Lorena Cancela, colaboradora argentina de ete blog, participó en el jurado del pasado Festival de Punta del Este. Allí vio Juego de escena, la reciente película de Eduardo Coutinho (del que se vio en Perú Cabra, marcado para matar y Edificio Master), y nos da sus impresiones.
Mayor información sobre el Festival de Punta del Este y los premios pueden encontrarla aquí: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-9314-2008-02-24.html
Las Meninas de Coutinho
Por Lorena Cancela (*)
“Esa es la diferencia más esencial entre este tipo de cine y Hollywood: En este tipo de cine lo más importante son los seres humanos y su alma. En este tipo de cine los hombres, con su complejidad y problemas, son el material substancial” Abbas Kiarostami en Ten on Ten
En el pasado Festival de Cine de Punta del Este tuve ocasión de ver y galardonar el último documental del realizador brasileño Eduardo Coutinho: Juego de escena (2007). A decir verdad, un puñado de compañeros argentinos me había hablado de este gran documentalista de extensa trayectoria en el Brasil, emparentado con el Cinema Novo, pero nunca antes había tenido oportunidad de ver en pantalla grande alguno de sus films. Ya que estamos con las confesiones, debo decir también que iba a mirar la película con expectativas positivas alimentadas por escuetos comentarios específicos sobre esta obra la cual había alcanzado, de acuerdo con los colegas brasileños, la sustancial cifra de 70 000 espectadores en su país. Felizmente, todos esos preconceptos no fueron desmentidos, ni corregidos: el “documental” de este director entrado en años - nació en 1933 en San Pablo - y de fuertes convicciones morales es un tratado, a pesar de lo grandilocuente de la declaración, no solo del género sino del cine en general.
Por Lorena Cancela (*)
“Esa es la diferencia más esencial entre este tipo de cine y Hollywood: En este tipo de cine lo más importante son los seres humanos y su alma. En este tipo de cine los hombres, con su complejidad y problemas, son el material substancial” Abbas Kiarostami en Ten on Ten
En el pasado Festival de Cine de Punta del Este tuve ocasión de ver y galardonar el último documental del realizador brasileño Eduardo Coutinho: Juego de escena (2007). A decir verdad, un puñado de compañeros argentinos me había hablado de este gran documentalista de extensa trayectoria en el Brasil, emparentado con el Cinema Novo, pero nunca antes había tenido oportunidad de ver en pantalla grande alguno de sus films. Ya que estamos con las confesiones, debo decir también que iba a mirar la película con expectativas positivas alimentadas por escuetos comentarios específicos sobre esta obra la cual había alcanzado, de acuerdo con los colegas brasileños, la sustancial cifra de 70 000 espectadores en su país. Felizmente, todos esos preconceptos no fueron desmentidos, ni corregidos: el “documental” de este director entrado en años - nació en 1933 en San Pablo - y de fuertes convicciones morales es un tratado, a pesar de lo grandilocuente de la declaración, no solo del género sino del cine en general.
Empecemos con la película: Está íntegramente filmada en una locación (el teatro Glauce Rocha de Río de Janeiro). Allí, utilizando una cámara fija, el propio Eduardo le pregunta a distintas mujeres sobre su vida; las mismas fueron convocadas por un aviso en el periódico donde se pedían historias interesantes. De 83 fueron seleccionadas 23. A través de todas ellas y sus relatos podemos reconstruir cierta realidad del Brasil: la polarización social, las muertes por gatillo fácil y también los múltiples saberes culturales de sus habitantes.
Con razón, alguien dijo que la película se sostenía por la palabra, que poco importaba la imagen. Sin embargo esa ausencia iconográfica no ahoga. Por el contrario, alivia. En las casi dos horas de proyección los espectadores, y frente a una profundidad de campo desierta (las butacas del teatro vacías) nos enfrentamos a variadas situaciones. Por ejemplo, descubrimos que las historias están siendo contadas simultáneamente por sus protagonistas directas y distintas actrices. A manera informativa, entre estas últimas conviven Fernanda Torres (reconocida por sus papeles en el cine) con Marília Pêra o Andréa Beltrão (de larga trayectoria en la t.v local), la ascendente Mary Sheila y Lana Guelero.
