viernes, 15 de febrero de 2008

Expiación, deseo y pecado (Atonement)


¿La fantasía adulta puede expiar las consecuencias de la fantasía niñata? Las culpas, lo que acarrea inconsecuentemente, lo infeliz que encadena al transcurrir las horas, los días, los años, las vidas. Depende de la honestidad de esa expiación, necesariamente brillante en lo imaginario y fantasiosa para equiparar al dador del infortunio ¿Puede un berrinche infante torturar la conciencia de la emisora adulta (Briony Tallis, lo siento por delatarte, pero la culpa también me embarga y secuestra) aún así esta conciente esté que la intención fue otra, una mucho menor y pecaminosamente perdonable? Es que las consecuencias hablan por los actos en un futuro inmediato. Así tú jugando a ser ángel asesines al diablo en plan purificador, cuenta te darás a la inmediatez del remordimiento que el infierno te persigue con todos sus demonios en huestes con propósitos de caza y enmienda, que no están dispuestos a dejarte dormir con flores ni azúcar sin que laves tus manos de la sangre ajena que otros lloran; tú mirando de reojo el desastre los justificas, y temes sus represalias. Ya está todo hecho, queda la consumación del castigo (en la versión que se presente) de tu oops! inocente predecesor de todo menos inocencia. Ya después, para la redención, no hay lugar para la cobardía ni la vergüenza de decir “lo siento” varios lustros impuntuales, el reloj de arena desciende un grano más, y asienta el dolor aquí y allá: a Briony (la jueza caprichosa del destino fatal) por “dentro”, y a Cecilia y Robbie- les presento a los desdichados- por “fuera”. No vale esperar más. Las horas, los días, los años pasan sin perdón que se solicite; las vidas pasaron ya... sin poderlo oír.

Para mayor entendimiento (si no has visto la película) no presento problemas para brindarte una breve sinopsis del conflicto mayor: Cecilia es de alcurnia; Robbie, le sirve en su jardín. Ambos sienten la pulsión del amor o de la carne (para muchos lo mismo). Un día (no cualquiera) el deseo vence y las carnes se juntan frente a una testigo inoportuna, Briony. Ella está celosa, pues el jardinero es de su gusto, también. Quiere hacer pagar a hermana y amante por esa “traición” al sentimiento del primer amor infantil pero no tiene cómo. La oportunidad se da cuando un visitante amigo de su hermano Leon y su prima se encuentran furtiva y fogosamente en el bosque. Briony, con el don del oportunismo y ubicuidad terrenal presencia la barrosa acción con su azules ojos reforzados con linterna. Aquello quedaría en anécdota pícara si es que la niña no inculpara a Robbie de violación a su hermana y prima en el mismo día –vaya que encontró ocasión de derrumbe y desquite. El jardinero iría a la guerra para no ir a prisión. Ahora, como soldado empieza su periplo de salir de Francia para regresar a Inglaterra y reencontrarse al tiempo con Cecilia encajada en un disfraz de enfermera diligente... Sí, puntos suspensivos....

La primera parte de esta entrega contada grosso modo líneas arriba en el párrafo anterior es la más lograda cinematográficamente. Wright propone una anti-elipsis para anteponer los actos trascendentales de las escenas (como es el caso de la fricción sexual entre la pareja en la pileta del jardín, en la cual Cecilia se desviste y zambulle frente a Robbie, o la del sexo en la biblioteca) al desenvolvimiento y antecedente inmediato de las mismas, y así generar tensión creyéndose uno lo imposible, una posibilidad de cambio de esa situación agravante, ya actuada y pecada, una vez que se repita, por una inane y sin perjuicios para nadie. Pulsiones alcahuetes que compartimos con la intención del autor, un compromiso simpático que bien construye con el regreso minutos atrás al hecho deseado en condiciones indeseadas. Tales anti-elipsis se deja de lado una vez ya explotada en dicha primera parte en la casona Tallis, luego no se amerita tal recurso. Ni para Wright ni para mí.

