"A prueba de muerte" estuvo sólo una semana en cartelera. Y en esa semana se dio en poquísimas funciones, menos de las que anunciaban los diarios. Es decir, fue levantada para dar funciones adicionales de los blockbusters de turno. Es el destino de las cintas atractivas que osan estrenarse en tiempos de Wolverine, Terminator, Transformers y Tom Hanks trajinando el Vaticano.
“A prueba de muerte” está concebida como una película de relleno, como el complemento de una función doble, como el homenaje a esas polvorientas películas de costo ínfimo que aún se podían ver en los cines de barrio de los años 70. Durante la proyección se citan algunos títulos como “La fuga del loco y la sucia” o “Carrera contra el destino” (“Vanishing Point”), pero igual podrían nombrarse otras mucho más famélicas como “Macon County Line”, “Angels die Hard”, “Jackson County Line”, acaso “Caged on Heat”, y muchas más, como "White Line Fever" y hasta "Reto a muerte" ("Duel"), del debutante Spielberg. Entre nosotros, algunas de ellas se estrenaban en salas de estreno, como el Colmena o el Colón, pero la gracia era repescar algunos títulos de Richard Compton, Steve Carver, Gordon Hessler o Roger Corman y sus protegidos en cines como el Apolo, Azul, Rívoli, Ollanta, Palermo, Florida, Nacional, Gardel o Conde de Lemos.
¿Qué ofrecían esas películas? Fácil de responder: todo lo que las prestigiosas cintas que aspiran al Oscar no suelen dar. Es decir, entretenimiento sin pretensiones; estímulos primarios; colores chirriantes; mujeres de senos inmensos; psicópatas peligrosos; asesinos de carretera; música estridente; miedo súbito; persecuciones dignas del Correcaminos; sangre manando con la más ilusoria impunidad; aparición furtiva de actores formidables pero ya muy viejos y olvidados; villanos truculentos; pueblitos monstruosos; opulentas chicas bañándose desnudas en lagos, ríos y charcos; homéricas peleas femeninas, cuerpo a cuerpo, sobre el barro del camino. Ofrecían, tal vez, poca cosa, pero muy jugosa y agradecible. El cine, no hay que olvidarlo, es un espectáculo popular, que empezó como truco de feria y entretenimiento de bajísimo costo, siendo bocado preferido para golosos visuales de todo pelaje.
Quentin Tarantino es uno de esos golosos mirones. Como nació en 1963, se puede presumir que vio la mayoría de esas cintas mugrosas y gloriosas de los años 70 en cines de reestreno o en cintas de vídeo regrabadas y desgastadas. Por eso, “A prueba de muerte” es la película más fetichista que se pueda imaginar. Y no sólo porque Tarantino devora con la cámara los pies, las piernas, los traseros y las minifaldas de sus actrices, sino porque encuentra placer en la contemplación del deterioro de las texturas de ese venerado objeto material y perecible llamado película de cine.
Cortes, saltos de proyección, emulsión rayada, celuloide forzado, cambios bruscos de iluminación, tonos azulados de la imagen, virajes del color, amarillos intrusos y grises inesperados. Tarantino firma la fotografía de “A prueba de muerte” para hacerse responsable de los “errores” que magnifican las “fallas” del soporte fotoquímico del cine. Ese es el tipo de imagen que no se verá más cuando se imponga la proyección digital, de uniforme brillantez y ajena a los desgastes del uso y del paso del tiempo. El celuloide rayado que celebra Tarantino es como el olor de la tinta y el papel de los libros. Olor que el Kindle -o cualquier soporte de lectura digital que se imponga- nunca podrá ofrecer a la devoción del fetichista.
