobre Michael Moore :

"Ha titulado su inaplazable ajuste de cuentas Capitalism: a love story, y en él consigue que te rías con su brillante sarcasmo sobre los tiburones financieros, pero también aterrorizarte al comprobar de lo que son éstos capaces para beneficiarse y mantener el intolerable estado de las cosas, su hermandad con la mayoría de la clase política, la impunidad que consiente la ley a la alta delincuencia, la salvaje factura que deben de pagar los débiles por los desmanes de los fuertes.

Moore comienza haciendo un lúcido paralelismo entre el esplendor y decadencia del Imperio Romano y la historia de su todopoderoso país. A partir de ahí planta sus temibles cámaras y micrófonos en los atroces testimonios de las víctimas potenciales de los abusos del sistema capitalista, de la sufrida gente común, e intenta en vano que los jerarcas de Wall Street ofrezcan explicaciones de los criminales mecanismos que han generado el desastre. A falta lógicamente de lo segundo, tira de archivo, de indagación, de datos, de estadísticas, de imágenes reveladoras, de provocación a los sibilinos toros para ver si le entran al trapo, para hacer un retrato demoledor del disfrazado esclavismo que ejerce el gran capital sobre las clases medias y bajas, su desvergüenza para perpetuar el saqueo, su colocación estratégica en el poder político de los peones que les van a permitir robar hasta el delirio a costa del sufrimiento de la mayoría. No lo cuenta el viejo Marx aunque su inteligencia lo anticipara, sino que las repugnantes evidencias están demostrando la eterna perversión del sistema. Moore siempre posee tendencia a la manipulación y a la pincelada gruesa, pero esos molestos tics no anulan su brillantez expositiva ni la veracidad de lo que cuenta.”

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Michael/Moore/disecciona/monstruo/elpepicul/20090907elpepicul_4/Tes

Yáñez sobre Moore:

“Y, finalmente, llegó Michael Moore dispuesto a golpear conciencias y sensibilidades con su documental Capitalism: A Love Story, donde, tras una superficial aproximación a las raíces del modelo socio-económico liberal norteamericano, centra su mirada en la actual pauperización del país. El principal problema de Moore es que el equilibrio que durante un tiempo -hasta Bowling for Columbine- dio vigor a su cine se ha ido desintegrando: el espectáculo emotivo-pirotécnico y el sensacionalismo le han ido ganando terreno a la información y el agit-prop. Basta comparar el estupendo videoclip de Sleep Now in the Fire de Rage Against de Machine (dirigido por Moore) con Capitalism… para entender los puntos flacos de este narcisista realizador. Además, Moore parece haber perdido el ingenio que caracterizaba su vis cómica. Doblar a Jesucristo como si se tratara de un empresario y a la protagonista del spot televisivo de una agencia de crédito como si fuera Vito Corleone tiene más bien poca gracia.En Capitalism…, Michael Moore convierte la compleja crisis del sistema económico actual en un simplista enfrentamiento entre el capitalismo y la democracia.”

Sobre “Entre dos mundos”, de Vimukthi Jayasundara, dice Boyero:

“La película de Sri Lanka Ahasin wetei sigue los pasos de un urbanita amargado que decide recluirse en la vida campestre y está haciendo cabriolas en pelotas por los bosques durante 80 minutos.” http://www.elpais.com/articulo/cultura/Soderbergh/alivia/cine/oriental/indigerible/elpepicul/20090908elpepicul_5/Tes

El entusiasmo de Yáñez sobre la misma película:

“Aunque para descubrimientos (aunque sería más correcto hablar de ratificación), ninguno como el de Vimukthi Jayasundara, un nombre que deberemos aprender a pronunciar con soltura y alegría, ya que será el de uno de los grandes autores de los próximos años. Tras alzarse con la Cámara de Oro del Festival de Cannes en 2005 por la magnífica The Forsaken Land, Between Two Worlds confirma a Jayasundara, nacido en Sri Lanka, como una voz única del panorama fílmico mundial
¿Cómo defender esta aventurada afirmación? No resulta una cuestión trivial. Más allá del poderoso simbolismo y la radical libertad que propone el cine de Jayasundara, su trabajo remite a una dimensión monumental difícil de evocar en palabras. Se trata de un cine que nace de la furia histórica (la memoria de la guerra civil que ha azotado Sri Lanka durante décadas), se alimenta de la cultura popular (el folklore y la mitología) y aspira a habitar el más valioso territorio del arte (junto a la felicidad): el misterio. Resulta casi absurdo, aunque necesario, esbozar una sinopsis de una película que se resiste a ser contada, porque debe ser vivida. Un joven cae del cielo; asiste a una revuelta urbana que llena las calles de televisores hechos añicos; busca el amor de camino al campo y lo pierde; llega a las montañas en busca de su familia, pero de repente se descubre convertido en un príncipe perseguido por unas fuerzas represoras que tienen aterrorizada a la población.

