El estadounidense Richard Widmark (Minnesota, 1914) es uno de los varios actores de Hollywood que no solamente nunca ganó el Oscar, mereciéndolo en más de una oportunidad, sino que ni siquiera ha sido considerado para una estatuilla honoraria por la Academia de Artes y Ciencias. Los nombres van y vienen, pero el suyo no asoma por ningún lado. Sin duda, una grave omisión si consideramos que cumplió 92 años en diciembre pasado y está retirado de toda actividad desde hace década y media.
Widmark empezó su carrera como uno de los villanos más despreciables y sádicos, aunque no tardó en pasarse al lado de los buenos y establecerse como uno de los actores más respetados de su tiempo. Su impecable caracterización del asesino Tommy Udo, de maniática risa, capaz de arrojar a una anciana en silla de ruedas por las escaleras en El beso de la muerte (Kiss of Death, 1947), de Henry Hathaway, le valió su única nominación al Oscar. ¡Y vaya que es inolvidable!
Luego de interpretar al temible gángster Alec Stiles en La calle sin nombre (The Street With No Name, 1948), buen policial de William Keighley, quedaba claro que lo suyo no iba a ser el cine romántico, sino las películas de acción, de aventuras y los westerns. Widmark carecía de la apostura de galán que el Hollywood de su época requería, pero su apariencia no era lo suficientemente ruda y pétrea como para encasillarlo en roles de malvado. No iba a ser un nuevo Cary Grant, pero tampoco estaba destinado a ser otro Jack Palance.
En la década del cincuenta, Richard Widmark demostró que su talento estaba para quedar en la memoria: el criminal de No Way Out (1950), de Joseph L. Mankiewicz; el avispado ladrón de El rata (Pickup on South Street, 1953), de Samuel Fuller, y los atrevidos vaqueros que encarnó en La última carreta (The Last Wagon, 1956), de Delmer Daves; The law and Jake Wade (1958), de John Sturges; y Warlock, (1959), de Edward Dmytryk.
Los años sesenta lo hallaron con una bien ganada madurez profesional que lo llevó a filmar por partida doble con el legendario John Ford, en Dos cabalgan juntos (Two Rode Together, 1961) y El ocaso de los Cheyennes (Cheyenne Autumn, 1964). Pero sus roles más significativos fueron el curtido detective en el formidable policial Madigan (1968), de Don Siegel; y el repudiado alguacil Frank Patch en el peculiar western Death of a gunfighter (1969), de Don Siegel y Robert Totten.
En los años siguientes su trabajo se fue reduciendo o, en todo caso, circunscribiendo progresivamente a papeles secundarios, surgiendo por ahí algún interesante villano como el Dr. George A. Harris en Coma (1978), de Michael Crichton.
En 1989, la Sociedad Nacional de Críticos de Estados Unidos le rindió un homenaje. Y en 2005, la Asociación de Críticos de Cine de Los Angeles hizo lo propio. Mientras tanto, la Academia de Hollywood lo sigue ignorando. Héroe o villano, el veterano Richard Widmark está por encima del olvidadizo gremio.
Enrique Silva Orrego
3 comentarios:
Si mal no recuerdo una de las últimas apariciones de Richard Widmark fue en EL ULTIMO MAGNATE (1976) de Elia Kazan.... (Oscar Contreras)
No recordamos la aparición de Widmark en El último magnate. La ficha técnica de la película no lo registra. Después de 1976 trabajó en Twilight's Last Gleaming, que era una magnífica película de Robert Aldrich exhibida sólo en la TV peruana, así como en Coma, Terror en la montaña rusa, El enjambre, entre otras.
Me sumo al recuerdo, a modo de homenaje a este gran actor. Quería precisaros que la magnífica "Twilght´s last gleaming" se estrenó en España con el título de "Alerta: Missiles". Yo la vi dos veces, en Barcelona. Su papel de militar intransigente estaba en la línea de su personaje en otro film denuncia, producido por él, "Incidente en el Bedford". Magnífico, magnífico actor que nunca morirá para el cine.
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