lunes, 12 de mayo de 2008

Interesante panorama del cine argentino de hoy


La revista virtual Otros cines publica un artículo de Eduardo Antin, Quintin, sobre el cine argentino de hoy. Lectura que será provechosa para los responsables de programación del próximo Festival de Lima.


Empieza así:


Carta a Hans Hurch, director del Festival de Cine de Viena
Un pedido de recomendaciones por parte del máximo responsable de la prestigiosa Viennale es una buena excusa para analizar el presente del cine argentino.

Querido Hans,

Nos pediste que te recomendáramos películas argentinas del último BAFICI para la Viennale. No es difícil hacer una lista, pero me resulta insatisfactorio. Finalmente, el gusto propio es tan bueno como el ajeno y tampoco sería la primera vez que una película nos entusiasma mientras que a ustedes no les parece digna de programarse y viceversa. Prefiero, en cambio, poner por escrito las consideraciones que siguen sobre el cine argentino de este momento, aunque más no sea para aclarar mis propias ideas al respecto.


Un crítico anuncia en el diario de hoy que este será el año más importante del cine argentino en varias décadas. Su opinión se apoya, sobre todo, en la diversidad que fue alcanzando el cine local y que parece florecer ahora en mil flores, como solían decir los maoístas. Es que el llamado “cine independiente” o “nuevo cine” ha terminado por consolidarse en un conjunto de nombres que producen regularmente para distintos segmentos del público y del mercado. Algunas películas tienen una audiencia importante, otras se muestran en Cannes, Berlín o Venecia; muchos cineastas consiguen financiación del Estado argentino y de los coproductores europeos y logran cierta visibilidad en el circuito de los festivales internacionales. Otro grupo, finalmente, no tiene ningún tipo de apoyo y apenas logra, cuando tiene suerte, exhibirse en el BAFICI. Esta clasificación describe a grandes rasgos el cine argentino, pero también el de otras partes del mundo (Austria podría ser un buen ejemplo), donde hay películas para el gran público local, otras para los grandes festivales, un tercer grupo para los festivales menos famosos y un cuarto, más pobre y que difícilmente atraviese las fronteras nacionales, aunque tampoco tiene aspiraciones comerciales domésticas.

El nombre más importante en el primer grupo es Daniel Burman, que acaba de estrenar con gran éxito El nido vacío (en la foto). Su películas anteriores se exhibieron en Berlín, donde ganaron premios importantes. Burman hace un cine profesional, orientado hacia el público de mediana edad y alto poder adquisitivo que asiste regularmente al cine. No he visto El nido vacio, pero el crítico que anuncia la bonanza del cine argentino la considera una gran película y lo mismo hacen su colegas. Otras películas (no son muchas) apuntan también al público desde un formato convencional pero sin perder la inteligencia, como por ejemplo Los paranoicos, de Gabriel Medina, que participó de la competencia del BAFICI.


El artículo continúa aquí: http://www.otroscines.com/columnistas_detalle.php?idnota=1494&idsubseccion=11

4 comentarios:

Anónimo dijo...

qué nos traerán esa gente de teatro (con todo el aprecio que merece el teatro) metidos a dirigir un festival de cine que son Edgar Saba y Alicia Morales?
Por qué no se encomienda la tarea a los conocedores del tema? Es que el director de un Centro Cultural tiene que dirigir todo lo que hace esa institución?

Anónimo dijo...

Se le agradecería a León Frías, invitado al Bafici, al menos un comentario sobre las películas mencionadas aquí, en especial sobre Historias mínimas.

Anónimo dijo...

Que es hacer cine para un "alto poder adquisitivo"...????

Anónimo dijo...

Estuve en el jurado de la crítica del último BAFICI y allí vi las tres películas argentinas de la competencia. Una de ellas, S.0.S.,de Andrés Tambornino, sin ser nula, no me pareció digna de estar en la competencia. Otra, Los paranoicos, de Gabriel Medina, tampoco me interesó, aunque es mejor que la anterior. Y la tercera, la mejor, Una semana solos, de Celina Murga, es inferior a la opera prima de esta realizadora, Ana y los otros,
pero muestra una sensibilidad especial en la dirección de los niños y adolescentes que protagonizan el film.
Aparte de esas películas, vi un buen documental, Suden, de Gustavo Solnicki, sobre el músico argentino Mauricio Kagel, Bye, bye Life, el segundo largo de Enrique Piñeyro, que no está a la altura del sorprendente Whisky Romeo Zulú, que fue su carta de presentación en el cine, y La rabia, de Albertina Carri, que me parece lo mejor del cartel argentino que me tocó ver y que espero pueda mostrarse en el Festival de Lima.
Por lo demás, no pude entrar a ver
la única función de Liverpool, de Lisandro Alonso. Justo el que me
precedía en la cola fue el último en entrar.
No se vieron en el Festival las películas de Trapero y Murga. La de Daniel Burman, muy bien recibida luego, estaba a punto de estrenarse en la cartelera porteña. No alcancé a ver Historias extraordinarias, que tanto ha gustado a la crítica argentina, ni tampoco Unidad 25, muy controvertida.
Es verdad, y lo reconozco, que me
propuse (fuera de los 18 films que me tocaban como jurado) ver la mayor cantidad posible de películas de otras procedencias que sé, casi con seguridad, no se
verán en Lima. En cambio, es muy posible que pueda ver las películas latinoamericanas (incluyendo a las argentinas) en el Festival de Lima o en otros espacios. De todas formas, hay títulos que deben venir al Festival de agosto: Liverpool, Historias extraordinarias, La rabia, El nido vacío, Resfriada, Suden, Leonera y La mujer sin cabeza, aunque eso no depende exclusivamente de los organizadores, sino también de los productores de las películas, disponibilidad de copias, previsiones para otros festivales, etc.