Trabajando sobre extensos y parsimoniosos planos-secuencia, Jayasundara plantea un juego narrativo que sigue el lema del “todo es posible”. Así, el director se convierte en el poderoso demiurgo de un fascinante y arborescente universo mágico, pero al mismo tiempo el espectador puede elegir cuál de las múltiples sendas narrativas abiertas desea transitar (lo ideal es no cerrar ninguna puerta). Es una narrativa flotante (anti-cronológica), en contante fuga, nunca definitiva -cada plano puede reafirmar/variar/refutar el anterior- y sin embargo, siempre constructiva -como en el cine de Lynch, los bucles nunca devuelven al mismo lugar-. Es Between Two Worlds una película caótica, hostil, fantástica, esotérica, exótica y fervorosamente sensual. En su fortaleza conceptual, el film remite al cine de Apichatpong Weerasethakul o al mejor Elia Suleiman; en su vocación multidisciplinar, recuerda a la obra de Garin Nugroho; y en su capacidad para manejar la energía de una comunidad (rural), evoca una de las mayores virtudes de Naomi Kawase. En una de las mejores secuencias, una mujer extrae leche de uno de sus pechos y limpia el ojo infectado del joven protagonista ¿Es la vida que reniega de la muerte y clama por una regeneración del cuerpo y del mundo? ¡Habemus obra maestra!” http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=3253&idsubseccion=73


Felizmente, la crítica de cine no es una ciencia exacta.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¿A quién creer? Ni a nuestros ojos porque nunca las vemos a ver por aquí

Anónimo dijo...

La luz(Yañez)y la oscuridad.

fernando dijo...

Es la difrencia entre el aburrido cronista que no encuentra satisfacción en ninguna película (Boyero, que es una verguenza pública) y un tipo curioso y buen crítico.

Max T dijo...

Boyero está cada vez peor...

Limense dijo...

Lo de Boyero es de esperar y no me sorprende ya que es un tipo que prácticamente desconoce y desprecia el cine moderno (si no recuerden lo que dijo acerca de Shirin sin siquiera haberla visto completo, cosa que no creo un crítico respetable haga) y especialmente aquella vertiente del cine "minimalista" y hasta duro de comprender que es tan poco condescendiente con la mayoría del público y del cual se desprende su poca recepción en amplios círculos cinéfilos, aunque vale resaltar que en estos círculos se pueden hallar a las personas más interesadas en encontrar nuevos caminos para el cine, y valorarlo.

Yo por mi parte leo de vez en cuando sus comentarios por, para utilizar un adjetivo de Reygadas, curiosidad antropológica, pero sin darle demasiada importancia. A Yañez lo siento como alguien a quien apreciar aunque no siempre estés bien con sus comentarios e incluso posee una cualidad no tan difundida,al menos por aquí, salvo escasas excepciones: sus artículos son lecturables, que ya es bastante para un trabajo bastante subjetivo, difícil y no pocas veces controvertido.

PD: En vistas que al parecer existen varios con mi mismo nombre(Fernando)rondando por aquí, escojo un seudónimo: Limense

Anónimo dijo...

Los críticos espeñoles son muy sobrevalorados. Mediocres sería la palabra exacta. En Lima Limón tenemos mejores analistas, Bedoya, León, Cotler, Derteano, Pimentel, Castro, Bustamante etc.

Anónimo dijo...

Que le den por el culo a Boyero!

Anónimo dijo...

Habrá que verlas para opinar (en pirata, claro esta).

Renzo Maspoli dijo...

Boyero e una vergogna mondiale.

Diego Batlle dijo...

Amigos limeños: tomo este texto como un "juego" cinéfilo. Como director de OtrosCines.com, defiendo el profesionalismo, la integridad moral y la calidad de escritura de Manuel Yáñez Murillo y he manifestado de forma pública en reiteradas oportunidades mi repudio a muchas de las posturas de Carlos Boyero (especalmente cuando se burla del cine de autor y de los festivales) y a la decisión de El País de contratarlo como primera firma de sus páginas, existiendo en España unos cuantos críticos de excelencia que engalanarían ese espacio en vez de arruinarlo como lo hace semana tras semanas el impresentable Boyero. Abrazos desde Buenos Aires

Anónimo dijo...

Me cae bien Boyero. Escribe bien y no tiene miedo de nada.Si no le gusta, pues no le gusta. Aqui no se trata de quedar bien con nadie o hacerle reverencias a los grandes. Se trata de lo que te gusta o no. Pense que iba a ser duro con Moore, y me equivoque. Mira tu.

Yucatán dijo...

Boyero no desprecia el cine de autor, Boyero desprecia a los oportunistas que utilizan la formula fácil: tiempos muertos durante noventa minutos.
Además, todos saben que los festivales de cine están agonizando, Boyero tiene los huevos para no callarse y si ve una película mediocre de Kiarostami pues lo dice, él no se casa con nadie, deberían aprender los críticos del Perú ya que muchos (no todos) le tienden la camita a varios directores. Si no gustan de las críticas de Boyero entonces no lo lean.