En un reciente artículo sobre Invictus, el argentino Quintín dice lo siguiente sobre Clint Eastwood:
"Lo que hace de Eastwood un cineasta fascinante es que su obra se caracteriza por la continua revisión de sus propios valores. Así es como el sucio Harry, eternamente desconfiado del poder, cultor de la venganza y el individualismo extremo, termina haciendo una película sobre un estadista y sobre la reconciliación colectiva. Pero así es también como sus últimas películas recorren un caleidoscopio de paisajes morales: un par de películas bélicas (Cartas desde Iwo Jima, La conquista del honor) en las que los héroes solo tienen sentido en el bando enemigo, otra (Million Dollar Baby) en la que no hay modo de resolver un problema ético, una en la que la división entre el bien y el mal es tajante y absoluta (El sustituto) hasta llegar a Invictus, en la que no hay personajes malos ni dudas sobre el desenlace. Con Fritz Lang, Eastwood debe ser de los pocos cineastas capaces de entender que el cine no es la ilustración de un relato externo ni la demostración de una cosmovisión previa sino que cada película ofrece la posibilidad de trazar un nuevo mapa moral del mundo. Por eso nos interpela y por eso sigue siendo el más fresco, el más libre y el más actual de los cineastas americanos."
El artículo completo, aquí: http://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2010/02/28/tercer-tiempo/#more-8639
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