Alberto Chicho Durant comentó el post ¿Víctimas del mercado? (http://paginasdeldiariodesatan.blogspot.com/2009/06/victimas-del-mercado.html), de Isaac León Frías, en los siguientes términos:
"Estimado Chacho. Leí tu artículo sobre los abusos y excesos del mercado de la exhibición afectando películas atractivas como El Luchador o Prueba de Muerte. Me parece importante. Sólo que me extraña de sobremanera que solo menciones la salida apresurada de salas de las pelis extranjeras de interés... y ni una línea de las peruanas que entran a exhibirse en condiciones mucho más desventajosas que aquellas. Y claro, finalmente ten en cuenta que para el cine peruano este es nuestro único mercado. Y además nuestro mercado natural. ¿O quizás me equivoco y ya el tema de los cines nacionales es cosa del pasado? Sigo perplejo.
Un abrazo afectuoso
Ch"
Isaac León responde:
"No incluí las películas peruanas en el comentario sobre el trato que las salas de estreno han dispensado a varias películas extranjeras recientes (y a muchas otras antes que a ellas) porque pienso que se trata de un tema particular y diferenciado y a él me he referido ya en otras ocasiones. Pero el comentario de Chicho Durant me permite extenderme un poco más sobre un asunto que se ventila muy poco en público.
A diferencia de lo que lo que ocurrió durante la vigencia de la ley 19327, en que la exhibición de los largometrajes peruanos (y también de los cortos) era obligatoria, a partir de 1993 los productores se someten a las reglas del negocio. Es decir, concertan directamente con las salas comerciales las fechas, circuitos, porcentajes de ganancia, entre otros puntos que son materia del trato. Para las películas peruanas el paso por la cartelera es perentorio y decisivo porque, como señala Durant, con frecuencia es el único mercado con que se cuenta. Los filmes peruanos, con pocas excepciones, se juegan el todo por el todo en nuestras salas y especialmente en las de Lima, donde se concentra buena parte de ellas. El caso de El premio es muy elocuente, pues en Lima hizo 40 mil espectadores, mientras que sólo tuvo 3 mil en provincias.
Se está muy lejos aún de recuperar el enorme potencial que ofrecen las provincias cuyo aporte a los ingresos de una cinta peruana podía alcanzar o acercarse al 50% en el pasado, cuando los multicines no se habían instalado. Al respecto, hay muchas ciudades grandes de provincia no servidas todavía por las cadenas de multicines, el Cusco es una de ellas.
De entrada, las películas de producción local ingresan en inferioridad de condiciones a la dura competencia que significa el pase en salas en tiempos en que la retracción del público es notoria, si lo comparamos con la asistencia a los cines hasta hace 25 o 30 años, dada la pérdida del hábito y, especialmente, la existencia de las diversas pantallas que convocan de manera creciente a un público ávido por ver las películas de manera más accesible y económica.
A esa situación desventajosa se suma el hecho de que buena parte de las películas peruanas se hacen con una mano delante y otra detrás, es decir, casi en condiciones de penuria económica. El premio, por ejemplo, no tuvo publicidad en diarios, cosa que ha sido hasta ahora un requisito obligado para todos aquellos que estrenan una cinta. Nótese al respecto la enorme disminución de avisos de estrenos de películas extranjeras en el diario El Comercio.
Sólo las más promocionadas se adelantan al día jueves de estreno. Algo que no había ocurrido en toda la historia de la exhibición cinematográfica en el Perú y que da cuenta de los altos precios del avisaje que para los menguados presupuestos de las producciones locales resultan onerosos o, en ciertos casos, prohibitivos.
Por otro lado, las películas peruanas tienen que someterse a las políticas de la distribución, lo que significa que durante ciertos periodos (los más lucrativos potencialmente) no se pueden estrenar o si se estrenaran están casi condenadas a la marginación por la presencia de esos blockbusters que concentran la atención del público mayoritario.
Además, una vez que entran al ruedo (no en las mejores fechas, con publicidad restringida, con la desventaja de no contar con los ganchos de las producciones extranjeras de mayor envergadura, entre otras), se ven libradas a las presiones que ejercen las grandes distribuidoras para colocar sus productos y a la impaciencia de las salas, poco dispuestas a mantener las cintas por un tiempo mayor, aún cuando los resultados hayan sido medianamente satisfactorios.
A diferencia de lo que lo que ocurrió durante la vigencia de la ley 19327, en que la exhibición de los largometrajes peruanos (y también de los cortos) era obligatoria, a partir de 1993 los productores se someten a las reglas del negocio. Es decir, concertan directamente con las salas comerciales las fechas, circuitos, porcentajes de ganancia, entre otros puntos que son materia del trato. Para las películas peruanas el paso por la cartelera es perentorio y decisivo porque, como señala Durant, con frecuencia es el único mercado con que se cuenta. Los filmes peruanos, con pocas excepciones, se juegan el todo por el todo en nuestras salas y especialmente en las de Lima, donde se concentra buena parte de ellas. El caso de El premio es muy elocuente, pues en Lima hizo 40 mil espectadores, mientras que sólo tuvo 3 mil en provincias.
Se está muy lejos aún de recuperar el enorme potencial que ofrecen las provincias cuyo aporte a los ingresos de una cinta peruana podía alcanzar o acercarse al 50% en el pasado, cuando los multicines no se habían instalado. Al respecto, hay muchas ciudades grandes de provincia no servidas todavía por las cadenas de multicines, el Cusco es una de ellas.
De entrada, las películas de producción local ingresan en inferioridad de condiciones a la dura competencia que significa el pase en salas en tiempos en que la retracción del público es notoria, si lo comparamos con la asistencia a los cines hasta hace 25 o 30 años, dada la pérdida del hábito y, especialmente, la existencia de las diversas pantallas que convocan de manera creciente a un público ávido por ver las películas de manera más accesible y económica.