No obstante, no es develar la intriga de quién es quién lo que busca el realizador – más tarde o más temprano el bagage del público descubrirá el juego de espejos – sino dejar la cámara allí quieta, expectante, para captar algo de verdad desde esos rostros, voces y relatos igualados para siempre en su campo de visión. Es que el narrador no hace distinciones de tiempo, ni por los cortes de montaje, ni en los créditos, ni por la forma de encuadrar entre ninguna de estas personas: todas son objeto de su afecto y atención.
Es cierto que el año pasado el cine brasilero ofreció otra muestra de su brillantez cinematográfica con Santiago (2007) de João Moreira Salles. Es cierto que allí Santiago, un mayordomo, era el protagonista absoluto. También es verídico, como lo indicaba su subtítulo, que la película era una reflexión sobre la memoria y el trabajo con el material de archivo. No es menos innegable que Santiago está contenido en Juego de escena no solo porque João es productor del film, o desde uno de los relatos escuchamos como una mujer extraña a su nana, sino pues esta última es una reflexión sobre el arte de preguntar.
Pero mientras al menos masivo de los Salles - en lo que él mismo denomina una película fallida – le cuesta dejar su rol de señorito frente a Santiago y vemos como éste increpa a la cámara a propósito de si se pone así o asa, o escuchamos desde el fuera de campo que se le indica que repita tal o cual escena, Coutinho se contenta con preguntar, indagar, inclusive es increpado: “A Usted Coutinho que es comunista seguro no le gustó Buscando a Nemo” comenta una de las mujeres. La situación ilustra a la perfección una frase que él repite: “Lo que me diferencia de muchos directores es que no hago películas sobre los otros, sino con los otros” (1)
Teniendo en cuenta que en muchas de las más significativas realizaciones de los últimos años terminamos vanagloriando al autor, sus ideas, a veces personalidad, posibilidades de lucirse con el lenguaje cinematográfico, aquella declaración transforma a Eduardo además de en un gran cineasta, en un ser generoso. Un ser que si no se ausenta - en Juego de escena apenas podemos verlo de perfil y escuchar el tono cálido de su voz - se coloca en una relación de igualdad con lo que está filmando.
La sala vacía a contraluz, casi un reflejo de la del balneario esteño esa medianoche, puede interpretarse como un síntoma de una situación global la cual pocos años atrás, apelando a un registro ficcional, fue escenificada por Tsai Ming Liang en Good Bye Dragon Inn (2003). El ascetismo de la puesta en escena podría relacionarse con Ten de Kiarostami: ambas transcurren exclusivamente en un espacio y su tema es el alma humana. La referencia solapada a Velázquez y sus meninas también surge: si aquel buscó virar el punto de vista, acá se busca hacer otro tanto con la forma de escuchar y documentar.
Mas Eduardo Coutinho es un artista singular, sudamericano, brasileño. Intuimos que pocas veces sale de su país. Desde este pequeño espacio en un mundo cada vez más mediático, tan distinto a su búsqueda, lo reverenciamos…
(*) Autora de Mirada de Mosca, Los adulterios de la escucha y varios textos de cine. Entre otras actividades, se desempeñó como Jurado de Puntadoc en el evento de referencia. Copyright LC.
( 1) http://arditodocumental.kinoki.es/eduardo-coutinho-complice-de-la-realidad-filmada/
(*) Autora de Mirada de Mosca, Los adulterios de la escucha y varios textos de cine. Entre otras actividades, se desempeñó como Jurado de Puntadoc en el evento de referencia. Copyright LC.
( 1) http://arditodocumental.kinoki.es/eduardo-coutinho-complice-de-la-realidad-filmada/
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