El 7 de mayo pasado, en el diario Perú 21, Alonso Izaguirre publicó la siguiente crítica de “El premio”:
“Habían escrito que El premio, la última película de Alberto Durant, era recomendable: personajes bien delineados y una historia donde nada sobraba ni faltaba, y una buena utilización de Polvos Azules como aporte al concepto general de la historia.Entonces tenía que verla, porque aún estoy esperanzado en que Durant pueda volver a ilusionarme un poco con ese cine que le es cruelmente esquivo desde Alias La Gringa, su mejor trabajo estrenado en el lejano y crítico 1991.Lamentablemente, El premio es una extensión de ese ofensivo simplismo –argumental y de puesta en escena— que Doble juego, su anterior filme, ya había mostrado.Pese a que la historia presenta esa dicotomía pueblo/ciudad tan complicada y atractiva a la vez –matizada por los problemas que surgen por ganar una lotería—, apenas la profundiza.
“Habían escrito que El premio, la última película de Alberto Durant, era recomendable: personajes bien delineados y una historia donde nada sobraba ni faltaba, y una buena utilización de Polvos Azules como aporte al concepto general de la historia.Entonces tenía que verla, porque aún estoy esperanzado en que Durant pueda volver a ilusionarme un poco con ese cine que le es cruelmente esquivo desde Alias La Gringa, su mejor trabajo estrenado en el lejano y crítico 1991.Lamentablemente, El premio es una extensión de ese ofensivo simplismo –argumental y de puesta en escena— que Doble juego, su anterior filme, ya había mostrado.Pese a que la historia presenta esa dicotomía pueblo/ciudad tan complicada y atractiva a la vez –matizada por los problemas que surgen por ganar una lotería—, apenas la profundiza.
En pocas palabras, y esto no es broma, El premio parece una cinta deudora de Betito Aguilar, el creador de Al fondo hay sitio y otros menjunjes televisivos. La puesta en escena del filme de Durant se asemeja a la inmediatez y funcionalidad de esos programas, ahogándose por elección propia en un entramado insulso de episodios-sketch con personajes estereotipo –el profe rural bueno, la madre joven abnegada con esposo malo y pegalón, el chico rebelde que no quiere estudiar, la bodeguera arrecha, el conocido que se quiere comer a la hija cantora del profe rural bueno, la jefa de la chamba desconfiada de su trabajadora— y una musicalización de resonancias muy cercanas a las producciones de Michelle Alexander.
Lo que se ha visto en miniseries, comedias y novelas de la Tv es perfectamente identificable en El premio, cuyo trabajo con la propuesta cinematográfica es tan nulo como esa escena erótica en la bodega del poblado, secuencia involuntariamente kitsch, pero contundente al dejar en claro el despropósito del argumento. ¿A eso le llaman una historia bien estructurada?
¿Acaso hay una exploración de la marginalidad dentro de ese submundo que es Polvos Azules, como se hizo con la prisión en Alias la Gringa? Al contrario. El emporio de lo pirata y contrabandeado es usado como un elemento decorativo más: no pasaba nada si se echaba mano de Polvos Rosados o Las Malvinas, o cualquier baza de barrio, habría sido la misma vaina. Curioso si se tiene en cuenta que el chico Álex decide no estudiar para sumergirse en ese microuniverso y optar por sobrevivir. ¿Es muy “interesante” cinematográficamente mostrar Polvos Azules con solo unos cuantos travellings de seguimiento por sus pasadizos, y estacionarse en un puesto de películas porno?
Los que patearon sin misericordia a Daniel Ró por su mal debut en el largometraje de ficción con El acuarelista, que se manifiesten ahora, y que sean igual de exigentes con un cineasta como Durant. Porque resulta que el señor lleva dirigiendo películas desde 1982 y, pese a su veteranía, cada nuevo título que ofrece es peor que el anterior. Con películas como El premio, cuyo final abrupto y torpe indicaría una segunda parte próximamente, no se trata de apoyar al cine peruano porque sí.”