A esa situación desventajosa se suma el hecho de que buena parte de las películas peruanas se hacen con una mano delante y otra detrás, es decir, casi en condiciones de penuria económica. El premio, por ejemplo, no tuvo publicidad en diarios, cosa que ha sido hasta ahora un requisito obligado para todos aquellos que estrenan una cinta. Nótese al respecto la enorme disminución de avisos de estrenos de películas extranjeras en el diario El Comercio.
Sólo las más promocionadas se adelantan al día jueves de estreno. Algo que no había ocurrido en toda la historia de la exhibición cinematográfica en el Perú y que da cuenta de los altos precios del avisaje que para los menguados presupuestos de las producciones locales resultan onerosos o, en ciertos casos, prohibitivos.
Por otro lado, las películas peruanas tienen que someterse a las políticas de la distribución, lo que significa que durante ciertos periodos (los más lucrativos potencialmente) no se pueden estrenar o si se estrenaran están casi condenadas a la marginación por la presencia de esos blockbusters que concentran la atención del público mayoritario.
Además, una vez que entran al ruedo (no en las mejores fechas, con publicidad restringida, con la desventaja de no contar con los ganchos de las producciones extranjeras de mayor envergadura, entre otras), se ven libradas a las presiones que ejercen las grandes distribuidoras para colocar sus productos y a la impaciencia de las salas, poco dispuestas a mantener las cintas por un tiempo mayor, aún cuando los resultados hayan sido medianamente satisfactorios.
Es cierto que hay casos, como el de La teta asustada, que han permanecido durante varias semanas y que han logrado un volumen de espectadores muy superior al promedio, pero son casos especiales. Como lo debe ser el de Motor y motivo, debido a la popularidad del Grupo 5 y a la amplia cobertura publicitaria que ha tenido y tiene el film. Son, ciertamente, casos de excepción porque la regla es que las películas sean rápidamente retiradas y, por lo tanto, excluidas casi para siempre de las pantallas grandes, después de pases a veces meteóricos por la cartelera, pues y ya lo comentaba en el texto anterior, después de la exhibición comercial prácticamente desaparece la posibilidad de volver a ver una película, cualquiera que sea, en el soporte y en las condiciones en que se ha elaborado para ser vista (en pantallas de cine), lo que no ocurre con ningún otro medio de expresión.
Este es el estado de la cuestión. Naturalmente, los propios cineastas pueden aportar experiencias y datos puntuales. Por su parte, el CONACINE está intentando contribuir al lanzamiento con los premios a la distribución de filmes peruanos.
Otras medidas pueden irse incorporando, pero eso sería materia de otro texto. Como es materia de otro u otros textos la consideración sobre los problemas o las dificultades de comunicación que confrontan las películas peruanas y también el asunto casi siempre espinoso del análisis y la valoración estética que, por lo demás, el blog Páginas del diario de Satán viene haciendo regularmente."
Isaac León Frías
Este es el estado de la cuestión. Naturalmente, los propios cineastas pueden aportar experiencias y datos puntuales. Por su parte, el CONACINE está intentando contribuir al lanzamiento con los premios a la distribución de filmes peruanos.
Otras medidas pueden irse incorporando, pero eso sería materia de otro texto. Como es materia de otro u otros textos la consideración sobre los problemas o las dificultades de comunicación que confrontan las películas peruanas y también el asunto casi siempre espinoso del análisis y la valoración estética que, por lo demás, el blog Páginas del diario de Satán viene haciendo regularmente."
Isaac León Frías
7 comentarios:
A pesar de no haber leído aún lo dicho por el señor León Frías, es innegable la problemática que vivimos quienes queremos apreciar un cine diferente al que nos tienen acostumbrados las cadenas.
Tengo 20 años y vivo en Comas, y pesar de que en los últimos años en la zona del cono norte se han abierto más multicines, la oferta sigue siendo repetitiva. Basta comparar lo que ofrecen el Cineplanet de Comas, el de Royal Plaza(que en el listín sale como Norte)y el Cinemark del Mega Plaza.¿Acaso creen que somos tontos? ¿No es el cine una de las mas bellas y menos elitistas formas de arte?
Hace unas semanas la cinta alemana "Los falsificadores" fue sacada de cartelera en tan poco tiempo que no pude ir a verla. De la misma forma, títulos como Funny Games(que no entiendo como llaman aqui Juegos Macabros), El luchador o In Bruges,duraron solo unas semanas y tuve que ir raudo a verlas.
Para ver Crimenes y pecados de Woody Allen,tuve que ir al Cineplanet de Risso, haciendo un viaje de dos horas desde Comas hasta el centro.
No pretendo que haya una intervencion sobre las salas de cine. Solo deseo que la oferta sea más amplia. Nunca llego al Perú una película como La Desconocida de Giuseppe o Inland Empire de David Lynch, y eso apelando a mis pobres conocimientos cinematográficos.
Espero por el bien del cine (y por quienes gustamos de él) que la situación cambie. Las grandes joyas del celuloides no mrecen reducirse a un DVD.
Totalmente de acuerdo!
El Premio de Durant se lo terminó llevando Motor y motivo.
León, ¿qué te pareció Motor y Motivo? Dicen en Caretas que es una pela experimental y se parece a Lynch. ¿¿¿¿¿¿¿¿¿Los críticos escriben cualquier cosa o andan fumados??????
Chicho Durant debería narrar sus experiencias en la exhibición de El premio.
Sí, que cuente sus experiencias...
Chacho, cuanta gente metió la teta asustada y motor y motivo que parece que le han bajado el dedo. Saludos.
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