Tras la convencionalmente contada, pero superlativamente simpática y entrañable Orgullo y prejuicio, Joe Wright reapareció con un material más arriesgado apenas lindante con la rareza, pues Atonement, con dilema base y argumental no muy peculiares trae consigo atmósfera cargada de represión y búsqueda de exculpación enternecedora más acentuada en el epílogo, en la explicación del antes, durante y lo que no fue un después (feliz) de los hechos ocurridos en el metraje por medio de las páginas (audiovisuales) de la novela llamada como el filme contadas por la voz y rostro de la misma Briony. Hay una carga de culpa que pesa toneladas en el desenlace. El rostro anciano de Briony, varias décadas y experiencias después del acto provocador del drama y tragedia, se exhibe alicaído, rebosante de sinsabor y abulia, esperador del desahogo final para descansar el cuerpo y alma del tonelaje de las desventuras causadas. En dicho desenlace, la expiación de la autora se consuma en la elaboración de un final feliz “ficticio” en la novela dizque real (todo es parte de la película 100%, valga la redundancia, ficcional). En tal final Briony consigue el perdón de su hermana y jardinero (Robbie), por las consecuencias dantescas que suscitaron sus falacias engreídamente malintencionadas cuando contaba con sólo 13 otoños. Final que se (re)decora con una “escena postal” la cual protagonizan la pareja sufrida, ahora, plétora de melifluidad y sonrisas en una casa junto al mar... Miel que difumina la pantalla antes de los créditos.

A través de la mirada culposamente subjetiva de Briony discurre el relato. Atonement, la película, es Atonement, la novela (ojo, todo en el marco del filme de Wright) hasta 10 minutos antes de finalizar. 10 minutos que son sin duda el punto más fuerte en lo emotivo, lo redentor sin chispas maniqueas y propósito absoluto del todo. La piedad que anhelan los trajinados ojos azules de una vieja Briony que no quiere más que el perdón de quienes ya no la pueden perdonar, quienes sólo pueden asentarle la cabeza con sonrisa a través de su imaginación por medio de las letras de la novela suya.

Si la primera parte es la que se cuenta con mayor talento, riesgo y lucidez; la última es la que porta el corazón, lágrimas y deseo de todo el largo. Todo Atonement trabaja para que el final conmueva al mostrar a la engreída acusadora hecha añicos por el tiempo y el remordimiento. ¿Cuánto puede hacer por nosotros una corrección puntual de nuestros errores? No dejar que el peso de la vejez decida lo que se resuelve ya por descarte. Me dejaron cuestionado esas marcadas arrugas en el rostro del capricho. Su otrora rostro y lengua lampiñas de 13 veranos con el tiempo vociferaron llorando que cada paso intencionado trae consigo un eslabón de cartón con tiempo de sobra para limarlo antes que coja la fuerza del acero... Esas lágrimas me dicen algo, yo sé qué, como también sé que me has entendido...

John Campos Gómez

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Una extraordinaria película de amor inconcluso y de sufrimiento permanente que refleja la coherencia de dirigir confirmando un estilo propio y renovador ya aplaudido en su anterior realización. Una idealización maravillosa de situaciones no acontecidas pero deseadas con verdadero arrepentimiento. Una musicalización perfecta logrando el ensamblaje casí geométrico entre las más puras sensaciones visuales y narrativas. Un guión que conmueve y reconforta con dialogos justos y sin excesos, que no maquilla ni propone la deslealtad como pauta. Un trabajo actoral muy sacrificado y coherente, inteligentemente aprovechado por el director para lograr un verdadero trabajo en equipo sin propender al lucimiento personal y apuntando al esplendor del film como un todo. Una cinta que lo intenta y lo logra, que lo busca y lo encuentra, que propone y recibe. Una pequeña obra de arte de la cinematografía inglesa que nos explica como tratar con tacto y prudencia un genero tan complejo y tan manoseado.
Su crítica es excesivamente personalista e inexpresiva. Trata de vender una sabiduría generosa en enredos y caricaturescas frases poco afortunadas. No hay claridad de conceptos ni exposición de ideas minimamente enlazadas. Es un trabalenguas sin misión ni visión. Una sinopsis innecesaria e imprudente porque ahuyenta al espectador y no lo induce ni lo emociona a ir a desprenderse de su sentimentalismo y sensibilidad a la sala de exhibición. Una desafortunada crítica para una afortunada puesta en escena.
Como diría el mozo del restaurante, demasiadas papas fritas y arroz para tan pequeño churrasco.

