martes, 3 de febrero de 2009

Benjamín desabotonado


Esta es una versión ampliada del artículo aparecido en la edición de El Comercio del 1 de febrero de 2008
No es tan curioso el caso de Benjamin Button. Ni tampoco son extrañas sus semejanzas con "Forrest Gump", de Robert Zemeckis. Después de todo comparten una filiación común: la línea de películas que narran "vidas imaginarias", inventando seres que nacen, crecen y mueren como emblemas y signos de su tiempo.

Son relatos que pretenden describir el clima y las tensiones de un período de la Historia, pero no a la manera realista y documentada de la ficción histórica, sino en el modo alusivo de la fábula, rozando lo fantástico y poniendo en el centro de la acción, como punto de vista dominante, a un personaje más bien elemental, de mirada neutra, a veces ingenua, una pizca romántica, más o menos sorprendida, impregnada de cierta candidez y del deseo de realizar una trayectoria de aprendizaje.

Tal vez sea la historia de Rip Van Winkle, de Washington Irving, tan frecuentada por el cine silente -hay una versión televisiva muy personal y lograda de Francis Coppola- la que sirvió de modelo para estas biografías imaginarias donde el "ser" distinto, acaso por la peculiaridad del nacimiento (o del despertar, como en Rip Van Winkle) es el primer paso para acceder a un mundo complicado y amplio. Es el caso de "Forrest Gump" pero también el de "El mundo según Garp". Acaso también el de Chauncey Gardner, el personaje de Peter Sellers, en "Desde el jardín", de Hal Ashby, que no crece porque parece fijado para siempre en su mundo, resumido en metáforas de jardinería, pero que progresa hasta la Casa Blanca.

"Historias de vida" que suman lecciones, consejas, recapitulaciones, recuerdos del pasado, de fallas y aciertos, a la manera del personaje de Don Ameche en "El cielo puede esperar", de Lubitsch, que mira toda su vida galante desde la antesala de la oficina de Lucifer, o la del James Stewart de "¡Qué bello es vivir!", de Frank Capra, al que un ángel permite contemplar, con horror, lo que hubiera sido el triste destino de su comunidad de no haber contado con su presencia. Y hasta el personaje de Cristo en "La última tentación de Cristo" se asimila a este universo de "vidas imaginarias" durante la larga escena de la tentación demoníaca en la que imagina su vida profana luego de bajar de la cruz y decidir ser un hombre que envejece y muere como cualquier otro. Un gran personaje que vive la Historia y los cambios sociales que trajo el paso del siglo XIX al XX: el George Minafer Amberson (Tim Holt), de “Los magníficos Amberson”, de Orson Welles.

"El extraño caso de Benjamin Button" toma su idea original del relato de Francis Scott Fitzgerald -a su vez inspirado por una frase de Mark Twain sobre el desperdicio de pasar la mejor época de la vida siendo joven e inexperto- pero construye su relato a partir de ese modelo mayor de la biografía del personaje que es emblema, porque apunta a diseñar la experiencia de lo universal a partir de los trazos del individuo, y síntoma de los problemas que causa su asimilación al mundo. Y esa es l motivo de los aciertos y limitaciones de “El extraño caso de Benjamín Button” y algunas otras películas de su estilo.

Acierta en lo pequeño, en lo menudo, en la recreación del pequeño pueblo y del clima caluroso del terruño del que parten los personajes. Es la Nueva Orleáns de Benjamín Button, filmada en ocres al inicio y luego en una dominante cromática de dorados, sin saturación, que corresponde a esa curiosa manera de sugerir la juventud a pesar de la apariencia crepuscular. Descripción de la picaresca y el color local de un mundo desaparecido y recreación del clima de lo que los anglosajones llaman “Americana”, esa modalidad de relato evocativo y pasatista que celebra los ambientes más característicos de un mundo desaparecido, alusivo de una tradición inconfundible: desde los burdeles de Nueva Orleáns hasta las evocaciones marineras.

Pero los riesgos llegan cuando el relato se aleja de la “casa” para dar cuenta del “mundo”. Benjamín Button se convierte entonces en guía de un manual de historia del siglo XX para “dummies”. Una historia digerida y pasteurizada, fijada en algún acto único y decisivo (es inefable el momento en que se "cubren" los cambios del arte en la postguerra a partir de la explicación de Cate Blanchett sobre las novedades de la danza moderna), atravesada por el amor constante y recordada una y mil veces por la anciana moribunda desde su lecho del hospital.

Los efectos digitales -deslumbrantes cuando unen el rostro envejecido o rejuvenecido de Brad Pitt a cuerpos que no son el suyo- dan a la imagen la textura de lo falso –cielo y mar se confunden en el artificio-, creando un escenario donde Benjamín recibe lecciones sobre el paso del tiempo, el envejecer, el arte, el deterioro del cuerpo y de todas las cosas, las oportunidades perdidas y las aprovechadas, el destino perecedero y acerca de todo lo humano y lo divino, mientras los episodios de su vida imaginaria se desprenden de la acción como botones de un sobretodo. O como las páginas que se despegan de un libro de autoayuda. Los diálogos son también como botones, mejor, como píldoras de sabiduría, que proclaman -en vez de decir- "verdades" universales de alguna filosofía de salón que la música nunca se cansa de subrayar.

Después de una película seca, inquisitiva, desprovista de explicaciones obvias, laberíntica y geométrica como Zodiac, era difícil imaginar a David Fincher embarcado en este monumento a la solemnidad, la autoimportancia y al más bombástico "prestigio" hollywoodense. Pero allí está.

Ricardo Bedoya

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa película es pura retórica

Anónimo dijo...

Con Zodiac hubo un momento en que miré mi reloj, a ver cuánto tiempo había pasado, y cuánto faltaba. Pero Benjamin Button me entretuvo, no me aburrió.

Anónimo dijo...

Todas las candidatas al Oscar de este año son decepcionantes. Y que esta tenga 13 nominaciones es de locos.

Anónimo dijo...

Muy buena película. Cada quien tiene sus gustos.

Anónimo dijo...

creo que esta pelicula es la tipica historia que le gusta a los mienbros de la academia, la transformacion de Brad Pitt es increible pero creo que no es para tanto, a mi me entretuvo la primera media hora pero me parece demasiado larga y si tiene trece nominaciones es mas por el trabajo tecnico de este filme.

Anónimo dijo...

me gustó bastante la pela, y las casi 3 h q duró ni las sentí. Entretenida y muy bien narrada.