El 16 de mayo, también en el diario Perú 21, los cineastas Augusto Tamayo, Francisco Lombardi, Aldo Salvini, Frank Pérez Garland y Gustavo Sánchez, entre otros cuyas firmas no se consignan (siguen firmas, dice el diario), publicaron la siguiente expresión de agravios:
“Expresamos nuestra consternación por la crítica cinematográfica publicada en Perú.21 el 7 de mayo sobre la película El premio, del director Alberto Durant. Es inaceptable utilizar la crítica como un mecanismo de agresión y agravio a la persona y de exposición de una postura visceral y arbitraria contra el cine peruano, tal como lo hace reiteradamente el crítico Alonso Izaguirre. Él vuelve a practicar la adjetivación ofensiva contra la persona como forma de comentario cinematográfico. Resulta deplorable que se conciba la crítica como algo que endilga patadas y que estas deben repartirse a diestra y siniestra, cual matones de esquina, contra personas cuyo único delito es haberse esforzado por hacer una película peruana. Esta incitación linda con la cacería de brujas por el mero hecho de hacer una película que no es el agrado del crítico de turno. Como prueba de la gratuita animadversión contra el cine peruano, transcribimos la siguiente cita publicada el 28/11/08: “…el cine local, cuyo panorama deprimente no tiene visos de esperanza”, escrita tres meses después de que la película peruana Dioses ganara el Festival de cine de Biarritz y dos meses antes de que la película peruana La teta asustada ganara el más importante premio del cine mundial, el Oso de Oro de Berlín. Es sintomático que la opinión desesperanzada y desesperanzadora se equivoque tanto y tan seguido con respecto al cine peruano.”
No estoy de acuerdo con la opinión de Izaguirre sobre El premio, pero estoy en franco desacuerdo con la carta de los cineastas, que tienen todo el derecho de decir lo suyo pero que aquí se equivocan de plano y cometen los yerros que le atribuyen a Izaguirre.
En primer lugar porque no hay en el comentario de Izaguirre ni agresión ni agravio a la persona del director. Está hablando de una película y juzgando la obra de un realizador y se limita a ello. Las menciones al nombre del director se hacen en relación con las películas que hizo y nunca van más allá. No encuentro ni una sola línea de adjetivación ofensiva contra la persona. Tal vez me equivoque y en ese caso me gustaría que alguien señale el adjetivo o la frase incorrecta.
Estoy de acuerdo en que la crítica no debe ensañarse con las películas peruanas sólo por serlo. Pero si algún periodista mantiene una opinión visceral sobre el tema y tiene la posibilidad de expresarla, está en su derecho de hacerlo. Que se le critique, que se discuta su opinión, que se contradigan sus argumentos. Pero que no se le atribuya una actitud inexistente ni se le endilguen adjetivos que no dijo.
“Expresamos nuestra consternación por la crítica cinematográfica publicada en Perú.21 el 7 de mayo sobre la película El premio, del director Alberto Durant. Es inaceptable utilizar la crítica como un mecanismo de agresión y agravio a la persona y de exposición de una postura visceral y arbitraria contra el cine peruano, tal como lo hace reiteradamente el crítico Alonso Izaguirre. Él vuelve a practicar la adjetivación ofensiva contra la persona como forma de comentario cinematográfico. Resulta deplorable que se conciba la crítica como algo que endilga patadas y que estas deben repartirse a diestra y siniestra, cual matones de esquina, contra personas cuyo único delito es haberse esforzado por hacer una película peruana. Esta incitación linda con la cacería de brujas por el mero hecho de hacer una película que no es el agrado del crítico de turno. Como prueba de la gratuita animadversión contra el cine peruano, transcribimos la siguiente cita publicada el 28/11/08: “…el cine local, cuyo panorama deprimente no tiene visos de esperanza”, escrita tres meses después de que la película peruana Dioses ganara el Festival de cine de Biarritz y dos meses antes de que la película peruana La teta asustada ganara el más importante premio del cine mundial, el Oso de Oro de Berlín. Es sintomático que la opinión desesperanzada y desesperanzadora se equivoque tanto y tan seguido con respecto al cine peruano.”
No estoy de acuerdo con la opinión de Izaguirre sobre El premio, pero estoy en franco desacuerdo con la carta de los cineastas, que tienen todo el derecho de decir lo suyo pero que aquí se equivocan de plano y cometen los yerros que le atribuyen a Izaguirre.