Anónimo dijo...

Campos, no maltrates tu propio intelecto. Estas enredado en tu propio laberinto. Si puedes anda donde un sacerdote para que te expíe.

Anónimo dijo...

El autor de la nota evidencia un gran desconocimiento del melodrama de época, además de una autosuficiencia francamente risible en su atropellada redacción. Debería ver algunas películas antiguas relativas al melodrama para que aprenda. No mencionaré ningún título, porque no vale la pena. Que vaya a una historia del cine y lo averigüe por sí mismo.

Anónimo dijo...

Campos
La crítica que publicas no es correcta porque parece haber sido hecha como te hubiera gustado que la película sea. Pero no es como lo comentas. Me parece un error gravísimo que ni siquiera hayas mencionado el trabajo de Marianelli en la partitura musical.
Crítica superficial y con mucho bombo pero sin fondo ni forma. Deberías borrar este esperpento y volver a comenzar.

Unknown dijo...

Todavía por ver "There will be blood", creo que Atonement es la mejor de las nominadas y tiene grandes chances de ganar. Pero me parece una gran omisión de la Academia al no nominar tanto a Joe Wright como a McCavoy y Redgrave.

Anónimo dijo...

Hay lectores que se dan por ofendidos o censurados cuando no se publica su comentario en el día. Lo siento. No puedo postear al instante y ahora lo estoy haciendo cada dos o tres días.

Los únicos comentarios que no aparecen posteados son los que agravian. Las críticas están bienvenidas.

John Campos-Gómez dijo...

Gracias por sus comentarios.
Lo mío es un comentario emotivo más de la película, mas no una crítica como lo mencionan. Si el texto no se entendió en su totalidad es una lástima, y mea culpa, pues todos queremos ser "entendidos" y esa es la gracia de una publicación.
Sobre la historia del cine que quiere un bienintencionado lector que revise, no lo creo necesario. Cada película habla por sí misma.
Bueno, espero más comentarios.
Sírvanse, valientes anónimos...

Anónimo dijo...

El anónimo de las 17 y 52 escribe: "El autor de la nota evidencia un gran desconocimiento del melodrama de época, además de una autosuficiencia francamente risible en su atropellada redacción. Debería ver algunas películas antiguas relativas al melodrama para que aprenda". No es que me haya gustado la crítica de Campos, pero el comentarista anónimo, con su postura taxativa, demuestra una autosuficiencia francamente risible. ¿Digo, no? Con todo respeto...

Anónimo dijo...

La película extraordinaria. La crítica, un esperpento. ¿Qué quisiste decir? No logras atinar ninguna frase, su texto es ilegible. Fui a ver la película antes de leer su comentario, Atonement no me decepcionó, la esperé pacientemente porque tras ver varias veces Orgullo y prejuicio quería ver qué nos tenía deparado este extraordinario directo. ¿Dice convencional la puesta en escena de Orgullo? No me parece, es una pelicula que fluye, gracias al virtuosismo en los movimientos de la cámara, y es un gran homenaje al maravilloso libro de Austen.

John Campos-Gómez dijo...

El experimento no resultó afortunado para los receptores. Se agradece la intención lapidaria de los lectores para criticar el artículo. Y sí. Tiene defectos y riesgos también, pero si no gusta, ni modo.
Talvez asuma la conciencia que piden algún día cercano.
Gracias... por su atención.

