sábado, 29 de septiembre de 2007

La señal: Ricardo Darín como director



Pier Angeli Méndez nos envía, desde Buenos Aires, sus impresiones de La señal, la primera película dirigida por el actor Ricardo Darín.

Ricardo Darín debuta como director en la película La señal, basada en el libro de Eduardo Mignogna, quien la iba a dirigir originalmente. Debido a la muerte de Mignogna, durante la etapa de preproducción, Darín tomó el lugar del director, apoyado por los otros miembros del elenco y el equipo técnico para poder así seguir adelante con el proyecto.

Mignogna convocó a Ricardo Darín (con quien ya había trabajado antes en las películas El Faro y La Fuga) y a los actores secundarios Diego Peretti y Julieta Díaz. Seguían trabajando con él como asistente de dirección, Martín Hodara, quien luego se convertiría en codirector de la película, y el director de fotografía Marcelo Camorino.

La película es un policial negro, al estilo hollywoodense de las décadas del 40 y 50,con influencias de Howard Hawks, Humphrey Bogart y Orson Welles, y con reminiscencias de Frank Sinatra. Claro que teniendo la cuota argentina de estar ambientada en las épocas del Peronismo (hablando con más exactitud en el año 1952), en plena agonía de Evita, y acompañado por los sonidos del bandoneón ejecutado por uno de los personajes.

La historia narra la vida de Corvalán, investigador de poca monta y socio de Santana. Ambos se encuentran trabajando en investigaciones que se remiten a sorprender esposas o maridos infieles, ser escoltas temporales de alguna celebridad o cobrar deudas a pequeños estafadores. Corvalán vive solo con su perro Lobo, visita a su padre en una casa de reposo y tiene una novia, Perla, profesora de piano del barrio a la que ve de vez en cuando y sin mucha emoción.

Hasta que un día es buscado por una mujer misteriosa llamada Gloria que le propone un caso interesante y que debe descifrar poco a poco a lo largo del film. Es un caso de mafia y venganza que lo enfrenta al peligro, mas aún sintiéndose atraído por la femme fatale que conforme se desarrolla la película muestra su verdadera intención y frialdad a la hora de conseguir su verdadero propósito, sin importar las traiciones que llegue a cometer en el camino.

A pesar de ser advertido por el fiel amigo Santana, a Corvalán le espera un desenlace que tal vez presumía, pero la intención de dar un giro radical a su vida lo lleva a convertirse en un instrumento más del oscuro mundo al que espía y desenmaraña.

El filme presenta un trabajo impecable de producción, ambientando con éxito la década del 50: los colores fríos, el juego de sombras y claroscuros es logrado magistralmente por el director de fotografía, exponiendo no solo el estilo del film noir sino también dando peso dramático a las escenas y personajes, como en el último primer plano de Gloria, con medio rostro iluminado y el otro completamente en la oscuridad, lo que revela la dualidad de su personaje.

Se filmó en formato digital, luego transferido a fílmico. Otra cualidad de la película es la concepción de la profundidad del campo visual, con las imágenes de fondo casi siempre fuera de foco, dejando ver claramente solo a los personajes que se encuentran en primer plano. Lo que crea una ambiente de incertidumbre por ver lo que está sucediendo detrás, contagiándonos la curiosidad que es propia del oficio del personaje principal, que todo el tiempo observa y registra en la cámara de fotos lo que acontece. Ello nos alienta a empatizar con Corvalán en el deseo de tener todo bajo control, de espiar y dudar de los que lo rodean y sorprender lo que tanto teme de los demás.

Tanto Darín como Peretti encarnan muy bien sus respectivos roles. Darín como personaje central de la historia se muestra frío ante los demás pero, a pesar de eso, busca con disimulo la esperanza que tiene de encontrar algo que lo encandile, que le dé sentido al oficio que escogió y en el cual cree ser bueno, sin importar el ser advertido por otras personas y de ser testigo de su posible cercano y trágico futuro. Como es clásico en esta clase de historias el aliado y amigo de el protagonista tiene un carácter distinto y pone la cuota de un humor muy sutil, para el que Peretti encuentra el equilibrio exacto: no cae en lo ridículo ni rompe con el estilo sobrio del relato con consejos que no suenan a “voz de la conciencia”. Son pequeñas frases en inglés y gestos de lealtad hasta el último minuto: el personaje de Santana fortalece y cierra el círculo magistralmente.

Algo que distingue esta clase de películas es que, minuto a minuto, nos estimulan a querer saber, identificándonos con la trama, que va tomando un ritmo mas ágil hasta llegar al cenit de la historia. Para lograr lo primero entra a tallar la femme fatale, que no llega a estimular lo suficiente, por la poca construcción de diálogos incitantes y una distancia que no trasciende al personaje ensimismado que encarna Julieta Díaz. El desenlace, que se suponía la secuencia más activa, está solo resuelta en una breve escena ambientada en una feria de Lujan, con un par de balas y unos planos y contraplanos que se suceden en una tenue oscuridad. No se siente allí el deseo de escapar junto a los personajes de una posible muerte.

Aún así, La Señal es una buena película, con momentos logrados. Ha entrado con fuerza en la taquilla argentina por la influencia del debut de Darín como director. Aunque él se considere como actor en primer lugar, se espera que vuelva a estar detrás de las cámaras, pues ha logrado un brillante trabajo con una historia y una ambientación que no son comunes en nuestros días y que muchos no se arriesgan a explorar con éxito.

Pier Angeli Méndez

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un gran artista es un gran artistas, y me alegra saber que uno de mis actores favoritos ha tenido exito en su primer largo. Pero me pregunto si sera posible ver esta pelicula en Lima (con la cartelera llena de Travoltas travestidas y perros-heroes y el festival de lima tan lejos)?

Páginas del diario de Satán dijo...

¿Veremos La señal? Nadie lo sabe.

Anónimo dijo...

Un buen comentario de La Señal. Me gustan estas incursiones y el éxito de argentinos -Darín y Cía- que tienen valores.