En primer lugar porque no hay en el comentario de Izaguirre ni agresión ni agravio a la persona del director. Está hablando de una película y juzgando la obra de un realizador y se limita a ello. Las menciones al nombre del director se hacen en relación con las películas que hizo y nunca van más allá. No encuentro ni una sola línea de adjetivación ofensiva contra la persona. Tal vez me equivoque y en ese caso me gustaría que alguien señale el adjetivo o la frase incorrecta.
Estoy de acuerdo en que la crítica no debe ensañarse con las películas peruanas sólo por serlo. Pero si algún periodista mantiene una opinión visceral sobre el tema y tiene la posibilidad de expresarla, está en su derecho de hacerlo. Que se le critique, que se discuta su opinión, que se contradigan sus argumentos. Pero que no se le atribuya una actitud inexistente ni se le endilguen adjetivos que no dijo.
En la carta de los cineastas se acusa a Izaguirre de intolerante (se habla de cacería de brujas contra los cineastas), de matón de esquina (la alusión a los que “patearon” a Daniel Ró y deben ser exigentes con Durant es figurada, por supuesto, y eso queda bien claro en el texto que los cineastas leen de un modo curiosamente literal), de incitador a la violencia y otras lindezas. Esos sí son agravios personales.
Lo que me parece inaceptable en el razonamiento de los cineastas es la identificación de dos películas con el conjunto del “cine peruano”. Los premios de Biarritz, Berlín y los de cualquier otro festival los ganan películas concretas e individuales y no el cine de un país. Las recompensas las recibieron Méndez y Llosa y no un colectivo de títulos heterogéneos. Las posibilidades que trae un premio se abren a toda una actividad pero igual se pueden desvanecer rápidamente. Las “esperanzas” o "desesperanzas” son producto de juicios, exámenes o impresiones personales sobre el estado de las cosas que no suelen alterarse por hechos excepcionales como premios o recompensas. A estas alturas, y a la luz de cifras y resultados del cine peruano, es muy difícil mantener una actitud satisfecha como la que parecen proyectar los firmantes de esa desafortunada carta.
Ricardo Bedoya
6 comentarios:
Creo que peliculas como el premio borran con una mano todo lo que peliculas como la teta asustada hacen con la otra... yo estoy segura que los dos amigos a los que convenci para que vean conmigo el premio no volveran asi nomas a ver otra vez mas cine peruano. Puede ser duro lo que dice el critico de peru21 pero es verdad, estos cineastas como chicho durant parece que quieren que le echen flores asi hagan malas peliculas solo porque es cine peruano... Yo soy alumna de Augusto y perdonenme pero todo lo que el profe dice en clase desgraciadamente no se pueden ver ni en su pelicula ni en el premio que son malas peliculas. Si no quieren que les critiquen entonces hagan buenas peliculas como la teta asustada y punto, sin pataleta.
Totalmente de acuerdo con usted Ricardo, me parece indignante que los directores que envian la carta no acepten una critica que como usted resalta es a una pelicula. Por otro lado, me parece iluso pensar que el cualquier premios es al cine peruano en su conjunto, dudo que alguna cinta protagonizada por Susy Diaz se merezca mencion alguna. Que pena que exista una tan mala reaccion por parte de los directores peruanos, lo unico que hacen es causar mas antipatias.
De acuerdo, señor Bedoya.
Tamayo y compañía se han dejado ganar por una actitud defensiva y
pasional desmedida. Es un grave
error!
Le felicito,ha dado ud una muestra ejemplar de consecuencia profesional al defender al critico Izaguirre a pesar de no estar de acuerdo con el.
La pataleta de esos cineastas ha sido un velado intento de acallar la critica directa,independiente y sin cortapisas que tanto necesita nuestro cine,la misma que estoy seguro q muchisima gente reclama cada vez que aparecen peliculas tan mediocres como Mañana te cuento, Un dia sin Sexo,Una Sombra al frente,Peloteros y un largo etcetera.
A esos señores firmantes les diria: A ponerse a hacer mejores peliculas y a llorar a Jerusalen!!
Me parece realmente increíble que la Anónima que es alumna del señor Tamayo pueda referirse en términos tan burdos a su Profesor. Menos mal que tendremos una pésima cineasta o no una estudiante de medicina. El Perú se lo agradece señorita y deje de inhalar esa cochinada.
PETETE
PD:
Señor Bedoya, tenga cuidado con sus alumnos.
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