John Campos-Gómez dijo...

A tanta queja, mea culpa (nuevamente).
Tomar� una revancha de aquel experimento desafortunado que espero tenga la misma recepci�n en comentarios.
Sus cr�ticas destructivas s� que las tomo en cuenta.
Las primeras experiencias no siempre resultan tan bien como uno las prepara y espera.
Entonces estamos en contacto por el mismo medio.
Saludos

Anónimo dijo...

Sí, John Campos Gómez todavía está muy verde, Bedoya. Compáralo con lo que ha escrito Mónica Delgado sobre la misma película. Tienes que elegir mejor a tus colaboradores.

Anónimo dijo...

Estimado Campos-Gomez
Creo con sinceridad y el aplomo que me dan los años, que tu comentario sobre el film Expiación es "desafortunado".
Hasta ahí la "mea culpa" debería haber sido la respuesta inteligente. No lo fue. Impusiste el anonimato como el arma de los cobardes. Otro error. Pero hay algo en tu defensa. Te atreves a hacer y decir lo que sientes y eso es trascendente. Los fondos y las formas de presentar tus críticas las iras perfeccionando con el transcurso del tiempo, al igual que tus modales. Pero, repito, lo sustantivo, lo encomiable es que no tienes miedo y sabes plantear posiciones. Esta vez no se te dió y te hicieron leña. La próxima quizás tengas el hacha entre las manos.
Finalmente, un consejo, haz tu propio blogspot y empieza a explayarte y formar polémica.
Si te quedas en éste blog, te contaminarás rápidamente y tu futuro será incierto.
Pompeyo

John Campos-Gómez dijo...

Buen día.
Antes que todo, quisiera que sepan que no es mi primera aparición en estas páginas, mas sí la primera tan mal recibida. Bueno así se dieron las cosas...
Son gajes de este oficio en el que soy novel, pero reconozco muchos comentarios carentes de argumentación que sólo buscan desvirtuar el mío. Las comparaciones son injustas en esta oportunidad, ya que los estilos e intenciones son (y serán)diferentes.
Recalco que el fin del post no fue CRITICAR la película, sino hacer un comentario sobre mi impresión de la misma. Algunos se cogieron de esa intención no habida para "hacerme leña" y calificarme de inepto. Ojalá les haya servido como catarsis. A mí me tiene con poco cuidado.
Recalco, también, que los anónimos no es la forma más adecuada para expresarse, pues en la mayoría de los casos es como esconderse en la multitud para lanzar piedras, aunque hay pocas excepciones que señalan un camino o emiten un juicio no malintencionado así como valorativo coherente.
Seguiré dando que hablar a mis estimados detractores en un futuro cercano.
Sí, seguiré dando la cara y arriesgándome las veces que me dé el antojo, puliéndome en el camino o intentándolo siquiera.
Si es que estas páginas admiten esos nuevos intentos, agradecido estaré. Por ahora me preparo para una nueva intervención que espero reciban con los brazos abiertos y buen humor.
Y, Pompeyo, gracias por tu consejo, pero no temo a la contaminación ni al futuro incierto que todo humano está expuesto; es más, es un riesgo que gustoso tomo. Y sí -para su tranquilidad- existe mi propio blogspot, pero más me gusta la planilla blanca de este site.
En cuanto a mis intenciones, respeto y valoro la crítica academista y correcta, pero no es eso lo que quiero para con mi redacción. Ya cuenta se deben haber dado ustedes.
Por último, cierto que esta última no es pulcra -y por eso la mea culpa-, pero la intención será similar en las posteriores a realizarse.
Sentada está mi posición.
Hasta luego.

Anónimo dijo...

Sr. Bedoya, sería bueno que antes de ser publicados los artículos de sus colaboradores estos pasen por una evaluación previa ya que mamarrachos insoportables como este del Sr. Campos simplemente son insoportables