“A prueba de muerte” es también un homenaje al oficio de hacer cine. Cine riesgoso, de peligro y, por eso, allí está Zoe Bell como una de las protagonistas. Todas las muchachas de la cinta son formidables, pero la presencia de la neozelandesa Zoe tiene un sentido especial. Ella es una “stunt”, es decir la profesional del golpe y el porrazo que pone el cuerpo en reemplazo de una estrella cuando deben filmarse escenas riesgosas. Fue doble de Uma Thurman en “Kill Bill” y aquí se asienta sobre un Dodge Challenger que va a toda velocidad. De eso trata esta película, de la velocidad coreografiada y de los peligros que se toman para lograrla. Tarantino admira al director Howard Hawks (“Sólo los ángeles tienen alas”, “Sargento York”, “Río Rojo”, “Río Bravo”, “Hatari”, “El Dorado”, “Río Lobo”) y aquí pone en práctica varias de las lecciones que aprendió de él: Zoe es la mujer hawksiana por excelencia, la que toma riesgos y disfruta con ellos, la que se trepa al peligro y se convierte en una presencia dinámica y efervescente. Pero no sólo eso. Forma parte de un grupo de mujeres que se organiza para enfrentar la amenaza. Cada una lo hace según sus habilidades. Se lanzan a luchar contra el asesino Kurt Russell (tan notable en su austera dureza como cuando hacía de Snake Plissken, el personaje de “Escape de Nueva York” y “Escape de Los Ángeles”, de John Carpenter, otro admirador de Hawks) sin mediar efectos digitales.
¿Qué más hay en “A prueba de muerte”? Diálogos extensos y absurdos en los que no importa lo que se dice, sino la entonación o la dicción singular de alguna actriz o el sentido de las réplicas cargadas de doble sentido o de juegos de palabras o de alusiones a los mil y un fetiches de la cultura pop. Pero también un accidente de auto, tan inesperado y violento que sacude. Marca de ese Tarantino cruel que alterna gran guiñol y juego, sangre y espectáculo con entusiasmo adolescente y pulso de gran cineasta.
¿Qué ofrecían esas películas? Fácil de responder: todo lo que las prestigiosas cintas que aspiran al Oscar no suelen dar. Es decir, entretenimiento sin pretensiones; estímulos primarios; colores chirriantes; mujeres de senos inmensos; psicópatas peligrosos; asesinos de carretera; música estridente; miedo súbito; persecuciones dignas del Correcaminos; sangre manando con la más ilusoria impunidad; aparición furtiva de actores formidables pero ya muy viejos y olvidados; villanos truculentos; pueblitos monstruosos; opulentas chicas bañándose desnudas en lagos, ríos y charcos; homéricas peleas femeninas, cuerpo a cuerpo, sobre el barro del camino. Ofrecían, tal vez, poca cosa, pero muy jugosa y agradecible. El cine, no hay que olvidarlo, es un espectáculo popular, que empezó como truco de feria y entretenimiento de bajísimo costo, siendo bocado preferido para golosos visuales de todo pelaje.
Quentin Tarantino es uno de esos golosos mirones. Como nació en 1963, se puede presumir que vio la mayoría de esas cintas mugrosas y gloriosas de los años 70 en cines de reestreno o en cintas de vídeo regrabadas y desgastadas. Por eso, “A prueba de muerte” es la película más fetichista que se pueda imaginar. Y no sólo porque Tarantino devora con la cámara los pies, las piernas, los traseros y las minifaldas de sus actrices, sino porque encuentra placer en la contemplación del deterioro de las texturas de ese venerado objeto material y perecible llamado película de cine.
Cortes, saltos de proyección, emulsión rayada, celuloide forzado, cambios bruscos de iluminación, tonos azulados de la imagen, virajes del color, amarillos intrusos y grises inesperados. Tarantino firma la fotografía de “A prueba de muerte” para hacerse responsable de los “errores” que magnifican las “fallas” del soporte fotoquímico del cine. Ese es el tipo de imagen que no se verá más cuando se imponga la proyección digital, de uniforme brillantez y ajena a los desgastes del uso y del paso del tiempo. El celuloide rayado que celebra Tarantino es como el olor de la tinta y el papel de los libros. Olor que el Kindle -o cualquier soporte de lectura digital que se imponga- nunca podrá ofrecer a la devoción del fetichista.
