jueves, 27 de enero de 2011

Pronunciamiento de la Asociación de Productores Cinematográficos del Perú

La APCP, a través de Frank Pérez Garland, ha hecho llegar este pronunciamiento que publicamos.

En los últimos días se ha publicado un intercambio de opiniones entre Fabrizio Aguilar y Christian Wiener; si bien es cierto que se asumen y declaran posiciones personales, la APCP (Asociación de Productores Cinematográficos del Perú) no puede dejar de pronunciarse ya que del mismo surgen conclusiones enormemente preocupantes de parte del presidente de la UCP.
Dice Wiener que luego de la entrega del documento dirigido al Presidente de la República y al Ministerio de Cultura en el que se consignaba el acuerdo de los dos gremios para la observación del Ejecutivo cualquier otro hecho posterior carecería de efecto. Nos preguntamos (y la comunidad cinematográfica se pregunta) : ¿Para qué nos reunimos y llegamos a acuerdos conjuntos si no era para defenderlos una vez producida la solicitada Observación Presidencial? Era obvio que el Ejecutivo observaría la ley, ese era el propósito de nuestra carta conjunta. Una vez producida la respuesta, la más elemental obligación ética es ponerse a trabajar sobre la base de los acuerdos tomados en las reuniones entre los gremios. Asombra la posición de Wiener porque pretende desconocer los consensos alcanzados, y más grave es aún si se toma en cuenta que la APCP aceptó TODOS los puntos discordantes que supuestamente habían sido la causa de no haber tenido en los meses previos una acción conjunta y unitaria. Esta vez afortunadamente asistió a esas reuniones como coordinadora voluntaria una persona que fue testigo de todo ello y que no pertenece a nuestra asociación: Carla García. Esta vez difícilmente se podrá aducir las razones que la UCP esgrimió frente a las reuniones anteriores en las que negó acuerdos libremente establecidos.
La conclusión más evidente que extraemos de esta nueva posición de la UCP es que no tiene interés en que el cine peruano consiga más fondos para hacer cine. Y que no hay en su horizonte la posibilidad real de producir un mecanismo legal que genere beneficios en el corto y mediano plazo para que los cineastas podamos hacer cine peruano. Plantearse en este momento una Ley General de Cinematografía -que es lo que todos desearíamos- es postergar indefinidamente (*) la posibilidad de generar un fondo financiero para producir películas, que es, en realidad, lo que pretende el proyecto 3839, sobre cuyas enmiendas y correcciones ya teníamos, como reiteramos, un documento firmado conjuntamente.
La buena voluntad del Ministerio de Cultura para retomar el proyecto, con todas las correcciones asumidas, es una clara señal de que este proyecto (que nos haría triplicar nuestra actual producción tanto regional como nacional) tiene vivas sus posibilidades de aprobación en el Congreso y posteriormente en el Ejecutivo. Los cineastas que pretendemos hacer cine debemos abrir los ojos ante esta realidad y generar una unidad en torno a un mecanismo legal que objetivamente va a producir un beneficio enorme para la producción. Recordemos colegas lo que ocurrió cuando se aprobó la actual 26370: muchos dijeron que una ley que daba unos pocos premios no iba a servir para nada. Y ahora, con el paso del tiempo, esa ley tan ninguneada en su momento, tan parcial e incompleta, ha terminado generando TODA la producción del cine peruano de estos años. En ese momento, dentro de la política económica del gobierno de Fujimori, esa era la única posibilidad de generar algún beneficio para nuestro cine. Hoy, dentro de las tendencias generales de los gobiernos que se vienen en el corto y mediano plazo, el proyecto de la creación del fondo PROCINE es nuestra UNICA posibilidad de darle impulso a nuestra producción de cine peruano.
La APCP considera que hacer un esfuerzo por encontrar un apoyo conjunto al fondo PROCINE es una obligación de todo cineasta que pretenda hacer cine en nuestro país en el corto y mediano plazo. Y en ese afán seguirá haciendo todo lo que esté a su alcance para que la comunidad cinematográfica comprenda y valore lo que significa incrementar los fondos de ayuda de Conacine para producir MAS y MEJOR cine peruano.
(*) Decimos indefinidamente porque de acuerdo a las previsiones electorales ninguno de los principales candidatos al gobierno cambiará las líneas generales de política económica que viene manejando nuestro país en los últimos diez años.

LA DIRECTIVA

3 comentarios:

  1. Esto es para no creer. Pimentel le dice a Josué Méndez que tiene talento pero cuando se dio Días de santiago le pusso el calificativo de mala, punto negro, en el cuadro de El Comercio (te acordarás tú Bedoya que también calificaste)

    La carta dice: Estimado Josué,

    Escribo a título personal. Mi nombre es Sebastián Pimentel y quiero opinar sobre tu carta como ciudadano peruano y contribuyente a los fondos de conacine.

    Dices:

    "Pero partamos de una información completa, reconociendo el oficio, talento, esfuerzo y trayectoria de los directores más tíos, de los menos tíos y de los jóvenes."

    La pregunta natural que surge frente a tu proposición es esta: ¿por qué yo y muchas personas más tendríamos que reconocer el talento de Alberto Durant, por ejemplo?

    Usted puede admirar el cine de Durant, "Doble juego", "El premio" o "Coraje " le pueden parecer muestras de talento cinematográfico, pero a otras personas no. Es más, esas películas hasta ahora no son descubiertas por ningún especialista, público o festival como muestras de talento. Salvo que esté equivocado, y esas películas hayan ganado un reconocimiento internacional que no he tenido la suerte de conocer.

