Lo que yo quierpo saber es cómo en el cine que está cerca de mi casa hay DIECISEIS funciones de El Delfín y sólo 4 (una de ellas a la 1:20pm) de Bastardos sin gloria.
"Apasionante" es el mejor calificativo que se le puede asignar al último Tarantino. Bastardos sin gloria no da lugar a los términos medios: gusta o no. Tarantino toma los ingredientes del cine B, el trash y el exploit; rescata aquellos filmes con poco o ningun prestigio que se realizaban en Francia e Italia en los 70s y los fusiona de manera calculada pero tremendamente renovadora para concretar una pequeña joya que tiene más de western que de cine bélico. Otra vez el cinéfilo goza con ese sentido alargado de determinadas escenas, con unos diálogos ingeniosos, con un humor corrosivo y con unos contundentes estallidos de violencia. Cine referencial, posmoderno, pastiche, llamarlo como sea, pero por encima de las citas se detecta la impronta de Tarantino y no sólo su mirada sino, también, su escucha. Un ejemplo: la inserción de temas musicales (Tiomkin, Bowie, Bernstein, Morricone!) responde a su idea de acumulación y fusión. Quentin podría ser el equivalente de Stuart Price (mezclador y productor), dueño de una extensa memoria musical y «con un gusto exquisito» para picotear de varios géneros. Combina ritmos clásicos, canciones ajenas y toques sonoros de otras culturas. En ese sentido, las imágenes de Bastardos sin gloria admiten todo tipo de melodías y discurren propiciando un "armonioso trasfondo". Esta cinta es la apuesta más arriesgada de su carrera y la que mejor lo define como "autor".
3 comentarios:
Lo que yo quierpo saber es cómo en el cine que está cerca de mi casa hay DIECISEIS funciones de El Delfín y sólo 4 (una de ellas a la 1:20pm) de Bastardos sin gloria.
"Apasionante" es el mejor calificativo que se le puede asignar al último Tarantino. Bastardos sin gloria no da lugar a los términos medios: gusta o no. Tarantino toma los ingredientes del cine B, el trash y el exploit; rescata aquellos filmes con poco o ningun prestigio que se realizaban en Francia e Italia en los 70s y los fusiona de manera calculada pero tremendamente renovadora para concretar una pequeña joya que tiene más de western que de cine bélico.
Otra vez el cinéfilo goza con ese sentido alargado de determinadas escenas, con unos diálogos ingeniosos, con un humor corrosivo y con unos contundentes estallidos de violencia.
Cine referencial, posmoderno, pastiche, llamarlo como sea, pero por encima de las citas se detecta la impronta de Tarantino y no sólo su mirada sino, también, su escucha. Un ejemplo: la inserción de temas musicales (Tiomkin, Bowie, Bernstein, Morricone!) responde a su idea de acumulación y fusión. Quentin podría ser el equivalente de Stuart Price (mezclador y productor), dueño de una extensa memoria musical y «con un gusto exquisito» para picotear de varios géneros. Combina ritmos clásicos, canciones ajenas y toques sonoros de otras culturas. En ese sentido, las imágenes de Bastardos sin gloria admiten todo tipo de melodías y discurren propiciando un "armonioso trasfondo".
Esta cinta es la apuesta más arriesgada de su carrera y la que mejor lo define como "autor".
En verdad está muy interesante el debate y además muy alturado. Gracias.
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