“A prueba de muerte” es también un homenaje al oficio de hacer cine. Cine riesgoso, de peligro y, por eso, allí está Zoe Bell como una de las protagonistas. Todas las muchachas de la cinta son formidables, pero la presencia de la neozelandesa Zoe tiene un sentido especial. Ella es una “stunt”, es decir la profesional del golpe y el porrazo que pone el cuerpo en reemplazo de una estrella cuando deben filmarse escenas riesgosas. Fue doble de Uma Thurman en “Kill Bill” y aquí se asienta sobre un Dodge Challenger que va a toda velocidad. De eso trata esta película, de la velocidad coreografiada y de los peligros que se toman para lograrla. Tarantino admira al director Howard Hawks (“Sólo los ángeles tienen alas”, “Sargento York”, “Río Rojo”, “Río Bravo”, “Hatari”, “El Dorado”, “Río Lobo”) y aquí pone en práctica varias de las lecciones que aprendió de él: Zoe es la mujer hawksiana por excelencia, la que toma riesgos y disfruta con ellos, la que se trepa al peligro y se convierte en una presencia dinámica y efervescente. Pero no sólo eso. Forma parte de un grupo de mujeres que se organiza para enfrentar la amenaza. Cada una lo hace según sus habilidades. Se lanzan a luchar contra el asesino Kurt Russell (tan notable en su austera dureza como cuando hacía de Snake Plissken, el personaje de “Escape de Nueva York” y “Escape de Los Ángeles”, de John Carpenter, otro admirador de Hawks) sin mediar efectos digitales.
¿Qué más hay en “A prueba de muerte”? Diálogos extensos y absurdos en los que no importa lo que se dice, sino la entonación o la dicción singular de alguna actriz o el sentido de las réplicas cargadas de doble sentido o de juegos de palabras o de alusiones a los mil y un fetiches de la cultura pop. Pero también un accidente de auto, tan inesperado y violento que sacude. Marca de ese Tarantino cruel que alterna gran guiñol y juego, sangre y espectáculo con entusiasmo adolescente y pulso de gran cineasta.
¿Y qué no hay? Ni pizca de nostalgia. La película celebra un tipo de cine del pasado-y la forma de consumir de ese cine-, pero no apela a la retórica de la evocación o la remembranza. Tarantino juega en tiempo presente y a toda velocidad.
Ricardo Bedoya
9 comentarios:
Hubiera sido interesante que la pelicula se venda en el Perú de manera más creativa. Lo se bien por que trabaje en publicidad manejando cuentas de Warner de la epoca de "Entrevista con el vampiro" Me sorprende la escasisima creatividad de los distribuidores para vender sus productos. Estamos hablando de un peli de tarantino, no batirá la taquilla pero podria dar más ganancia. Por ejemplo se podria programar como un peli de "relleno" o de vermouth.
Un casi similar esta ocurriendo con Disney y la pelicula UP. Si bien el producto es de mucha calidad, según los que la han visto, disney se ha sentido incomoda por como marketear la pelicula a través de merchandising.
La ley del mercado mi querido Ricardo, si no va nadie a verla no pasa...así como El Premio quedó en época de Blockbusters porque funcíonó, ya es hora de que alguien se preocupe por un circuito alternativo....
Comentario a la opinión anterior:
Sí, las leyes del mercado son implacables, pero hay películas que ni siquiera tienen la oportunidad de someterse a esas leyes. Es decir, se lanzan de cualquier manera -como lo dice el comentarista de las 9: 47-, se estrenan el jueves y el viernes y sábado son retiradas en algunas funciones y les arruinan la carrera comercial porque cualquier blockbuster va a hacer más dinero ya que viene precedido de un lanzamiento planetario imposible de superar.
Ha sido la película con mas cortes (falsos al parecer)que he visto en los ultimos años. Lastima que no se vieron los creditos de las canciones
El Centro Cultural de la PUC deberia reponer y rescatar esta gran pelicula.
Cual les parece "mejor", esta o la de Rodriguez???
La de Tarantino, sin la menor duda.
otra vez las distribuidoras subestimando al consumidor de cine...lástima muy pocas personas alcanzaron a ver esta película
ja! y de ahí critican la piratería!
q pena q ningún cine se arriesgó a presentar el díptico completo, hubiese sido interesante
A mi tambien me parecio bastante extraño la salida de esta pelicula, ya que no era la tipica pelicula que sale rapido de la cartelera ,no era cine europeo, ni cine independiente, ni cine experimental ,era una pelicula de accion que estaba echa para agradarle hasta al menos exigente.
Pero como mencionaron en un comentario anterior, la pelicula fue estrenada casi en ultimo momento con muy poca publicidad. Eso me recuerda mucho al caso de ''El Llanto de la Mariposa'' que se estreno (con muy poco criterio) la misma semana que la ''Teta Asustada'', cual fue el resultado de ello, la pelicula solo duro una semana en cartelera.
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