    Josué, repito, usted dice, "partamos por reconocer el talento de los tíos..." para abogar porque conacine siga otorgando premios a este y otros cineastas. O sea, es una petición de principio, "partamos... reconociendo el talento...."

    No creo, Josué, que nadie deba de partir por reconocer el talento de estos cineastas. Es un supuesto que muchas personas no compartimos. De repente su argumento podría sustentarse en un reconocimiento internacional de la obra de Alberto Durant. Pero ese no es el caso, a menos que se demuestre lo contrario, algo a lo que estoy dispuesto.

    El día que Alberto Durant haga una película donde muestre su talento no dude que seré el primero en celebrarlo, prque amo el cine. Me encantaría que sucediera eso, porque no se trata de una cuestión personal de animadversión. No es así. Yo he celebrado públicamente películas de Lombardi como Bajo la piel, que me parece un filme excelente, y he sido muy crítico con otras como Ella, que me parece muy fallida. Sin embargo, la intolerancia frente a los críticos a los que no les gusta todo lo que hace Lombardi también existe Josué, porque lo he experimentado personalmente. Sin embargo, no quiero victimizarme, simplemente quiero decir que no debemos partir de ninguna verdad para dar por sentado el apoyo de conacine a la carrera de ningún cineasta. No creo que Conacine deba existir para financiar incondicionalmente todas las producciones de un determinado cineasta, simplemente porque es "esforzado" y tiene una "trayectoria" o es "tío". No creo que se deba pedir aceptar esa supuesta "verdad" para compartir la convicción de que Conacine deberá seguir financiando la carrera de Alberto Durant o Augusto Tamayo u algún otro director "esforzado".

    Sabe qué Josué, yo creo que usted sí tiene talento, y eso lo acredita no solo los reconocimientos internacionales, sino uno mayor que se extiende a los especialistas nacionales e incluso, el público en general. Pero tampoco creo que una entidad pública deba asegurarle a usted, ni a nadie, el financiamiento de todas las películas que haga en su vida, salvo que el dinero púlbico sobre -ojalá algún día sea así- para proporcionarle el financiamiento a todos los interesados, lo que sería fabuloso por supuesto.

    Y sigue en ese plan

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  2. Esta es la crítica de Pimentel a "Dioses":

    Al igual que Andrés Cotler, Josué Méndez opta por extraer algo de desgarramiento y desolación de la clase social que ausculta. Y, como también sucede en Pasajeros, el cometido se logra a medias. Esto no invalida las virtudes de un filme personal, lleno de ganas de incomodar y de apuestas cinematográficas nada habituales para el cine peruano.
    Los protagonistas son Diego (Sergio Gjurinovic) y Andrea (Anahí de Cárdenas), hermanos adolescentes de una familia adinerada que se completa con Agustín, el padre (Edgar Saba), típico ricachón criollo y machista. Por último, este trae a la casa a su nueva novia, Elisa (Maricielo Effio), joven de extracción humilde, bella y arribista, que pretende instalarse en el mundo frívolo de las clases acomodadas de Lima.
    Gjurinovic está bien como una anomalía de su sociedad, atormentado por la obsesión que siente por su hermana, e incapaz de calzar en el papel que le han reservado. Anahí de Cárdenas está aún mejor transpirando una mezcla de irritación y desencanto. Finalmente, otra excelente actuación es la de Maricielo Effio, llena de carácter y miradas nerviosas, así como de cálculo y determinación en seguir los pasos adecuados para conseguir sus objetivos.
    Con estas actuaciones, estaba todo listo para que podamos meternos en la piel de los personajes y conmovernos con sus conflictos. Pero algo falla. La relación entre Diego y Andrea se abandona por un vistazo fragmentado y poco desarrollado de otras líneas argumentales, como la historia de Elisa, o como la del mismo Diego en su descubrimiento -algo apresurado y artificial- del mundo de los pobres. Otro punto flojo tiene que ver con la relación de los hijos con el padre, que no llega a convencer.
    Dioses se queda a medio camino. Pero es innegable que estamos ante un filme diferente y muy cinematográfico. En medio de las fiestas de Andrea o las reuniones de Elisa -observadas en el límite que une la fascinación y el repudio- se privilegian miradas absortas -las de Gjurinovic y Effio- que muestran ansiedad e imposibilidad de comunicación. A la vez, estas secuencias se mueven entre el vértigo y el sensualismo, la armonía y el vacío, gracias a lentos acercamientos focales y recorridos flotantes de la cámara por un espacio donde el cielo y el mar son presencias dominantes.
    Pero todo esto no es suficiente. El filme termina por desfallecer en su parte final, cuando se cambia el estilo armónico por la cámara al hombro, en un claro esfuerzo por contrastar la artificialidad celestial con el oscuro deterioro de un asentamiento humano. Además, se hace algo enfática la risa socarrona sobre los ricos -tontos y esnobs-, y cierta tendencia a idealizar a los pobres, algo que se encuentra en toda la película y termina por restarle complejidad.
    Dioses es un acercamiento interesante al Perú, y en su mirada casi contemplativa de un grupo social hay un mural crítico y corrosivo. Pero hubiéramos querido estar más con Diego, Andrea y Elisa, conocerlos desde adentro, profundizar en sus afectos, o encontrar más matices en las clases sociales. Josué Méndez es un realizador talentoso, que prefiere hacer un cine original. Sin embargo, seguiremos esperando a que encuentre la perspectiva necesaria como para conmovernos y fascinarnos de verdad. Está cada vez más cerca.

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  3. ¿Y? ¿Cual es el problema Alberto Lung?

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